-Me gusta la curva de tu cuello.-Miraba Carlos a Sandra, quien estaba frente al espejo de la sala de mi casa recogiéndose el cabello lo más prolijo que podía. Le sonrió en el reflejo, y a pesar de estar en mi propia casa, sentí como que sobrara.
-¿Debería llevarlo recogido entonces?-Preguntó, cuando Carlos asintió con su cabeza desde el sofá, ella terminó de recogerlo.
Hoy era el acto de fin de curso, y todos debíamos vestirnos de gala. No recuerdo el momento en el que había aceptado ir con Carlos, pero ahí estaba, sentado en la sala, con su traje, esperando que Sandra termine de arreglarse. Siempre era la última en estar lista entre nosotras.
Llevaba un vestido rojo largo, que hasta me había parecido algo demasiado para un simple acto, aquello era más para una premiación o algo así... pero es que lo lucía demasiado bien, se parecía al vestido de Jessica Rabbit, hasta diría que era el mismo.
En cambio yo, terminé usando el vestido que mi madre compró para un bautismo hace tres años, varios ajustes de su parte con hilo y aguja, y ya me calzaba como un guante.
Las cosas parecían ir bastante bien entre ellos, no podía negarlo, aunque aún me molestaba, me dije a mi misma que debería avanzar, conseguirme una vida o lo que sea y superar cualquier emoción que tuviera con respecto a esta relación. Pero al estar con ambos, no podía reprimir nada.
-¿Por qué esa cara?-Me miró Carlos con una expresión divertida ante mi mueca.
-¿Ahora te molesta todo lo que haga?-Dije resoplando. Me puse de pie para estar en un mayor nivel y poder mirarlo de arriba.
-¿Qué? Yo no dije nada...-Comenzó Carlos.
-Déjala, deben ser sus hormonas.-Rió Sandra, y me hubiera ido drámaticamente si no fuera porque estaban en mi casa.
-No empieces Sandra.-Le advertí, aunque no sabía a qué me refería exactamente. Solo no quería escuchar esa complicidad que ambos tenían. Ni tampoco ver ese brillo que mostraron los ojos marrones de Carlos cuando miró a Sandra, a quien parecía divertirle mi extraño enojo.
Odiaba a Carlos. Odio sus dientes chuecos, sus ojos marrones tan corrientes, su nariz torcida por una quebradura, su pelo siempre peinado tan perfectamente. Odiaba el ruido de su risa que sonaba un poco demasiado suave.
Pero más odiaba que no pudiera dedicarme sus sonrisas, sus miradas... el no poder acariciarle el pelo, o escuchar su risa tan cerca de mi que me podría producir hasta escalofríos.
¿Pero qué estaba pensando? No podía contradecirme más, eso solo empeoraba las cosas para mi, y hacía que me comportara aún más extraña.
Me gustaba Carlos. Y tenía que dejar de hacerlo.
-¿Nos vamos, Cel?- Preguntó Sandra dirigiéndose a la puerta principal acompañada de Carlos. Ambos me miraron.
-Tengo que hacer algo... -Los miré.-Pero ustedes tómense el uber, yo me pido otro, porque no se si voy a demorar...-Dije tratando de sonar convencida de lo que decía.
-Está bien, nos vemos allá.-Dijo Sandra, tomó la mano de Carlos, y lo dirigió al exterior, dejándome sola.
Fue bueno que mi madre estuviera en el comité de padres que contribuía con la organización, así tenía la casa para mi sola en esos momentos.
Me lancé boca abajo al sofá y escondí mi cara entre mis brazos.
Quería llorar, pero el llanto nunca vino.
Y sabía que no llegaría, pero de igual manera permanecí en esa posición por un rato, hasta que pude reunir la fuerza suficiente como para pedir un taxi y dirigirme al instituto para poder terminar con todo aquello de una vez por todas.
Unos quince minutos después aproximadamente, estaba atravesando las puertas dobles de vidrio que me dirigían al interior. Estaba infestado de gente moviendose en todas direcciones y apresuradas. Traté de encontrar a mi madre entre aquel gentío pero parecía misión imposible.
Una voz saturada provino de los parlantes que colgaban de las esquinas del enorme salón. Y pronto las personas comenzaron a organizarse rápidamente porque aquello indicaba que iba a comenzar. Fue en ese momento en el que por fin logré dar con mi madre, a quien le brillaron los ojos al verme, y sonrió ampliamente, pude sentir como mi corazón se hinchaba ante su mirada de orgullo.
El discurso aburrido y repetitivo de los profesores y director se hizo eterno, mis ojos habían casi cedido a cerrarse por completo en dos ocasiones.
-Y ahora el discurso del representante estudiantil.-No hacía falta que dijeran su nombre, porque todos lo sabiamos, incluso si los padres no sabían quien era, solo observando al alumnado, se podía identificar quien destacaba de todos ellos.
-Buenas noches a todos, mi nombre es Carlos Puentes, y fui elegido como representante este año debido a mis notas.-Sonrió, claro que eso todos lo sabíamos, no hacía falta que lo diga.-Creo que sería injusto hablar la experiencia en este lugar representando a todos, porque estoy seguro que fue bastante distinta a la mía, y todos tenemos nuestra propia visión de las cosas, pero...-Hizo una pausa para dar vuelta la hoja con su discurso.-Estoy seguro que todos tenemos ciertas cosas en común, como el estar agradecidos por esos profesores que nos ayudaron no solo en el plano educativo, a los amigos que conocimos, por quienes tuvimos nuevas experiencias, estamos agradecidos... Puede que los caminos se separen ahora, pero creo que todos tenemos un lugar aca, tenemos nuestra huella, y muchos recuerdos, buenos y malos, algunos más buenos que malos y otros, por desgracia, más malos que buenos...-Sus cejas se levantaron como si estuviera cansado.- En fin. Es el fin de una etapa que depende de cada uno de nosotros como quiere cerrarla, pero hasta aquí llegamos, y ahora lo que depare el futuro es incierto, es mucho más incierto que hace un año o dos, pero nos venimos preparando para esto, y confío en nuestras capacidades. Sea cual sea el camino que tome cada uno de nosotros, espero que conduzca a la felicidad, y que cada cierto tiempo, miremos al pasado con nostalgia, pero no con tristeza, mejor con una sonrisa. Muchas gracias a todos.-Hizo una pequeña reverencia y se volvió a sentar.