-Creo que ya es oficial, ¡estamos saliendo!-Exclamó Sandra mientras le daba un sorbo a su café que segundos antes la había observado silenciosamente mientras le echaba toneladas de azucar.
En ese momento sin, el centro de mi pecho sufrió una punzada. Era casi obvio lo que pasaba, y lo que pasaría después de ver tanta complicidad de parte de ambos por ese tiempo desde que habíamos ido al cine. Sabía que algo había cambiado, pero como siempre había decidido ingnorarlo hasta que fuera tan real como sonaba de la boca de Sandra en ese momento. Como si fuera un sueño hecho realidad.
-¿Y es algo bueno?-Dije mirando la mesa que nos separaba. Me había llevado a tomar una tasa de café a un lugar que parecía algo lujoso, un lugar que nunca había visitado, y estaba segura que ella tampoco.
-Me gusta Carlos... es una persona diferente a los demás.-Habló con una sonrisa risueña mientras dejaba la tasa en la mesa y entrelazaba sus dedos.
-Con diferente, ¿te referís con irritante? Porque no encuentro muchos adjetivos para describirlo.-Hablé con exasperación, no sabía porqué quería que lo viera con malos ojos, aunque sabía que eso no iba a ser posible, podía decirlo tan solo viendo su cara.
-No empieces, Celeste. No entiendo por qué lo odias tanto.-Dijo resoplando. Eso me irritó.
-Yo no empiezo nada, sabes lo que pienso de él.-Respondí tratando de no perder los estribos, más por el hecho de estar en tal sitio, que por no querer gritar.
Sandra, extrañamente, empezó a reir, y la confusión alivió un poco de mi enojo.
-Antes de todo esto, yo podía jurar que te gustaba Carlos.-Dijo entre risas, y mi mandíbula se tensó.
Mis manos empezaron a sudar. Me reí nerviosamente.
-Ay por dios.-Dije en un intento de mostrar incredulidad. Por suerte Sandra estaba lo suficientemente en las nubes como para notarlo.
-Como sea, ¿como van las cosas con Christian?-Volvió a hablar después de un momento, mientras me miraba levantando y bajando sus cejas, en un gesto sugestivo.
-¿Bien?-Contesté. No sabía que responder, ni tampoco quería ha}lar del tema, porque me tenía bastante confundida. Él era una persona increíble, y era un buen amigo, y tenía muchas cualidades, pero no sabía si me gustaba de verdad, porque no quería confundir comodidad con otra cosa.
-¿No volvieron a hablar?-Insistió en hablar.
-Sí, por mensajes.-Respondí.
-¿Y...?
-Nada.
-Agh no se puede hablar bien contigo.-Dijo mientras se tomaba lo que quedaba en la tasa y se ponía de pie.-Así que me voy, si queres nos vemos la próxima semana.-Sin despedirse, desapareció por la puerta de salida de aquel lugar.
-Felicidades por tu nueva relación.-Dije en voz baja con todo el sarcasmo del mundo.
Minuto después, hice lo mismo, saliendo por la puerta trasera. Estaba enojada con Sandra por estar con Carlos, y estaba más enojada con él por estar con ella, tenía por seguro que ninguno de ellos se quería realmente, y si estaban juntos era por alguna otra razón, no por eso en particular. Me negaba a pensar que siquiera se pudieran ver con ojos cariñosos.
Después de vagar por un rato por el centro de la ciudad con la mirada perdida entre el gentío, tratando de organizar mis pensamientos, me encontré con Christian, quien estaba con el estuche de su guitarra colgando en su espalda. Me pregunté a mi misma si era posible que una persona tan cliché existiera. Tenía consigo toda esa aura de bad boy que le quedaba como un guante, pero también al acercarte, te mostraba un lado totalemente diferente, que contrarresta con la primera impresión que suele dar. Ropa negra, o gris siempre, pelo alborotado, guitarra, ojos negros. Incluso me había enterado que estaba en una especie de banda de rock de garage. Parecía sacado de algún libro.
Cuando me di cuenta, se estaba acercando con una enorme sonrisa, la cual por inercia, imité.
-Que sorpresa.-Dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que lo escuchara.
-¿Venis de ensayar?-Pregunté. Él acomodó la correa del estuche sobre su hombro y ladeó su cabeza.
-Algo así.-Respondió con una sonrisa.-¿Tenes tiempo?
-Ahm... ¿si? ¿Para qué?
-Quiero pasar un rato contigo.-Se encogió de hombros. Y ahí estaba con sus frases clichés, que aunque no quisiera, me hizo sonreir.
Nos dirijimos a un parque que quedaba a unos minutos de donde estábamos. Tomamos asiento en una banca un poco alejada del resto.
-¿Y cómo has estado?-Preguntó cuando dejó el estuche de la guitarra a su lado.
Me sentía un poco estúpida al sentirme bien con él, al estar tan comoda bajo su mirada, que parecía estar dándome toda la atención; pero en cambio enojarme, y molestarme porque Sandra saliera con Carlos. Se sentía como si mis emociones cambiaran mínimo cien veces por hora.
-Sí, bien, ¿vos?
-Bien, aunque estaba ansioso la verdad.
-¿Por qué?-Pregunté, y me preparé para la respuesta cliché que me daría, y que de seguro haría que mi cabeza se diera vueltas.