Los días pasaron y tanto el grupo de Markus como el de Haalkan iniciaron su marcha hacia el sur. Como es de esperarse, Ulfar los acompaña con la intriga de saber si su propio clan está envuelto en eso ya que la frontera del sur está sobre la cadena de montañas.
Antes de marchar junto con, exactamente, cuatrocientos setenta hombres y mujeres, Ulfar se despide con un cálido abrazo de Alika, quien ya es para él una hermanita pequeña. Hilde como siempre se muestra solemne, pero con su estilo propio para pedirle a Ulfar que tenga cuidado como lo es golpearle el pecho y mirar a otro lado, pero con la voz temerosa por la integridad de su amigo.
Con la intriga de lo que puedan llegar a encontrarse en aquella zona, Ulfar marcha sobre su caballo obsequiado por Gyara ante la vista de todos los habitantes de la capital, Rhusk, quienes los despiden como héroes. Les tiran flores, otros las toman con sumo cuidado mientras marchan con sus caballos. Gyara sonríe a Ulfar y asienta con su cabeza mientras arroja en su dirección una bella flor azul que se dice, trae consigo la suerte de los valientes en tierras congeladas.
Sarko y los sacerdotes de los templos dan su bendición con oraciones en un idioma muy antiguo y que solo la nobleza y hombres de fe pueden recitar.
Durante la tarde, Gyara se reúne con Helga para pedirle un favor por lo que le invita al gran comedor a beber un poco de bebida hecha con jarabe, mantequilla dulce, agua y un toque de cerveza cosa de que no pueda afectarle el alcohol. Esa bebida se suele servir para los niños y es muy popular cuando las temperaturas son excesivamente bajas. La joven solo puede beber eso ya que su padre no permite que lo haga, al menos hasta cumplir la mayoría de edad.
Por su parte, Helga recibe un jarrón enorme de cerveza al igual que su acompañante y mano derecha, Ivika. La joven doncella se adelanta dando un sorbo a su líquido y luego enfoca su atención en las escuderas que se encargan de protegerla:
—Beban ¿sí? —sonríe con una calidez que causa en Ivika una sensación de maternidad enorme. Helga, simplemente, mantiene la seriedad y bebe su cerveza.
—Señorita, nos convocó aquí específicamente para algo. ¿Sucede algo? —pregunta manteniendo la compostura. Gyara ve en Helga una hermana mayor y se conocen desde que la joven rubia era una niña pequeña por lo que el nivel de confianza entre ambas es muy grande.
—Si. Como sabrán, hay problemas en el sur y no soy ajena a esa información. Parece que mi padre quiere prepararme todo lo que puede para que sea una Jarl competente. Estuve pensándolo con cuidado y…—mira a Helga a los ojos. —Necesito volverme alguien competente no solo en el terreno de la política sino en la batalla o al menos en el territorio que gobernaré. También tengo que conocer aún más a nuestra gente, saber de sus problemas. No quiero ser una Jarl que dedique sus días solo mirando a todos desde su palacio. Quiero saber que pasa y ayudar a todos.
—Esta chica…—piensa Helga con sorpresa. —No se está quedando solamente con el hecho de poder gobernar algún día en el trono, sino que desea aprender y ayudar involucrándose no solo como política. Ciertamente no es como su padre, más bien parece como su madre que descanse en paz. —añade mientras la sigue escuchando.
—¿Cuál sería su idea señorita Gyara? —pregunta Ivika.
—Pensaba en recorrer más allá de Rhusk.
—¿Más allá de Rhusk? —pregunta Helga. —¿Es que acaso no recuerda que estuvo en grave peligro a merced del oso? —regaña a su protegida.
—Lo entiendo y si no fuera por Ulfar y sus compañeras que ahora están bajo tus ordenes yo no estaría aquí con vida. Solo quiero ayudar a mi gente como en verdad lo haría un gobernante. ¿Acaso está mal eso? —expresa Gyara sus sentimientos mas profundos y la angustia con la que carga ese peso de ser la única hija del Jarl.
—Tiene un buen punto Helga. —exclama Ivika.
—Haaaa…ciertamente lo tiene, pero no es como si fuera tan sencillo como permitirle salir. Tendría que ser en los senderos seguros. También acompañada por una cuadrilla grande de escuderas. Actualmente somos ciento sesenta en total, pero con el refuerzo de la seguridad en Rhusk y todo el meollo del sur y las fronteras con los demás Jarldoms…seriamos unas veinte o treinta en el cuartel. Sumados también al hecho de que la mitad tendría que quedarse por si las dudas contándote a ti Ivika.
—Entiendo que mi solicitud puede que supere el limite de sus fuerzas y no es un buen momento para tal atrevimiento, pero siento que necesito hacer esto y confío plenamente en ustedes. —dice Gyara.
Helga se toma la cabeza y permanece en silencio unos momentos. Gyara e Ivika quedan a la espera de su respuesta. La tensión abruma a la vice capitana y a la joven noble.
Gyara espera ansiosa mientras bebe otra vez de su vaso hasta que Helga levanta su rostro:
—Primero el Jarl debe darte su permiso. Luego de eso ven conmigo y…
—¡Ya…ya hablé con él y me dio permiso! —dice la adolescente en tono nervioso.
—¡¿Haaaaaaah?! ¡¿enserio?! —se sorprende aún más la capitana.
—Si. Me pidió que tenga mucho cuidado y no vuelva muy tarde. Me dio además un mapa con una torre vigía construida hace tiempo.
—Vaya. Creo que se adelantó a los hechos. —dice Ivika en tono de burla.
#3458 en Otros
#377 en Aventura
#306 en Paranormal
#109 en Mística
aventura leyendas y misterios ., acción drama romance, aventura acción fantasía cienciaficción
Editado: 16.03.2025