Maximiliano el pastor y Draco ya no se soportaban, ante el distanciamiento forzado de Filomena, en el instituto las clases de Anatema, iban muy bien para Filomena, Catalina no dudaba en levantar la mano para dar su veredicto sobre algún tema. Santa María Magadalena caminaba por el instituto con su don de casi flotar y escapar a un solo soplo. Sus Caballeros que eran sus escoltas, guardaban las cuatro esquinas del instituto.
Mientras Belfegor adiestraba a Maximiliano para conseguir el puesto de mensajero en el instituto, acudió pronto contaminado de lujuria, riquezas y orgías para sembrar el terror en el instituto, lo entrevistaron, posteriormente pasó al último filtro la rectora María Magadalena. Fue fácil pára Maximiliano, María Magadalena podría ser una santa pero asimismo era una mujer tentada por el demonio para fornicar con Maximiliano el pastor de ovejas. Consiguió el empleo ese mismo día, le darían habitación más alimentos asegurados, ya no tendría que preocuparse por eso. Así Maximiliano tendría contacto con su amada Filomena, Santa María Magdalena se le había hecho una mujer interesante y hechizante, con destellos espectaculares. Pero su corazón pertenecía a Filomena, Belfegor estaba convencido de su labor pero Maximiliano aún conservaba algo de su santidad y sabía en su interior que era lo correcto. Filomena fue encargada de una misión fuera del instituto acompañada del Caballero Templario, pero la Noctícula se las había arreglado para que uno de sus ayudantes distrajera al Caballero, una bandada de vampiresas lo convencieron con unas felaciones.
-¿Me recuerdas Abrahel? Alardea rabiosa Noctícula. Filomena queda aterrada ante tal aparición. No seas boba Abrahel "la reina de los súcubos" ja, ja, ja, ja, ja.
-Mi nombre es Filomena alumna del Instituto para beatas de Santa María Magdalena.
-No pronuncies más ese nombre abominable perdida Abrahel, no sé que tramas en ese lugar, maldita perra.
-No ensucies mi nombre con tus abominaciones demoníacas. Alude Filomena
-Reconocería tu olor a prostituta de arrabal, eres la Abrahel. Ssoteniéndola de los cabellos vilmente. ¿A qué no eres la misma reina de los súcubos eh? Engañifas, te daré tu merecido lanzándole una bofetada, que la tiró al suelo.
Filomena rabiosa no pudo aguantar más y lanzón su bramido demoníaco interior.
-¡Maldita Noctícula! ¿No piensas dejarme acaso? ¿Qué quieres de mí? Acepta tus derrotas, ya no me nombro Abrahel ahora soy Filomena, el mismo maestro Helel me libero.
-Perdonar es para los débiles y yo no pienso dejarte actuar así como así. Te estaré vigilando Abrahel o Filomena como gustes, encontraré la forma de despedazarte.
-Tengo que cumplir mi cometido Noctícula "diosa de los vampiros", a ti también te conviene que destruyamos a María Magdalena, la odio con todo mi ser. Me ayuda el demonio Belfagor.
-Estoy muy enterda de eso querida, recuerda que nuestras carteras están por así decirlo juntas. Te dejaré trabajar por ahora Filomena pero si no veo resultados te exterminaré y no habrá nadie pára librarte de mí, recuerda que ya no eres un demonio eres ahora una vil mártir.
Así quedaba establecido el orden de las cosas, Maximiliano enredaría a Santa María Magdalena para bajarla del pedestal en donde estaba y denostarla públicamente como la ramera que fue de la cual salieron siete demonios. Belfegor quería suplantarla en su poder y convertirse en dueño de Francia e implantar su reinado. Filomena estaba llena de veneno mortal que solo pensaba en su venganza que nos recordaba al estilo de Erinys y Némesis. Draco asistía en todo como vigía a Filomena, pero Santa María Magdalena no era nada tonta, asistida por sus Caballeros y Catalina la espía acusadora del instituto se percataría de la comunicación que entabló Filomena con esa mujer parecida a un vampiro.