En las montañas, Fyarla entrena su cuerpo saltando de rama en rama y lanzando sus flechas hacia objetivos colgados como bolsas rellenas con rocas o barro. Su puntería es certera a la vez que asombrosa para alguien de su edad siendo los más consagrados con su experiencia los que destacan, pero ella supera con creces.
A pesar de ello, Fyarla no deja de pensar en Ulfar. Lo extraña. Lo sigue esperando sin falta. Lo ama demasiado como para no añorar por su regreso triunfal y tomarla como su esposa.
Una de las flechas es dispara con tan poca fuerza que el viento invernal la desvía y se dirige hacia una persona que se acerca lentamente. Esa figura se mueve hábilmente a un lado y la esquiva. Fyarla se pone en guardia apuntando con su arma a la cabeza de esa persona:
—Podría atravesarle el cráneo a un alce desde esta distancia así que piénsatelo antes de dar otro paso. —amenaza Fyarla al ver que esa persona es un hombre joven de su misma edad vestido como montañés, pero apariencia que no es para nada a la de un carmesí.
—Lo siento. —levanta sus manos y sonríe amistosamente. —Me llamo Herbar y soy…
—Pareces del clan vecino. —dice Fyarla sin apartarle la vista con su flecha apuntándole a la cabeza. —Tienes diez cinco segundos para explicar que haces aquí en nuestro hogar.
—Bueno, tu padre me dijo que estabas aquí. Además…pudimos llegar sin problemas porque el camino obstruido ya fue despejado por obra y gracia de Gaia, la madre naturaleza.
—Oh. —baja su arco.
Fayrla se baja de una de las tantas ramas altas dando un salto al vacío. Cae con sus dos pies apenas tocando el suelo llevándose la sorpresa el joven que recién la conoce. Herbar aplaude y sigue sonriendo causando una gran molestia en Fyarla. No le agrada las personas que se esconden tras una máscara de amabilidad o positividad constante y eso lo ve en Herbar.
Tras aterrizar de manera elegante como si fuera un águila que va en busca de una presa, Fyarla camina hacia su choza que se encuentra muy cerca, no sin antes pasarle por al lado de Herbar y empujarlo mientras dice:
—Si vienes aquí para querer conocerme…yo ya lo hice y simplemente diré que…no me interesas en lo absoluto. —al decir esto da media vuelta y mira con desprecio al muchacho.
Se aleja dejando solo al muchacho.
Herbar sonríe sintiendo un leve cosquilleo en su pecho. Lleva su mano hacia su frente y empujando el flequillo de su cabellera semi larga color castaño esboza una expresión feliz y entusiasta:
—Con que ella será mi futura esposa. Cielos, que delicia será poder doblegarte una vez estemos casados. —murmura y relame sus labios.
Frente a la choza de Fyarla, ella se encuentra conversando con su amigo de la infancia Orsded acerca del encuentro que tuvo por la tarde con Herbar. En un principio, Orsded se ríe a modo de burla causando que ella se disguste y le golpee en medio de la cara con su puño. Sin embargo, frunce el ceño dando vuelta la conversación a un ámbito más serio:
—¿Qué opinas de él? —pregunta Orsded.
—¿Qué que opino? No puedo decir mucho solo que será la persona que mi padre desee que me espose. No podría caer más mal. —responde Fyarla con gran molestia.
—Si, tienes motivos para odiarlo. Además…
—¿Qué?
—¿No notaste una desagradable sensación de que algo no estaba bien con él?
—¿En qué sentido?
—¿No se ha dado cuenta? Ese tipo debe ser bueno ocultando sus verdaderas intenciones. —piensa con sospechas. —Cuando su grupo llegó podía sentir que algo destacaba del resto, pero no era un algo positivo, más bien era como si tuviéramos que ponernos en guardia. No estoy seguro pero ese sujeto es realmente peligroso. Por favor, hagas lo que hagas…ten cuidado de él. —le pide Orsded.
—Orsded. Muchas gracias por tu preocupación.
—Solo te advierto. Al final tengo que cuidarlos a ambos. A ti por ser demasiado torpe y a Ulfar cuando regrese triunfante. Y más le vale que te tome como esposa porque estas molestias que me tomo por ustedes tendrán que devolverlas…nombrando a su hijo Orsded ¡jajaja!
—¡Oye no seas tan presuntuoso maldito tonto! —se sonroja y continúa golpeándolo.
Orsded se siente en la necesidad de proteger a Fyarla, ahora que Ulfar lucha más allá de las montañas en territorio desconocido, cualquier podría pasar.
Nadie lo sabe más que Orsded, Aghuna y Fyarla que muchos esclavistas se aventuraron desde hace un par de años hacia las montañas con el afán de obtener mercancías humanas y todos fueron expulsados por Ulfar. Sin embargo, nunca de manera directa, más bien eliminaba los caminos o emboscaba con avalanchas y arrojando rocas con todas sus fuerzas en algunas ocasiones produciendo daños graves a los audaces esclavistas.
Ulfar protegía con extremo recelo la seguridad del clan a pesar de que muchos lo discriminaban por no ser carmesí puro.
A lo lejos, Herbar observa detrás de un árbol como Fyarla abraza a Orsded y se retira con una agradable expresión que le da asco al joven. Siente deseos perversos de borrarle la felicidad de la cara y llenarla de desesperación, violencia y odio.
Sintiendo una mirada malintencionada a lo lejos, Fyarla observa hacia ese lado obligando a Herbar a ocultarse. Ella se da cuenta de su presencia puesto que es usuaria del origen de la observación, aunque lo ignora creyendo que son sus capacidades como arquera experta y sentidos ultra desarrollado lo que le permiten saber dónde se encuentran los enemigos o cualquier persona.
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Editado: 11.02.2025