Academia de Asesinos: Ulfar, martillo helado

Capítulo 15: Inicio de la cabalgata

Al día siguiente por la tarde, los chirridos de carretas y herreros martillando pedazos de metal resuenan con mayor fuerza. Los caballos relinchan mientras son llevados por sus jinetes hacia las afueras del campamento. Murmullos de hombres ayudándose entre sí para desarmar las tiendas de madera y transportar el valioso recurso de regreso a Rhusk, capital de Rivahan y hogar de los famosos jinetes del norte.

Ulfar abre sus ojos y lo primero que hace es quejarse por haberse desmayado otra vez y en una situación importante. Recuerda que eso le pasaba mucho en las montañas cuando era apenas un niño. Ya de adulto no le preocupaba en lo absoluto, ya que dejó de pasarle, pero ahora que los episodios regresaron le preocupa. Por suerte para él, Haalkan entra a su tienda para ver que estuviera bien y lo encuentra sentado sobre la cama.

Aún sigue dormido, agotado y bastante preocupado. Su frente está llena de sudor y no es para menos, tuvo fiebre durante la madrugada, pero una vez más su capacidad de recuperación actuó velozmente:

—¿Cómo te sientes? —pregunta Haalkan.

—Cansado pero un poco mejor. ¿Acaso tuve fiebre? No puedo creer que de nuevo me haya ocurrido. Hacía tiempo no pasaba. —exclama Ulfar.

—¿Hacía tiempo no pasaba? ¿ya te había ocurrido antes? —pregunta Haalkan.

—Cuando era un niño. Tengo recuerdos muy vagos donde siempre iba con la abuela Aghuna para que me curase los desmayos. Me hacía beber un té horrible, jejeje. —sonríe al contar esa anécdota. —Pero me curaba bastante rápido.

—Por lo que me contaste antes, tú eres mitad montañés y mitad oriental. ¿Verdad?

—Si. Mi padre era esclavista de oriente y mi madre una cazadora del clan carmesí.

—Tiene sentido.

—¿Enserio?

—Habrás sufrido de muchos desmayos porque tu capacidad pulmonar no tiene mucha capacidad como la de cualquier montañés sino te adaptaste lo suficiente. Padeciste los efectos de las alturas tan altas de niño y actualmente no haría efecto porque te acostumbraste.

—¿Y porque me siento así ahora?

—Porque esa enorme capacidad pulmonar que adquiriste ahora debes moderarla ya que no estás en las montañas sino en terreno bajo. Ya llevas varias semanas por estas regiones bajas así que no tendría que volver a pasarte.

—Eso es bueno, supongo.

El capitán se acerca a una silla de madera y arrastra hasta la cama. Se sienta dejándose caer sobre la silla. Larga un suspiro y mira hacia el techo sin decir una sola palabra. Ulfar solo mira con cierta ansiedad. Quiere preguntarle sobre como terminó el combate y que pasará de ahora en más. El nerviosismo lo carcome por dentro. Necesita saber lo que pasó y pasará.

Haalkan vuelve la mirada hacia Ulfar:

—¿Recuerdas lo que pasó en la pelea contra Markus? —pregunta Haalkan.

—Lo último que recuerdo, siendo honesto, es que estaba por defenderme de ese golpe. Eran mis ultimas fuerzas y estaba listo para contraatacar con todo. —explica el montañés mirando a sus manos las cuales frota para mantenerlas calientes.

—Si, eso es lo que todos vimos.

—Pero algo me detuvo. Me quedé petrificado. Mi pecho empezó a arder. No podía respirar y mis sentidos empezaron a fallar. Sin darme cuenta ya estaba cayendo y mi vista se volvió borrosa. De ahí en más no recuerdo más nada. Luego despierto aquí de nuevo.

—Si. Es el efecto de cambio drástico de altura, aunque puede ser algo más. Lo sabremos con el tiempo.

—No comprendo.

—Cierto. Ven. —Haalkan extiende su mano. —Hemos decidido los capitanes que mereces un lugar en la guardia personal del Jarl. A partir de ahora seré tu capitán. Bienvenido Ulfar.

—¡¿E-Enserio?! ¡¿y las chicas…?!—se emociona con una expresión feliz.

—Descuida. Ellas estarán con Helga, capitana de las escuderas protectoras de Gyara. Además, serán entrenadas por ella, aunque Hilde no creo que requiera ya que por lo que dice es miembro de esa orden de asesinos en el sur. Pero Alika si necesitará entrenamiento.

—Eso…en verdad que es un alivio.

—Haaa…siempre preocupándote por los demás. —sonríe Haalkan. —Descansa un poco más y apúrate en comer algo y tomar todas tus cosas. Nos vamos.

—¿A dónde?

—¿Creíste que nos quedaríamos aquí para siempre? Nos regresamos a Rhusk, capital de Rivahan. Estamos a unos tres días con todo lo que tendremos que llevar y en tiempo normal nos tomaría un día. En fin, no te tardes.

Haalkan recorre toda la tienda para salir de ella. Ulfar siente unas muy gratas ganas de saltar feliz ya que su objetivo central ya está cumplido. Ahora su próxima meta es destacar entre todos los jinetes. Pero en ese momento para él es ir a ver a las chicas ya que podrían estar esperando novedades de él así que sale de la cama y busca su ropa para salir de la tienda.

Una vez puesto su ropa, Ulfar sale de la tienda el sol impacta de lleno a sus ojos contrastando con las bajas temperaturas del ambiente. Ve a muchos jinetes moverse con sus caballos hacia la misma dirección. Son decenas moviéndose y transportando madera, carros que llevan a herreros y sanadores. También transportan pieles y carne de animal, las cuales gracias a las temperaturas tan bajas se logran conservar bastante bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.