Academia de Asesinos: Ulfar, martillo helado

Capítulo 23: Acechados

La tarde cae como un martillo helado mientras los jinetes liderados por Markus y Haalkan, ambos capitanes por demás competentes y de los más hábiles en su rubro. El aire empieza a enfriarse a gran velocidad mientras que el cielo se torna oscuro y sombrío con la cadena de montañas conocida como “muro helado” adornando el paisaje.

Markus ordena a sus hombres que creen un perímetro y Haalkan, por su parte, ordena que se construya el campamento para poder pasar la noche. Una tormenta de nieve se avecina con temperaturas extremadamente bajas que hasta podrían congelar los pulmones y la sangre en segundos. Más tratándose de un momento del año donde el invierno es muy peligroso incluso más que el resto del año.

Haalkan ordena a Ulfar que lo acompañe junto con un grupo de otros cinco miembros del cuerpo de sabotaje y espionaje a buscar algo de madera. Aunque para tener que encontrar madera tienen que recorrer casi un kilómetro debido a que están en medio de un campo cubierto de nieve. Sin contar por supuesto las dificultades que empiezan a tener para ver más allá de escasos cincuenta metros por lo que deben moverse velozmente y en muy poco tiempo.

El paso es veloz y liderado por el capitán. Había visto en el camino un sitio con pocos pinos nevados, pero sería suficiente para los casi doscientos hombres que marchan hacia la frontera sur:

—¡¿Están todos bien?! —pregunta Haalkan sin voltearse. La tormenta ya empezó y apenas escuchan sus voces por lo que es necesario forzarla para comunicarse.

—¡Si, señor! —exclaman algunos.

—¡¿Ulfar?!

—¡Si! —responde cubriéndose apenas el rostro para evitar que la nieve golpee violentamente.

—Bien, solo unos metros más. —piensa Haalkan.

El grupo llega por fin hasta donde se encuentran los árboles. Un grupo de siete pinos nevados están frente a ellos de buen tamaño y cubiertos por la nieve que cae constantemente. Haalkan y sus hombres sacan hachas y proceden a cortarlos mientras vigilan sus alrededores puesto que es una zona donde constantemente transitan esclavistas. No es un camino seguro ni para los nobles, ni comerciantes, ni aldeanos.

El origen de la observación que tiene Haalakan tan desarrollado lo hace poner en alerta. Movimientos en los alrededores se siente perteneciente a muchas personas. Esta habilidad no solamente permite detectar en un radio determinado como si fuera un sonar, sino que en casos más avanzados puede hasta determinar si esos movimientos son malintencionados.

En un principio, Haalkan no da mucha importancia ya que pueden ser animales que buscan refugio o hasta algún depredador menor. Nada fuera de lo usual. Sin embargo, el hacha que sostiene con firmeza se le escurre entre las manos y detrás una sombra enorme se la aproxima obligándole a dar media vuelta y rápidamente lleva las manos hacia las cuchillas.

Haalkan no ve a nadie detrás. Esa sombra desapareció.

Ulfar llega con el hacha en mano y se pone de frente a Haalkan para darle seguridad. Luego llegan los demás subordinados al ver que el montañés abandonó su rol como leñador, resultando en una actitud extraña:

—Haalkan ¿estás bien? —pregunta Ulfar.

—Si, lo estoy. ¿También lo sentiste? —pregunta Haalkan.

—Una intensa sed de sangre, pero desapareció sin rastros y en pleno aire. Es muy extraño. ¿Será la nieva la que nos está haciendo ver visiones?

—Lo dudo. Mi origen de la observación lo detectó y nunca falla. También tú lo detectaste así que es evidente que aquí hay alguien.

—¿Qué hacemos señor? —pregunta uno de los hombres. Su barba se está congelando a una velocidad que alarma al siempre detallista Haalkan. Ademes nota como este hombre tiene temblores sutiles en su cuerpo que busca ocultar para no quedar mal con sus compañeros, pero frente a su capitán resulta imposible.

—Recojan toda la madera que puedan y nos vamos. ¡De prisa! —ordena Haalkan.

Ulfar se queda observando el velo frio que se forma por la tormenta de nieve y evita que se pueda ver más allá de unos metros. Haalkan camina hacia él, convencido de que su percepción del ambiente natural es bastante única que merece ser tenido en consideración. No por algo el capitán decidió llevarlo a tan importante misión en lugar de dejarlo en el cuartel entrenando:

—¿Sigue ahí? —pregunta Haalkan.

—Nos observa, pero parece que no hará más. —responde Ulfar. —Haalkan, no estoy seguro de que sea buena idea seguir permaneciendo más tiempo aquí. Hay que volver al campamento. Además…—añade.

—Además ¿Qué cosa?

El montañés se agacha y muestra unas pisadas ubicadas a metros de donde estaba Haalkan. Se las muestra para que vea que la pisada es muy grande y ancha, algo que no cuadra con los demás hombres que los acompaña:

—Es bastante grande. —desliza Haalkan.

—Es una persona bastante grande pero ágil y veloz como para moverse de esa manera en el aire y solo dejando estas marcas. —explica Ulfar mostrando una enorme capacidad para analizar el entorno. Es en sí mismo el mejor explorador de su clan, no hay forma de que fallara en tal análisis.

—Si, no lo había podido detectar hasta cuando ya estaba en el aire. Este velo helado nos impide ver bien así que somos presas fáciles. —exclama Haalkan. Luego se voltea y mira a sus subordinados. —¡Rápido con eso! —ordena para acabar con el tema de la madera y ponerse a salvo, todos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.