Luego de propinarle un puñetazo cada uno y al mismo tiempo, Astold y Ulfar intercambian miradas sorprendidas. Pensaban ser los únicos en entrar al combate para defender a Markus de una muerte inminente:
—¡¿Qué se supone que haces, imbécil?! —encara molesto el segundo al mando de los jinetes y el más leal de los subordinados de Markus.
—¿A que te refieres? —pregunta Ulfar. —Solo intento ayudar a Markus. —se defiende de las acusaciones.
—¡Ja! ¡yo intervine, tu solo molestas! ¡ahora piérdete porque voy a matar a ese sujeto! —exclama Astold golpeándose el pecho.
—Esto no se trata de ninguna competencia por ver quien lo vence. Estamos en una batalla y se supone que tenemos que defendernos. —responde Ulfar sin entrar en el juego provocador.
—Como si te dejara hacerlo. Mi orgullo como vicecapitán está en juego y Markus está en peligro. No hay orden o lo que sea que valga. Mi deber es defender al Jarldom y mi capitán. Nada más que eso. ¡¿Entiendes eso?! —se acerca hasta quedar cara a cara. Ulfar mira a sus ojos y nota la determinación y orgullo verídico que tiene.
Astold podrá ser violento y descuidado pero sus intenciones de proteger a su gente lo hacen confiable, aunque también molesto cuando se trata de un enemigo al que acechó primero:
—Entonces…—dice Ulfar y señala a Markus.
—¿Huh?
—Si tanto quieres proteger y ser útil para tu capitán y el Jarldom será mejor que priorices a tu gente.
Cuando Astold se voltea, se queda perplejo al ver que Markus está en el suelo en un charco de sangre e inmóvil. El muchacho, que tiene casi la misma edad que Ulfar, se queda callado a la vez que angustiado por haber caído en el entusiasmo de un rival acorde a lo que espera y dejando a su capitán en el suelo sin priorizar su integridad física.
En silencio camina hacia el capitán de los jinetes y lo ayuda a levantarse haciendo que el hombro le sea de soporte. No pronuncia ninguna palabra a su capitán pues sería deshonroso para ambos. Uno por la derrota sufrida y el otro por negligente con los suyos. Solo mira a Ulfar con desdén, pero una mezcla extraña de gratitud que se ve muy difícil en sus ojos, aunque ahí está en el brillo de sus pupilas.
Astold se retira de regreso a un sitio seguro donde puedan tratar a Markus de sus heridas. En el camino murmura:
—Has lo que tengas que hacer…pero si fallas no te lo perdonaré.
Ulfar observa que lleguen seguros al campamento y sonríe. Luego siente una enorme cantidad de energía que emana al otro extremo. Eso desvía su atención y allí lo ve a Borful, caminando hacia él con la nariz rota y sangrando, su ojo derecho hinchado y en su ceja izquierda una cortada que no deja de sangrar. El esclavista fue tomado por sorpresa con una violencia inusitada:
—Ahí estás. —exclama Ulfar con expresión de seriedad.
—No podía ausentarme cuando por fin aparece un rival digno. Debo decir que ese golpe me sacudió el cerebro y tres de mis cinco sentidos comprometidos. Fue un excelente ataque de los dos. —exclama Borful. —Tres de mis cinco sentidos, me hubiera gustado que fuera solamente eso. A decir verdad, me diezmaron de una manera impresionante. Ese mocoso de los jinetes no fue la gran cosa, pero ese montañés es cosa seria. La mayor parte del daño del golpe fue por su golpe y no del otro. Si lo elimino podremos deshacernos de un problema clave. —piensa.
—Hace unos momentos…
—¿Huh?
—Me señalaste como si me conocieras o me reconocieras. Da igual. ¿Nos hemos visto de algún lado antes? —pregunta Ulfar.
—¿Qué? ¿no te acuerdas mocoso?
—A decir verdad, tengo vagos recuerdos, pero si, ciertamente te reconozco de algún sitio, pero tengo mis dudas.
—Puedes adivinar.
—A juzgar por el color de barba…eres un carmesí. Sin embargo, no puedo asegurarlo ya que cuando se alcanza una edad determinar de vejez el cabello y barba pierden ese color. Además…no eres joven y tienes experiencia como viajero y combatiente de artes de combate que no son del norte. Eres extraño. Tienes características de mi clan, pero no cumples otras. ¿Qué se supone que eres?
Ulfar sostiene con fuerza su mazo preparado para cualquier ataque que haga Borful.
Al otro extremo, el esclavista se golpea con el dedo índice su mentón y pone cara de pensativo. Luego chasquea sus dedos y de su bolsa saca un cráneo el cual expone en la palma de su mano como un trofeo. Ulfar no entiende que hace, pero de un momento a otro cae sometido al suelo apenas se puede apoyar con sus rodillas:
—¡¿Qué…me está pasando…?!—piensa sin fuerza para moverse. De sus ojos brota sangre y boca también. La nariz es la siguiente y por ultimo los oídos.
—¿Sabes que es esto? —sonríe. — Claro que no. Estas artes de combate no pertenecen al norte ni a oriente, sino a al sur, pero a unas islas de pesadillas que según se dice, usan a los cadáveres para obtener habilidades más que difíciles de manifestar en este mundo. Su nombre representa toda esa creencia de esos pueblos tan estúpidos sin sentido algún pero que sirven a su propósito. Voodoo, ese es su nombre y aunque odio usar esta habilidad debo decir que sirve para torturar en cierto modo. Soy un maldito adicto a las batallas y no por eso sigo las reglas.
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Editado: 16.03.2025