Abuelo
Mi abuelo solía encerrarse en su vieja biblioteca repleta de extraños tomos mitológicos. Pedía de manera explícita que no se le molestara bajo ninguna circunstancia cuando estaba ahí, acompañado de aquellos libros. Sólo yo, luego de unas cuantas horas me atrevía a tocar a la puerta y pedirle que me dejase entrar, cosa que él me permitía con gusto. Me pedía a la vez que me sentara en el sillón que había sido colocado frente a aquel en el que él solía sentarse. Pasaba el tiempo ahí, escuchando a mi abuelo, el cual solía contarme acerca de grandes aventuras que tenían lugar en mundos increíbles. Me describía toda clase de seres extraños y mitológicos; criaturas híbridas que la mayor parte de las veces eran mezclas entre humanos y animales. Jamás me aburría de escucharlo. Pero de todas las cosas que me contaba, la que más llamaba mi atención era aquella en la que me hablaba de un ave negra con cabeza de mujer, la cual, por lo que él contaba, tenía la facultad de hablar. Pero ni siquiera esa extraña ave con cabeza femenina podía ser tan sorprendente como el hecho de que mi abuelo era ciego.
No podía entender cómo, careciendo de la vista y sin siquiera recurrir al sistema de braille, el abuelo podía disfrutar de aquellos libros. Y cuando le preguntaba cómo es que podía leer, solía decirme.
- No puedo hacerlo. El ave con cabeza de mujer entra por esa ventana, se posa a mi lado y es ella la que los lee y me los cuenta.
Jamás creí en ese cuento infantil; más ahora, tras la muerte del abuelo donde me nombró a mí como heredero de su biblioteca y todo lo ahí contenido, cuando en las noches me siento en el sillón que él solía usar para disfrutar de uno de aquellos libros, escucho cada noche ruidos en aquella ventana que da a la calle. No me he atrevido ni siquiera a mirar, ya que mi mente no puede entender cómo es que se escuchan los arañazos de un ave en el cristal, pero la extraña voz de una mujer.
Fin