Ulfar sigue los rastros de pisadas que se expanden a casi un kilómetro en dirección a las montañas. Su capacidad para encontrar lo que sea es tan evidente que no se escapa ningún detalle. Desde el tamaño de las personas involucradas, su peso y condiciones, así como edad. Todos esos detalles ayudan a comprender a la presa en este caso a humanos buscados como criminales.
El bosque está silencioso y sobre su cabeza el cielo se oscurece de repente. Decide apurarse para encontrar a la causa de la masacre de esos hombres y con ello averiguar dónde están los demás y desentrañar los motivos por los que se separaron del grupo.
En el camino se encuentra con un oso del bosque que acaba de cazar una cría de mamut y en el otro extremo, acechando sin escrúpulos, un tigre dientes de sable. Ambos depredadores se disputan el cuerpo mientras que Ulfar observa, espera y aprende. No puede continuar hasta que la batalla cruel y despiadada tenga un ganador y por ende el que arrebate el cadáver.
Decir que Ulfar está seguro detrás de uno de los árboles a casi veinte metros es demasiado errado ya que ambos animales huelen el aroma a sudor, suciedad corporal y también hierbas medicinales que recolectó por el camino y eso los atrae hacia él.
Tanto el oso como el diente de sable voltea y se acercan con una clara intención de añadir un humano al platillo del día. Entonces, el montañés retrocede lentamente y con las manos levantadas. Por recomendación de Breggo, si llegaba a encontrarse con alguna bestia feroz lo mejor era mostrarse grande, no temerle y para nada del mundo hacer un movimiento repentino que podría alertarlos.
El intento de escapar es un éxito, hasta que pisa una rama y apoya su espalda contra otro pino. El límite del camino es el árbol en cuestión. El diente de sable es el primero en acercarse a toda velocidad, seguido por el oso y su torpeza, pero su solo zarpazo es tan poderoso como para romper los huesos de la mitad del cuerpo:
—Ay mierda. —exclama Ulfar. Sale corriendo para encontrar algún pino y treparlo.
El felino, de porte imponente y colmillos enormes, lo sigue a tan poca distancia que si tuviera que extender las garras fácilmente lograría capturarlo. Para sorpresa tanto de Ulfar como del tigre, el enorme oso llega desde un costado y lo atropella con tal violencia que lo arroja varios metros contra la nieve.
Cuando el muchacho levanta su rostro, con mareos, ve a ambos animales acercándose lenta y amenazantes. Se pone de pie y mira sin temor. No es la primera vez que enfrenta a un oso siendo el oso de las cavernas un rival usual en las montañas y además es mucho más grande que el que tiene de frente, pero la situación es de desventaja con el diente de sable en el otro costado.
Aun así no tendría problemas para poder pelear contra ambos. Su fuerza, resistencia y capacidad de combate son reconocidas entre los miembros del clan. Combate contra un oso y un felino enorme, sería una primera demostración para poder cumplir con la misión.
Sus ojos se centran. La postura del cuerpo es firme y el temor es inexistente. El cabello se eriza en tramos intermitentes de tiempo mientras que una brisa pesada lo envuelve y luego se expande hacia las dos bestias. Se quedan paralizados de miedo y sin poder avanzar. Luego salen huyendo, así como lo hizo ese diente de sable en el lago.
Las preguntas para Ulfar se acumulan, pero el tiempo apremia y debe continuar con su viaje. Aún tiene que averiguar qué pasó con esos salvajes criminales y encontrar al resto de la banda.
Junto a las pisadas se encuentra con un rastro extraño como si se estuviera arrastrando algo afilado contra la nieve y la marca acompaña a una sola pisada, pequeña no como las de un niño, pero tampoco de un hombre. Una mujer es la primera opción. Eso le genera gran preocupación porque posiblemente haya una mujer en peligro o, al contrario, tenga que enfrentarse a una.
La capa de nieve es cada vez más fina hasta que llega a un lugar extenso en lo que parece ser otro lago congelado y a su alrededor el bosque bordeándolo. Inexplicablemente el frio se reduce y dentro del algo congelado se encuentra una persona sentada sobre una pila de cuerpos.
Aquella persona es una mujer de unos veintitantos de cabello plateado, ropa que no parece ser de ningún clan y una espada fina y larga en su mano. Ella descansa con la espada atravesada sobre la espalda de uno de los tantos cuerpos.
La chica se percata de la presencia de Ulfar pero no le da mucha importancia. Solo descansa tras una masacre en desventaja. Un hándicap a lo que parece estar acostumbrada según su tranquilidad. Sin embargo, Ulfar se siente en el borde junto a uno de los árboles y exclama que de que ella pueda escucharle:
—¿Eres la causante de esta matanza?
—¿Te agrada?
—No sería precisamente que me agrade. Al parecer esta gente es parte de un trabajo que debía cumplir. Te me adelantaste.
—¿Sí? Bueno ¿lo siento?
—¿Por qué lo hace sonar como si no supiera que hizo algo malo? No, haber, ¿hizo algo malo? —se pregunta.
—¿Podrías decirme que día, mes y año es?
—No tengo idea. Solo sé que es el año 178 después de no sé qué.
—Gracias. Ya con eso me dijiste todo.
—¡¿podrías dejarme sacarle el collar a cada uno?
#2421 en Otros
#179 en Aventura
#223 en Paranormal
#78 en Mística
aventura leyendas y misterios ., acción drama romance, aventura acción fantasía cienciaficción
Editado: 11.02.2025