El dueto compuesto por Ulfar y Hilde llegan hasta la posada donde ven a un grupo de hombres acosando a una mujer en la puerta. La chica está asustada mientras los hombres la fuerzan a que vaya con ellos “a donde puede divertirse mejor” reconociendo la estratagema tan cobarde que tienen.
Hilde da un paso para poner fin a la tortuosa experiencia de la joven, pero se le adelanta Ulfar con una incontenible sed de sangre. Imposible ignorar tan presión que emana. Uno de los hombres observa cómo se acerca el joven de más de metro noventa y lo intercepta parándolo con la mano en el pecho, pero en su estado de furia toma del rostro al sujeto y lo empuja varios metros contra la nieve. Deja en claro que su fuerza es distinta.
Los acosadores se dan media vuelta y la chica aprovecha para salir del círculo en el que ha caído para refugiarse detrás de Ulfar. Hilde la contiene mientras el salvaje montañés no detiene su andar:
—¡¿Qué es lo que te pasa imbécil?! ¡arruinaste el momento con nuestra amiga! —arremete verbalmente uno de ellos.
—¡¿Amiga?! ¡¿Cuál es tu problema tarado?! —dice la joven salvada.
—¡Puta, basura, inservible! —insulta otro de ellos.
Ulfar no habla, pero de sus hombros se asoma un destello eléctrico oscuro. Acto seguido los ocho hombres caen debilitados hasta que pierden el conocimiento. Breggo sale de la posada y ve al grupo sobre el suelo blanco y mira a Ulfar con Hilde y la otra chica. Su expresión es la de un hombre agradecido de que no haya pasado a más la situación. Se funde en un abrazo amoroso con la mujer:
—¿La conoces? —pregunta Ulfar.
—Es su hija. —dice Hilde.
—Hola Hilde. Ha pasado tiempo. —exclama Breggo al ver a Hilde.
—Muchas gracias por ayudarme. Se los agradezco a ambos. —exclama la joven. —Me llamo Alika.
—Soy Ulfar. —exclama sonriendo.
—Hilde.
—¿Por qué no pasan? Hay mucho de qué hablar. —dice Breggo.
Ulfar sigue a Hilde por detrás para preguntarle en voz baja al oído:
—¿Cómo es que se conocen?
—Es una larga historia.
—No es tan larga, pero si compleja. Los oí. —exclama Breggo.
—Oh, jejeje, lo siento. —sonríe incomodo Ulfar.
Se les acerca Alika con expresión curiosa:
—¿Son pareja?
—¿Heh? —reacciona abruptamente Hilde.
—¡N-No, no para nada! —se exalta Ulfar.
—Jajaja, tranquilos. No parecen tener esa relación. A decir verdad, parece que tu tienes a alguien en el corazón y en la mente. Un amor no correspondido, pero no por ella sino por las circunstancias.
—Alika ¿Qué te he dicho de sobre analizar a las personas? —pregunta Breggo.
—Lo siento padre.
—¿Sobre analizar? —pregunta Ulfar.
—Si, Alika tiene una habilidad demasiado extraña. Puede observar apenas a una persona que ya en pocos segundos averigua todo. Absolutamente todo sobre las personas. —explica Breggo.
—¿Enserio? Eso es increíble.
Para Alika, esas palabras llenan su interior encerrado en sentimientos de cuidado y rechazo hacia su propia habilidad especial. Breggo lo considerado inoportuno al punto de que cualquier persona o grupo si llegasen a enterar de su condición podrían raptarla y usarla para diferentes fines.
Breggo los lleva hasta una de las mesas. Les indica que tomen asiento aprovechando que en la parte de la taberna está vacío y pueden hablar sin problemas. Alika se les une ya que tiene que aprender del oficio y poder heredar la posada. Breggo siempre quiso un hijo varón, pero por azares del destino Alika es el futuro de la familia.
Breggo regresa con una bandeja y cuatro jarrones llenos de líquido. Tres de esos jarrones llenos de cerveza pura de la costa y una de licor de leche de cabra. Hilde da un ligero sorbo mientras que Ulfar sorbe despreocupadamente. Producto de la sed se vacía muy rápido, pero Ulfar tiene una resistencia al alcohol inmensa.
Hilde apoya con suavidad la jarra y mira con ojos prejuicios a Breggo a quien le dice:
—Ten mucho cuidado con lo que le pides a Ulfar. —en tono amenazante.
—¿Por qué dices eso?
—Ya sabes por qué.
—Esa misión no tenía ni idea de que fuera una trampa para viajeros.
—¿De qué están hablando? ¿Cuál misión? —pregunta Ulfar.
—Hubo un tiempo en que yo trabajé aquí haciendo misiones. Un día elegí una de las misiones más complejas que consiste en matar a un diente de sable y traer sus colmillos. El producto era lo importante el animal no. Solo parecía una misión común y corriente…
—¿Y qué pasó? —pregunta Ulfar.
—Era una trampa ideada por esclavistas para capturar gente habilidosa para venderla y emplearla para lo que sea. Piratería o guardias de caravanas de esclavos. —exclama Hilde. —Cuando intentaron acorralarme no tuve de otra que matarlos a todos. Un total de veinticinco idiotas que desconocían mis habilidades. De eso…hace cinco años…
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Editado: 11.02.2025