Academia de Asesinos: Ulfar, martillo helado

Capítulo 22: Voluntad quebrada

Unos días antes en las montañas…

El creciente nerviosismo por tener noticias sobre los enviados a la base de la montaña lleva a aumentar la seguridad del clan con muchos hombres patrullando en todo el terreno. Fyarla ya no puede deambular como antes y visitar a su lugar especial no está en discusión.

Por si fuera poco, los intentos de Herbar por acosarla y quebrar su espíritu se volvieron cada vez más seguidos y osados. Desde observarla bañarse hasta seguirla y lanzarle comentarios inapropiados. Sin embargo, no es como en sus inicios donde el acoso era físico y rozando los abusos. Esto es debido a que Aghuna destina gran parte de su tiempo en protegerla desde las sombras.

Aalborg no ha ayudado en lo absoluto, intentando que Herbar y Fyarla pudieran conocerse para que la joven deje de resistirse y así se casen, pero el caso es opuesto. Y las noticias de que el clan del que proviene Herbar no ha cruzado el camino seguro al clan carmesí mantienen en vilo al líder de dicho clan. Los suministros se están agotando y su desesperación es evidente.

Todas las mañanas desde que se fue el grupo de guerreros, Fyarla corre hasta un árbol cercano, trepa su tronco y alcanza la rama más alta para observar hacia el horizonte y luego hasta donde su vista llegue rumbo a la base de la montaña con la esperanza de ver a su amigo Orsded. Pero las noticias son inexistentes cuando Aalborg le había pedido al líder del grupo que cuando lleguen envíen a alguien de regreso para que pueda informar de vez en cuando. Un método realmente ilógico pero que es el único que es aceptado por lo directo que es y que la información no caería en otras manos.

La anciana camina hacia los árboles en búsqueda de Fyarla encontrándola sobre una rama sentada y la mirada perdida hacia el sol entre nubes, pero la claridad conmoviéndola:

—Fyarla.

—Oh, abuela Aghuna.

—¿Podrías bajar un momento? Esta anciana ya no es tan ágil como antes.

—Si, lo siento.

Fyarla se para sobre la rama y da un salto al vacío de diez metros. Su caída es elegante pero no impresionante puesto que los miembros del clan carmesí suelen tener una gran destreza en terrenos boscosos. Tienen que saber moverse rápidamente, así como conocer cualquier accidente de la zona:

—¿Pasa algo? —pregunta Fyarla.

—Tu padre. Él quiere que te dé un mensaje.

—¿Mensaje de mi padre? ¿Por qué no me lo dice él?

—Con todo lo que está ocurriendo, el problema de los suministros, el hecho de que el clan de Herbar no esté siquiera en camino y el crudo invierno lo tiene perturbado.

—¿Qué me quiere decir abuela?

—No es algo que quiera decir sino…

—¿Imponer? Haaaa… ¿Qué es lo que quiere?

—Te dará unos días para que lo pienses. Es hasta que se resuelva la situación con ese clan. —se sienta sobre un tronco y junta sus manos con la mirada fija sobre la nieve en sus pies.

—¿Qué piense que cosa?

—Si vas a casarte o no. En caso de que no lo hagas se te obligará mediante la tradición de que Aalborg sea el líder del clan.

—¿Qué? ¡eso es injusto! —se exalta con una notoria furia e indignación.

—Te entiendo, pero es el líder del clan y por más que odies admitirlo, es tu padre también. Hace ya casi dos meses que vienes luchando contra esto y yo te apoyo, pero…a veces siento que te estás perdiendo de mucho.

—¿Sí? ¿Qué cosas? Porque he perdido a todas las personas que de verdad querían lo mejor para mí. Solo quedas tu abuela y siendo honesta…me encuentro perdida con lo que me estás intentando decir.

La anciana extiende su mano hacia el espacio libre del tronco, palpándolo y con una sonrisa le pide:

—Ven, siéntate a mi lado. —exclama con voz maternal.

La joven no cuestiona y se sienta delicadamente al lado de su amada abuela. Siente como Aghuna le acaricia el cabello como cuando le hacía de pequeña. No hay palabras saliendo de su boca, solo un gesto maternal que llena cualquier vacío. Fyarla se siente un poco mejor, pero con la sensación de estar a la deriva y con poca contención:

—¿Qué debo hacer? Toda esta situación…los acosos de Herbar…estuve a punto de dispararle con mis flechas incendiarias. ¿Cómo seguir soportando esto? Mi padre no está en favor mío. No sé nada sobre Orsded o Ulfar. —dice Fyarla con un sentimiento de impotencia y desesperación creciente.

—¿Qué es lo que más deseas hacer?

—Pues…yo…quiero ser libre. Reencontrarme con Ulfar y ser suya. Es lo que más deseo.

—Pero no es tanto como dices. De alguna manera buscas la libertad de no continuar aquí. Eso no es tan bueno para el clan ¿entiendes? Es algo muy…egoísta de tan solo pensarlo.

—¿Abuela? ¿a qué te refieres?

—Quizás sea bueno comenzar a pensar en que lo mejor no radica en nuestros deseos más individuales sino en cuán importante sería para las demás personas lo que tu decidas hacer.

—¿Me estás pidiendo que…?

—Lo mejor es que aceptes la propuesta de matrimonio, unificar los clanes y así obtener suministros que aseguren la supervivencia del clan carmesí. A fin de cuentas, eres la hija del jefe del clan y nuestros deseos ya no pueden superar a lo que la mayoría




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