-¿Por qué esa cara?-Preguntó Christian cuando vio que no iba a hablar. Ciertamente no estaba de buen humor. No sabía cómo exactamente me sentía en esos días, solo sabía que no estaba bien... que nada lo estaba en realidad.
-No lo sé...-Murmuré suspirando. Había venido a verme pensando que estaba enferma, aunque no era físicamente real, tal vez alguna parte de mi estaba enferma. Aunque tal vez no había cura.
Miró en dirección a donde se encuentra la habitación de mi madre antes de volver a centrarse a mi. Se acercó y clavó sus ojos en el costado de mi cara. Al enfrentarlo me sorprendí por la cercanía, así que me alejé unos centímetros con el corazón algo agitado.
-Carlos engañó a Sandra.-Hablé mirándo a Tom, que estaba acostado en el suelo hecho una bola de pelos. Sentí que las lágrimas querían salir. Me sentía terriblemente mal porque esto me afecte tanto. También me sentía culpable por evitar a Christian, quien además de que había sido tan paciente conmigo, no se había dado por vencido conmigo.
Lamentaba tanto ser tan lamentable.
-Debe ser horrible para ella...-Habló por lo bajo, sin quitar sus ojos de mi, lo que me hizo sentir incómoda. Permanecimos algunos segundos en silencio lo que se hacía cada vez más asfixiante.-Para vos también, ¿no?-Sus palabras me tomaron por sorpresa.
Abrí levemente la boca y lo miré. Su expresión era una mezcla de sorpresa con decepción. Suspiró y se alejó un poco de mi.- Lo sabía, no hay necesidad de sorprenderse... ¿sabes que sos bastante trasparente? Me extraña que Sandra no lo sepa.-Su voz sonaba distante y hasta un poco fría, algo que resultaba impropio de él.
-Yo...-Comencé, pero la verdad es que no sabía por qué lo hice, ya que a fin de cuentas, no se lo podía negar tan fervientemente como lo hacía con Sandra. Escondí mi rostro entre las palmas de mis manos y suspiré fuerte, tratando de organizar un poco mis pensamientos.-Odio esto.-Hablé al cabo de unos minutos donde parecía que el silencio nos iba a tragar a ambos.
-Yo también.-Dijo por lo bajo. Quité lentamente mis manos de mis ojos y vi que estaba prácticamente dándome la espalda.-Es una pena que te guste tal idiota, pero si es lo que sentís... no sé, no estoy en modo consejero hoy, creo.-Habló suavemente y giró su cuerpo para voltearse a verme. No parecía tan tranquilo como lo demostraba en su voz.
No dije nada, y me dediqué a mirar el suelo mientras me debatía en qué hacer a continuación. Pero nada venía a mi cabeza, que parecía que la tuviera completamente vacía, pero que a la misma vez no pudiera entrar otro pensamiento en ella.
Permanecimos en silencio por unos instantes, hasta que él se puso de pie y se excusó diciendo que tenía otro compromiso. No lo culpaba, yo tampoco quería estar conmigo misma en ese momento.
Me recosté en el sofá y cuando me di cuenta, ya estaba soñando.
El velero se sacudía con agresividad debido al fuerte viento que había, las olas chocaban y casi envolvían a la embarcación. Al mirar sobre mi hombro, noté horrorizada que el mástil estaba roto por la mitad, y que la vela no estaba.
-¡Celeste, ayúdame!-Escuché con dificultad la voz ahogada de mi madre que tenía un salvavidas y tiraba de una gruesa cuerda en un extremo del velero. Estaba completamente mojada y con el cabello pegado a ambos lados de su rostro. Corrí a ella como pude, tratando de esquivar pedazos de madera y otras cosas que no pude identificar bien. Mis pies descalzos se deslizaban demasiado por el suelo haciendo que casi cayera.
Cuando llegué a un lado de mi madre la miré y vi la desesperación en su rostro. Señaló al agua donde a unos cuantos metros algo se removía en el agua cerca del salvavidas que al parecer mi madre había lanzado al agua con el fin de alcanzarlo.
Al agudizar la visión noté que mis piernas cedían y tuve que sostenerme de mi madre. Todo mi cuerpo se sentía entumecido mientras sostenía en mis puños el suéter empapado de mi madre.
-¡Papá! Grité con toda la fuerza que pude reunir en mis pulmones. La desesperación creció en mi y lo único que me detuvo de saltar al agua en ese momento fue el fuerte agarre de mi madre en mi brazo.
-Celeste.-Habló con total naturalidad.
Comencé a retorcerme bajo su agarre para salir de él e ir a rescatar a mi padre, pero parecía imposible, cuanto más me removía, más fuerte se volvía.
-¡Papá! Mamá, tenemos que ayudarlo, suéltame por favor.-Rogaba a mi madre quien me miraba sin expresión. Me puse de rodillas y supliqué que me soltara, pero no había caso, parecía no entenderme en absoluto.
Mi llanto me ahogaba y la tormenta no cesaba. Parecía que el mundo quería conspirar para que viera morir a mi padre sin tratar de salvarlo. Cerré mis ojos mientras sollozaba con fuerza, aún sintiendo la mano de mi madre alrededor de mi brazo.