Academia de Asesinos: Ulfar, martillo helado

Capítulo 6: La promesa

Diez años antes…

En el clan carmesí se vive una de las tormentas de nieve más infames de las que se tiene recuerdo. Animales adaptados para vivir en temperaturas muy bajas son enterrados por capas y capas de nieve. Mientras que los salvajes montañeses sufren las consecuencias de enfermedades que azotan a estos grupos.

Varios grupos de exploradores desaparecen y otros tanto, en búsqueda de alimentos y especialistas en recolección, también. La situación es crítica y Aalborg como líder del clan se ve en una encrucijada terrible.

Ulfar y Fyarla se encuentran expectantes sobre lo que sucederá a partir de ahora. El consejo se reúne para decretar alguna acción, pero lo que más se escucha entre los miembros del clan es que esperen lo necesario hasta que se calme la tormenta y el paso al bosque permita movilizar a los grupos para buscar comida y recursos como madera y hierbas medicinales.

Lo cierto también es que Aalborg está a favor de mantener la actividad, pero con cautela. No es una decisión que tenga adhesión y eso incluye a todos los ancianos y grupos como cazadores, recolectores, constructores, médicos, etc. Aun así, Aalborg aboga por la preservación del clan y sobre todo su hija que en aquel momento tenía dieciséis años y un idealismo a veces comparado con el de su difunta madre. Ulfar, por su parte, a sus dieciocho años de edad no era más que un talentoso peleador que busca convertirse en un gran cazador, pero el continuo rechazo de los lideres de grupo apenas es acompañante sin participación concreta.

A pesar del ambiente climatológico que azota al norte y en especial a las montañas, Ulfar y Fyarla le agradan el desafiarlo yéndose a los escasos árboles cercanos a las chozas del clan rodeando al lago. Suelen recorrer esos caminos tomados de la mano, aunque el viento frio y la nieve haga congelar hasta los huesos:

—Tu padre quizás se enoje. ¿Por qué no volvemos?

—Quisiera estar un rato más aquí. —se acerca a un tronco para sentarse. Le hace un gesto a Ulfar para que también lo haga a su lado.

—Haaaa…—se sienta sobre el tronco y Fyarla apoya su cabeza sobre el hombro de él.

—¿Cuánto tiempo crees que dure este invierno? —pregunta ella.

—Quien sabe. Los ancianos dicen que puede llegar a durar una década más. —responde Ulfar. —¿Por qué preguntas?

—¿No te intriga saber cómo es el mundo sin toda esa capa blanca? Yo sí y desearía al menos una vez observar largos campos verdes y bosques frondosos. El agua que no tenga que estar congelada y te permita bañarte en ellas. Desearía ver más allá de las montañas.

—Están los esclavistas y…

—Ya lo sé y eso es lo que siempre dice mi padre. —se pone de pie y mira a Ulfar. Luego sonríe cálidamente. —Ven, quiero mostrarte algo.

—¿Qué es?

—Solo ven.

Ella lo toma de la mano y lleva hacia un árbol que no parece tener gran tamaño debido a su juventud, pero el encanto que posee hace que la joven se sienta atraída. Acaricia la corteza y apoya su frente contra ella. Vuelve a tomarle de la mano a Ulfar y lleva hasta el árbol para que lo contemple:

—Bello ¿verdad? —exclama Fyarla.

—Es un árbol…—dice irónico.

—Si, pero…representa nuestra juventud. —saca de su bolsillo un cuchillo hecho con madera y una roca afilada. —Quiero…que hagamos una promesa. ¿Huh?

Ulfar le quita dulcemente el cuchillo y acaricia el rostro de Fyarla. En silencio se dirige hacia la corta a la cual acaricia y luego apuñala y arrastra sobre la corteza. Forma un círculo el cual Fyarla hace reír a carcajadas ya que él no sabe leer ni escribir y el único formato de escritura que tienen es de símbolos. Las letras “FcalU” con símbolos difíciles de reproducir salvo si se es de las montañas, quedan impregnadas bajo también una promesa de cariño entre dos amigos que nunca se han separado, aunque el líder lo intentara.

Tras escribir eso sobre la corteza del árbol, Fyarla guarda el cuchillo y abraza a Ulfar con mucha fuerza mientras se aferra a su mano. Como es de costumbre, él le devuelve el cariño siendo Fyarla a la única persona que llega a demostrar afecto, cuidados y preocupación:

—Pase el tiempo que pase voy a quererte. —exclama Ulfar.

—Gracias por ser mi fuerza. Te quiero mucho. —se aferra más fuerte al cuerpo de Ulfar con un sentido abrazo. El corazón de su amigo lo siente acelerado por los nervios de tenerla pegada a su cuerpo. Es una reacción normal y sobre todo cuando se está junto a la persona que más quiere. —¿Te sientes bien? —pregunta inquieta por cómo se ha acelerado su corazón.

—Si, lo estoy más que nunca. —responde envolviéndola con sus brazos fuertes sobre su cabeza y acaricia la espalda de Fyarla.

Por la noche en las afueras de la choza donde descansan Aalborg y Fyarla se escuchan sonidos de aves algo distorsionados, poco naturales. Fyarla abre sus ojos y mira hacia la entrada. Reconoce felizmente ese sonido así que sale de su cama y pone su abrigo de piel de oso que le cubre desde los pies hasta la totalidad el cuello para soportar el frio.

Antes de retirarse hacia afuera observa que su padre siga durmiendo. Da un vistazo y lo ve dormido y escucha sus ronquidos caracterizados por ser demasiado sonoros.




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