En la sala de visitas nos encontramos mi madre, Mary y yo. Las dos primeras están organizando cuantas personas necesitaremos para prepararme. No me agrada mucho la idea de agregar clases extras además de las de Will, pero no puedo contradecir a mi madre.
– Creo que no estaría mal que aprenda a bordar también – le comenta Mary a mi madre.
Suelto un suspiro por lo bajo, porque ¿es realmente necesario que aprenda a bordar? No, mejor dicho, ¿es necesario que alguien me enseñe a bordar? No creo que deba de ser algo difícil, podría aprender yo misma.
– Madre, con el príncipe William hemos estado repasado la historia de Gwest, y cómo has de saber es un tema que lleva mucho tiempo estudiar. Solo me gustaría que tomes en cuenta mis horas de estudio.
– Querida, la historia es importante, sí. Pero ahora hay otras prioridades que se deben de tomar en cuenta. Dirigir una nación de la manera correcta no solo se dará conociendo su historia. Solo busco lo mejor para ti, por lo que tus sesiones con el príncipe William serán canceladas hasta nuevo aviso. Además, seguramente el príncipe tiene muchas necesidades que cumplir en Hipton.
– ¿Cancelar las clases con Will, madre? – le pregunto, frunciendo el entrecejo.
– Es el príncipe William, señorita – me corrige Mary, pero la ignoro.
–Lo lamento, El. Pero para mí es lo mejor. Puede que en algún futuro lo retomes, si es necesario – mi madre me mira con lastima, pues sabe que mis sesiones con William era un respiro para ambos.
– Su majestad, no hay que olvidar también que la señorita Megan debe de empezar con las clases – aporta Mary.
– Es verdad, gracias, Mary. Pero hay que esperar a que el príncipe William pueda dedicarle tiempo a Megan – Le dice a Mary, luego regresa su mirada a mí –. Querida, puedes estudiar otra cosa a parte de la historia de Gwest, pues la has estudiado por años. Podríamos buscar alguien que te apoye en idiomas. ¿Te gustaría el francés? O también podría ser alemán – sugiere. Tengo ganas de suspirar nuevamente, pero es una guerra que no ganaré, por lo que solo asiento, sonriente.
Mi madre vuelve a dirigirse a Mary, sumergiéndose en una plática que me ha dejado fuera del círculo pues parece que se han olvidado completamente de mi existencia, por lo que camino hacia la puerta y salgo de la sala. Cuando cierro la puerta detrás de mí, me encuentro con mi hermanita con una gran sonrisa en la cara. Demasiado.
– ¿Estabas escuchando, Meg? – le pregunto con una ceja alzada.
– Probablemente – es lo único que contesta. La sonrisa sigue en su lugar.
– Pues al parecer comenzarás a conocer la historia de nuestro querido Gwest.
Es hasta ese momento que a Megan se le borra la sonrisa en la cara.
– Ay, no me digas eso, El – sus hombros se encogen, puesto que Meg nunca ha sido gran aficionada de la historia.
– No lo digo yo, lo ha decidido madre – me encojo de hombros.
– Está claro que también ha decido que William sea mi tutor, ¿no es así? – pregunta.
–Sabes que madre tiene la confianza puesta en Will, y yo también confío en él, Meg. Dale la oportunidad.
Megan suspira, sin poder objetar y puedo comprenderla. Cuando mi madre y Mary se juntan, no hay lugar para negarse contra ellas.
–Tenía la esperanza de que no fuera William – murmura.
–Lo sé, Meg.
Paso por su lado y le doy un apretón en el hombro. Me dirijo hacia la puerta principal del castillo. Después de unos segundos, vuelvo a oír la voz de Megan detrás de mí.
– ¿A dónde vas, El?
– Al jardín, necesito un poco de aire – respondo sin detenerme.
– ¿Gustas que te acompañe? – sugiere.
– No es necesario, Meg. Te veo más al rato.
Megan no vuelve a decir nada, por lo que supongo que en realidad no ha tenido ganas de acompañarme. Megan siempre ha sido así. Es un poco más terca y dura que yo, pero cuando alguien ha entrado en su zona, lo defenderá sin dudarlo. Mi relación con mi hermana ha sido estrecha gracias al ambiente en el que hemos crecido. De niñas nos encantaba cabalgar juntas y jugar a las guerras. Pero no frecuentábamos mucho el jardín, puesto que Meg es alérgica a ciertas flores. Al contrario, a mí siempre me han gustado, es por eso que la primavera es mi estación favorita.
Cuando estoy afuera, camino por el laberinto que está en el jardín hasta que llego a la fuente. Para mí, este lugar siempre ha tenido cierta magia. Hay algo en él que te hace sentir en paz, que te hace conectar con la naturaleza.
Me siento en la orilla de la fuente y no tardo en meter una de mis manos en el agua cristalina que está en esta. Cierro los ojos un momento, sintiendo el agua que rodea mi mano. Escuchando lo que me rodea. Si me concentro, puedo escuchar el viento susurrando.