La diosa de los vampiros, Noctícula en su perspicacia era una criatura de la peor especie tragaba las partes humanas de niños y jóvenes apatecibles. Junto a sus legiones de vampiros y su enviado Abezethibou para conocer las inclinaciones de Filomena. Nada escapaba a los ojos de Noctícula, lo veía todo.
-Si fueras más inteligente, sabrías que tengo más ojos aquí aunque no esté. Tengo más don de ubicuidad que Dios. Le comentaba expresamente a Abezethibou ¿Qué noticias me traes?
-La Abrahel ahora se hace llamar Filomena ahora supone ser una virgen y mártir, la sátira hipócrita. Abezethibou experesaba sus sentires de forma frontal y cruelmente
-La muy estúpida cree uqe podrá engañarme al igual que a la ilusa de Santa María Magdalena. Ese grupo de beatas chillantes merecen el exterminio. Han venido con sus deplorables rezos causando el vómito de quien los pronuncia.
-¡Eres terrible Noctícula, no tienes piedad! Le dice felicitándole Abezethibou
-¡Ja, ja, ja, ja! Es mi misión, deshacer el orden. Ya no tengo nada que perder, no tengo escrúpulos, supongo que nunca los he tenido. Mi padre me expulsó del Olimpo por sembrar la discordia y de los grupos del anillo mágico rehuí de sus insignificantes retoños.
-Eres maldad pura querida Noctícula.
-A veces es necesario que a uno le digan lo valioso que es, aunque sea de mala manera.
-A la Filomena la acompaña Belfegor, el demonio embajador.
-¡Ja. ja, ja, ja, ja! Que no sabes quien soy yo Abezethibou, soy hija del embajador Garcia, soy una mujer educada, no necesito robar para vivir, sería incapaz de matar una hormiga. Dice convencida.
-Pero si a tus amigas como Filomena, con el mismo veneno con el que mataste a las hormigas de tu jardín.
Los dos se miran intrigados y sensuales, son dos amigos y perdidos seres condenados y convencidos de su talento.