Breggo escucha la petición de Ulfar para completar la misión de dificultad alta y que solo se debe realizar con un grupo de personas competentes. La expresión lo dice todo. Esa petición de Ulfar impacta de tal manera al dueño de la posada que se queda completamente en silencio.
Luego de unos momentos se recompone y camina hacia una de las botellas con el más fuerte licor de leche de cabra. Saca dos tarros de madera y llena ambos hasta prácticamente desbordarlos. Le entrega uno a Ulfar y el otro lo bebe él mismo de un sorbo largo y sin pronunciar palabra.
Ulfar bebe el licor que raspa su garganta y contiene un toque de amargura y picor. Es un líquido pesado y dulce que permite pasar el crudo invierno sin sufrir las bajas temperaturas. Tras disfrutar la bebida pregunta:
—¿Entiendes que es un riesgo lo que estás pidiendo?
—Si. Pero tengo que hacerlo. —responde Ulfar con mucha convicción.
—Algún motivo debe haber.
—Solo quiero formar parte de la guardia personal del señor de estas tierras.
—Puedo darme cuenta de que eres extremadamente fuerte. Lo noté cuando peleaste contra todos esos esclavistas, pero ¿estás seguro que podrás matar a esos sujetos?
—No estoy seguro…pero alguien lo tiene que hacer.
Breggo no se muestra muy convencido, aunque Haalkan le haya dicho que seguramente sea capaz. De igual manera no le queda de otra que aceptar su intención de cumplir esa misión por lo que sale de la barra en dirección hacia donde tiene un baúl cercano a la puerta donde duerme usualmente. Allí saca un cuchillo y un papel que es usado para escribir los contratos.
Primero le presenta el contenido del papel hecho con piel fina. Como Ulfar no tiene conocimiento para leer el mencionado contenido, Breggo se toma su tiempo para explicarla con cuidado:
—Este es un contrato donde se describe la misión. En que consiste y su pago. También el hecho de que si ocurre algo contigo en este caso no habrá consecuencias para nosotros.
—Eso suena extraño.
—Puede ser, pero evita que mi posada y el gremio queden mal parados. Además, si lo piensas vivimos en un equilibrio que constantemente puede destruirse.
Ulfar ve unos símbolos en el extremo derecho superior. Unos números que por su analfabetismo le es imposible leerlo. Le señala a Breggo y pregunta:
—¿Qué significa esto?
—¿Eso? Es la fecha. El año en que vivimos.
—El año. ¿Cuál es?
—Es el año 178 después de la gran guerra.
—Gran Guerra…casi doscientos años pasaron de eso.
—Si, mucho tiempo ¿verdad? Bien, continuemos.
—De acuerdo.
—Lo que tú tienes que hacer es cortar tu pulgar con esto. —le muestra el cuchillo oxidado que guarda con los contrarios. —Luego apoyar el dedo en donde se encuentra la marca en el papel y oficialmente ya estarías para empezar la misión.
—¿Así sin problemas?
—Créeme que es más complejo. Usualmente no permitiría que vayas solo, pero tienes confianza en conseguirlo así que ¿Por qué no?
Ulfar lanza una leve y cómplice sonrisa. Toma el cuchillo y apoya el filo oxidado en la yema del dedo pulgar. Mueve la cuchilla tirando hacia abajo creando un corte lo suficientemente abundante para que la sangre permita la firma en el papel.
Una vez firma el contrato con el dedo, Breggo se lleva el papel con la misma cuchilla ensangrentada lo atraviesa en el tablero de misiones con el cual decreta que hay alguien que ha tomado esa tarea.
Sigue siendo un mundo extraño para Ulfar pero está convencido de lo que tiene que hacer para cumplir con su propia misión personal. Solo espera que el tiempo sea justo con él y le permita lograrlo a tiempo.
Por la noche, Ulfar se queda una última noche por cortesía de Breggo quien le permite sin costo alguno poder descansar con un plato de comida y cerveza de leche de cabra.
Como cada noche desde que se fue de su hogar, Ulfar se recuesta contra la ventana para observar hacia las montañas. Los recuerdos de Fyarla le producen nostalgia. No ve la hora de poder reencontrarse con ella y decirle tantas cosas entre ellas sus verdaderos sentimientos. Esos sentimientos que nunca tuvo el valor, pero ella siempre ha sospechado.
Se pregunta si logrará su cometido y teme que Fyarla lo olvide una vez lo consiga.
Sus ojos se cierran, cansados de tanto pensar en todo. Antes de finalmente sucumbir ante el sueño, mira a la cama y se dirige hacia ella arrastrándose. Se recuesta agotado y permanece unos momentos mirando al techo y una mano descansando sobre su frente.
El alojamiento es áspero, pero tan cómodo que le permite sentirse a gusto, solo por un breve tiempo olvida las penurias de haber sido exiliado de su clan, pero las esperanzas no las pierde ni por un momento.
AVAVAVAVAV
Al día siguiente, Ulfar sale de su habitación y encara a las escaleras donde lo espera Breggo:
—¿Estás seguro? Puedes detenerte en este punto. Nadie va a juzgarte.
—Si quiero ser considerado para guardia personal del señor tengo que arriesgarme.
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Editado: 11.02.2025