Academia de Asesinos: Ulfar, martillo helado

Capítulo 8: La montaña Halliven

Unos días después, llegan hasta el río que rodea la base de la montaña. Sin presencia de depredadores ni otros peligros a su alrededor se predisponen a continuar con su camino.

Ulfar protegiendo el frente mientras que Hilde la retaguardia. Nunca despegan la vista sobre Alika, posiblemente la preocupación más grande de ellos.

En los días que transcurrieron desde que Alika se les unió, tanto Ulfar como Hilde enseñaron a combatir usando la cuchilla que la joven trae consigo. Unas horas de entrenamiento, consejos de como usar el arma y por supuesto aprender a usar otras habilidades que beneficien a su día a día si es necesario.

En un principio Hilde se había posicionado en contra de esa idea, pero Ulfar le hizo entrar en razón de que ayudará que sepa defenderse y no dependa tanto de ellos. Y a pesar de que Alika se mostrara muy torpe durante los entrenamientos al final acabó por volverse hábil con la cuchilla y en tiempo récord.

Ulfar pisa el borde de donde fluye el río y siente como el frío del agua llega hasta el pie. Mira hacia la montaña con desconfianza. Presiente que algo está raro allí así que saca el mapa que Breggo les entregó y mira las indicaciones recibidas. Hilde se acerca a él:

—¿Está todo en orden? —pregunta Hilde.

—Si, solo reviso que el mapa esté en lo correcto. —exclama Ulfar. —Breggo me explicó un poco sobre cómo interpretar mapas, aunque sigo estudiando para mejorar.

—¿Q-Quieren que lo revise? —pregunta Alika tímidamente.

—¿Tu sabes como leer un mapa? —se sorprende Ulfar.

—Un poco. Mi padre me enseñó. Ya saben, si tengo que hacerme cargo de la posada debo saber como leer un mapa entre otras cosas. —al decir eso ultimo lo dice en tono amargado y triste.

—De acuerdo. Ten. —dice Ulfar.

Le entrega el mapa para que Alika lo interpretase. Se toma unos momentos para revisar desde donde partieron y la dirección correcta. Ulfar y Hilde, mientras tanto, calculan la profundidad del rio tan salvaje frente a ellos.

La profundidad es muy baja por lo que se puede circular sin problemas, aunque el frío es la verdadera prueba que tienen que afrontar. El agua se encuentra a muy baja temperatura.

Pasan unos minutos hasta que Alika termina por fin de interpretar el mapa. Les muestra tanto a Hilde como a Ulfar donde se encuentran:

—Nos encontramos aquí…—señala junto al rio dibujado.

—El rio eso significa que estamos en el camino correcto. —exclama Hilde.

—Aún así ¿Por qué siento como si algo está extraño aquí? —se pregunta Ulfar.

—¿Ulfar? —pregunta Hilde.

—Oh, lo siento. Entonces sigamos. Nos espera un camino mucho más difícil.

Se adentran al rio donde las corrientes parecen fuertes y salvajes, pero solo las aguas les llegan hasta por debajo de las rodillas.

En un acto de torpeza típico de aquellos que no están acostumbrados a las grandes distancias y terrenos accidentados, Alika tropieza y cae al agua helada. Rápidamente Hilde ayuda a la joven a reincorporarse y Ulfar en un acto reflejo la envuelve en un abrigo de piel grueso y la levanta entre sus brazos. Se apuran para refugiarse dentro de una caverna que se ve a simple vista.

Primer Hilde revisa que no haya nada ni nadie dentro. El fondo de la caverna es lo bastante corto como para que no habitase ningún animal así que es seguro para los tres.

Ulfar se apura para encender la fogata mientras que Hilde cubre lo más que puede a Alika para soportar el frio y no se enferme:

—¿Ulfar? —pregunta Hilde mirando hacia atrás donde él está con el fuego encendido y cocinando un estofado de verduras. Ayuda a la adolescente a moverse hacia el fuego.

—Estoy en eso. —responde Ulfar. —¿Cómo te sientes Alika? —la mira.

—T-T-Tengo…mucho…frio…—dice entre temblores fuertes.

—Tienes que mirar donde pisas. —aconseja Hilde, aunque con expresión bastante malo como para que Alika lo sienta así.

—S-S-Si, lo siento…

—Ya, ya, no seas tan dura con ella. Ten. —dice Ulfar y le extiende un poco del caldo del estofado. —Te ayudará a calentarte.

—G-Gracias. —agradece con una sonrisa inocente.

La noche avanza sin problemas, pero la sensación que recorre el cuerpo de Ulfar genera preocupación. Algo no está bien con la montaña. Una montaña que tiene mote de “gran maldición del norte” o “la maldad en tierras heladas” no es para tomarlo a la ligera.

Alika se queda dormida cerca del fuego, mientras Hilde y Ulfar tienen una reunión afuera de la caverna junto a un árbol frente a la entrada. La muchacha de cabello plateado se muestra reacia y recalca muchas veces que no es buena idea que Alika tenga que viajar con ellos. Pero, aunque sus deseos fueran otros, la realidad es que la chica ya está en territorio peligroso.

Ulfar sonría y le acaricia la cabeza, algo que no está acostumbrada Hilde, pero lo agradece en silencio:

—Ulfar desde que llegamos aquí te noto raro. ¿Desconfías de las montañas?

—Algo me tiene alterado. Como una serie de inquietudes y dudas.




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