Absurdamente verdad

Capítulo 1

Ugh, ese espantoso chirrido era a propósito, por supuesto que lo era,¿de qué otro modo se podría explicar el que continuara deslizando la tiza en la pizzarra emitiendo aquel ruido infernal?

A la señora no le importaba nada, solo seguía escribiendo la definición completa de lo que eran los alcoholes, ignorando por completo los quejidos de todos nosotros que nos removíamos incómodos en nuestros asientos pidiendo clemencia por nuestros tímpanos. Pero ella lo disfrutaba, porque era ese tipo de profesor que le gustaba ver sufrir a sus alumnos, por meros rencores y metas fallidas.

Miré a Carlos, siempre tan sereno e inmaculado. Era el único que no se quejaba ni se movía, detestaba eso de él, detestaba que aceptara que el sistema educativo lo tratara como un sobresaliente y no como un niño que no había disfrutado su corta vida en absoluto por preocuparse de que ese sobresaliente nunca tambalease.

Lo había escuchado una vez hablar de que tomaba a los profesores como retos, y que incluso que le agradaba la profesora de quimica por ser como es. En cambio el resto de nosotros pensaba y sabía con certeza que aquella señora regordeta y petiza, era un demonio personificado, puesto ahí para vernos llorar, y retorcernos. Ver sufrir a los pobres numeritos que se sientan tan callados y obedientes tantas horas del día, sin decir pío, solo hablando cuando era correspondido, sin poder expresarse, porque eso es lo que hace un número, no siente.

Carlos siempre tenía el pelo peinado para atrás, como si estuviera en la iglesia, no solo a mi, sino a todos nos agarraban ganas de sacudirle los cabellos que tan perfectamente se veían, igual que él.

La profesora terminó de escribir y nos ordenó copiar, en ese momento la espalda de todos se inclinó hacia adelante sobre el banco para escribir, mientras que ella sacaba su celular del bolsillo y comenzaba a usarlo.

¿Estará usando Facebook? ¿Decidiendo qué video porno iba a ver después de clases? ¿Viendo un perrito morir? Nunca lo sabríamos, pero sí que se veía feliz, hasta tenía una asquerosa sonrisa en su rostro.

-Quiero que hagan los ejercicios que subí a la página, me lo van a entregar en una carpeta, este... ¿cuándo es la próxima vez que tenemos?... El viernes de la semana que viene, ¿les parece? Así terminamos con este tema.-Dijo mientras se ponía de pie y comenzaba a borrar. Miré a Sandra de reojo, ella estaba sentada al lado mío y empezó a suspirar ruidosamente cuando la profesora borró sin avisar lo que a ella le faltaba por copiar.Yo tampoco había terminado, pero no me hacía tanto problema con eso porque de seguro me lo pasaban.

-¿Pasó algo Martinez?- Le preguntó con tono de superioridad que hizo que quisiera gritar.

-Nada, profe, no había terminado de copiar.- Respondió Sandra pestañeando rápidamente mientras daba vuelta la hoja, tal vez de seguro no esperaba que la profesora le hablara.

-Copia más rápido, no puedo esperar por vos.- Dicho eso, borró furiosamente lo que faltaba de la pizzarra y se dio la vuelta para enfrentar a la clase.-El trabajo lo pueden hacer en equipos, porque creo que solos ustedes no podrían hacerlo para el viernes y lleva un 60% de la nota final.

Todos nos miramos entre nosotros, como pensando "¿a quién le va bien en química?". Instantaneamente mis ojos volaron a Carlos, quien había cerrado su cuaderno y sacado una libreta donde seguramente anotaba todas sus cosas pendientes. Quien hiciera el trabajo con él, lo tenía salvado de seguro.

Miré a Sandra que parecía preocupada mientras se mordisqueaba la piel de alrededor de las uñas. Su pelo rizado estaba en un moño en la cima de su cabeza, haciendo que cayeran algunos mechones en su cuello, y a ambos costados de su cara.

-Eu, Sandra.- La llamé, me miró. La señalé, y después me señalé a mí. Al hacer eso su rostro se vio dos veces más preocupado que antes. Ella sabía que me iba demasiado mal en química, y ella era un triste seis, estar conmigo solo la hunidiría en un mar de examenes. Instantáneamente señalé a Carlos. A quien muchos miraban con nerviosismo, como teniendo miedo de pedirle formar equipo, y no los culpo, el tipo era todo menos agradable.

-Dejen de hablar, por favor.- Dijo la profesora y empezó a explicar algunos ejercicios.

Mientras garabateaba en el cuaderno, vi que unos bancos más adelante, Matías se le había acercado a Carlos para seguramente pedirle formar equipos. Bajé el lápiz.

-Carlos...-Lo llamé en un intento de susurrar. Los dos pararon de hablar y me miraron.- Nada, me olvidé.

-Silcencio, me sorprende de usted Puentes.-Miró a Carlos mientras yo volvía a mi postura de antes, y Matías volvía a su asiento. Bingo. Solo esperaba que no pudieran concretar nada, aunque conociendo a Carlitos, seguro que no había mucho en la conversación, lo lamentaba por Matias.

El resto de la clase pasó tan aburrida como siempre. Cuando tocó el timbre, agarré a Sandra del brazo y seguí a Carlos que había salido del salón demasiado rápido. Lo encontramos a mitad del pasillo caminando en dirección al patio con las manos en los bolsillos.



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En el texto hay: diario, relatos de la vida

Editado: 14.04.2019

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