—¡¿Cómo está?! —pregunta Ulfar sin apartar la mirada sobre el oso.
—¡Muy herida, tenemos que llevarla de regreso o no sobrevivirá! —exclama Hilde.
—¡De acuerdo, adelántense! —dice Ulfar.
El oso lanza otro rugido mucho más poderoso que el anterior. Animales quedan en un estado de miedo tan profundo que salen despedidos para alejarse del gran depredador. Sin embargo, Ulfar no se inmuta, sino que avanza con una determinación característica de él.
Una explosión sobre la nieve hace que se forme una columna varios metros hacia las alturas. Ulfar cruza sus brazos antes de que el oso lo envista con su cabeza. Apenas lo mueve. Luego, el montañés lo toma del cuello, gira y usando el peso de la bestia lo avienta contra el suelo con una monstruosa fuerza. Alika y Hilde no creen lo que están viendo.
El muchacho pelea de igual e igual frente a un animal de leyenda al punto de estar derrotándolo sin problemas. Su fuerza somete y hiere con puñetazos en el rostro del oso. La velocidad con la que se mueve para efectuar los ataques y reflejos para evadirlo son tan precisos que sin duda llena de desesperación.
Cuando el oso alcanza a darle un zarpazo contra el lado izquierdo, Ulfar lo soporta porque un aura azul cubre esa zona. Luego con su puño imbuido en aura roja le golpea la mejilla y manda a volar contra una gran roca:
—E-Esto es imposible. Se supone que ese oso es el de la leyenda. Es un come hombres que por décadas ha estado causando caos en estas tierras. Jamás imaginé que fuera real pero tampoco me imaginé que…Ulfar…un simple montañés tuviera la fuerza y capacidad de combate como para someterlo con tal facilidad. ¿Quién? ¿Quién es este chico? —piensa Hilde con una perspectiva renovada y algo temerosa sobre el alcance real del poder y fuerza de Ulfar. Alika se queda también estupefacta. —Alika, ayúdame a llevar a esta chica. ¡Rápido!
—S-Si, discúlpame. —responde. Vuelve a mirar a Ulfar. —Que increíble es Ulfar. —piensa sorprendida.
Mientras, Ulfar domina al oso de tal manera que lo incapacita unos breves momentos al romperle la pata de un puñetazo y luego da otro en el abdomen. El depredador lanza un nuevo rugido muy cerca del rostro del joven. Por respeto no se inmuta ni se aparta. Se permite recibir esa voluntad de seguir luchando que trae consigo el animal.
La pata con sus amplias y filosas garras se levantan y apuntan a dar contra el cuerpo del montañés. Él da un salto tan alto que acaba elevándose sobre la cabeza del oso. Apenas se da cuenta, levanta la cabeza y ve a Ulfar cargar su puñetazo:
—Lo siento por acabar con tu vida y…muchas gracias por haber nacido y permitir que tu existencia nos beneficie. Haré que tu cuerpo sirva y no se desperdicie. Te lo prometo. —exclama con una expresión nostálgica al recordar las costumbres de su gente. Mientras, el oso muestra temor desde sus ojos como si no deseara morir, aunque lo más extraño es que no se defiende.
Del puño derecho de Ulfar sale un estallido de aura color rojo y de un puñetazo sobre la cabeza le rompe el cráneo y automáticamente muere sin siquiera darse cuenta. Un golpe limpio sin sufrimiento. Ulfar elimina una leyenda de mucho tiempo en un instante, pero siente tristeza una vez aterriza y se para frente al cadáver del animal de casi cuatro metros.
Le acaricia el hocico y la cabeza que aún permanecen calientes.
Ulfar apoya su frente contra la cabeza del titan bear y hace unas oraciones practicadas en su clan y luego saca su cuchilla para enterrársela en el cuello y empieza a cortar para arrancarle la piel. Piensa en Hilde y Alika para otorgarles una vestimenta en base a piel de ese oso de leyenda.
En ese momento, Hilde y Alika buscan mantener caliente el cuerpo de Gyara colocándole muchas pieles y enciendo una fogata. Se mueven muy rápido ya que varias partes del cuerpo tienen heridas y eso puede atraer la necrosis:
—Hilde ¿Qué sucedió? —pregunta Alika.
—¿Con que? —responde Hilde.
—Con el clima. Se supone que debería estar nevando intensamente por esta zona, pero…el cielo está despejado y la tormenta de nieve está demasiado débil.
—Claro, ella no lo notó del todo debido a que cuando Ulfar golpeó al oso estaba luchando para que la ventisca no ocasionara problemas en su visión. —piensa Hilde. —Fue el golpe de Ulfar, por alguna razón que desconozco cuando golpea al oso sacudió al viento y provocó que surgiera una onda expansiva tan fuerte que se elevó y abrió el cielo. —explica.
—¿Tiene lógica tal cosa?
—Ja, no, la verdad que no, pero eso fue lo que pasó. —exclama sonriendo. —Aun así, no puedo imaginar la clase de fuerza o poder que posee Ulfar. ¿Quién es en verdad? —se pregunta.
Alika mira el suelo nevado y reacciona con ciertos detalles que la hacen caminar por los alrededores. Hilde, comprendiendo que puede ser parte de su habilidad, observa detenidamente a la joven.
Los murmullos que salen de la boca de Alika. Sus idas y vueltas tocando el terreno y calculando distancias permiten sacar una conclusión. Como efecto secundario y doloroso para ella, cuando se trata de personas fallecidas ella siente todo lo que ocurrió e incapaz de soportarlo empieza a llorar y abraza su pecho:
—¿Alika? ¿Qué te ocurre? —se percata Hilde.
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Editado: 11.02.2025