Academia de Rebeldes

10

— No entiendo qué tiene que ver esto conmigo— Dije mientras intentaba seguirle el paso a Atyra que me llevaba hacía una serie de pasillos que habían en el primer piso del edificio principal. Al menos estaba conociendo otros sitios de la academia, entramos en un laberinto de oficinas y salas de reuniones.

— El insoportable de su hermano seguramente tenga algo que ver, tu solo… evita hablar— Contestó con un evidente mal humor, llevaba puesto un traje diferente a la ropa informal de siempre, el azul marino de cuero pegado a su esbelta figura resaltaba un cuerpo fibroso, entrenado y, a su vez, femenino.

— Bien—

Ella se detuvo un segundo detrás de dos puertas enormes, se tomó un segundo para respirar, se irguió y empujó esas puertas, para dar lugar a una oficina mucho más pequeña de lo que hubiera imaginado. Parece ser que el padre de Theon tenía su oficina en la cúpula más alta, todas las paredes eran de cristal opaco, no había cortinas, solo un amplio escritorio atestado de libros y papeles, varias estanterías repletas, sorprendentemente poca luz lograba filtrarse a través de la opacidad del cristal marrón claro.

Y luego estaban esos ojos negros y viejos, al otro lado del escritorio bajo una mirada tosca, el macho que estaba frente a mi irradiaba niebla, oscuridad, algo recorrio mi cuerpo reconociendo lo malo de su ser, gritandome dentro de mis venas, peligro, peligro, peligro.

Detrás apoyado contra una columna estaba Orlan con una sonrisa de satisfacción, no había rastros de sus felinas pero si podía olerlas en su ropa, un leve aroma.

— Puedes tomar asiento… gracias Atyra— dijo con un gesto de la mano, arrugando ligeramente la nariz.

— Fui nombrada guardia de seguridad de las elfas, me quedaré junto a la puerta—

—- Ese puesto no existe— La voz del macho retumbó por toda la estancia, la voz de alguien que no acostumbraba que le desobedecieran.

— Existe desde que tu hijo y sus amigos optaron por… tomarse “libertades” con las elfas sin entrenamiento— Theon estaba detrás de mi, intente que el susto de escuchar su voz repentinamente no se notara, que mi corazón siga su ritmo, no podía demostrar miedo, no más.

El macho miró a Atyra y luego a mi, ella y Theon estaban a mis espaldas y luego pude sentir como él caminaba y se colocaba en la silla que se encontraba a un lado de la de su padre.

— Bien, entonces haz lo que mejor te parezca Atyra— contestó su padre, la voz era suave, pero esa misma suavidad y serenidad le daban un tono peligroso.

— Te escucho Otheren— Theon estaría furioso.

— Quería saber quién era esta, tu hermano sospecha que quizás estés simpatizando con rebeldes y trayendo a la heredera perdida aquí—

Theon me miró pero no era una mirada que conociera, la repugnancia con la que lo hacía combinó con su voz cuando dijo.

— ¿De verdad crees que así luce una heredera? —

— Ingresó a esta academia una semana después del anuncio y dos días después de la muerte de más de 20 soldados de su majestad — Contestó Orlan, y algo me decía que Theon lo había subestimado.

— Por favor inútil, crees realmente que Lizzanith, hechicera de luz y fuego ¿no le habría enseñado nada a su hija? La enviaría a esta academia de mala muerte? ¿Para qué? ¿Reclutar entre la nada misma un puñado de rebeldes débiles? — Theon miró a su hermano, luego a su padre que suspiro con cansancio.

Quizás su padre haya escuchado a Orlan pero la defensa de Theon era buena, su cuerpo relajado, y sus ojos penetrantes, acostumbrados a enfrentar al hombre junto a él. El macho medito un segundo las palabras para girarse hacia su otro hijo.

— ¿Son suficientes pruebas Orlan para que dejes de colmarme la paciencia con este tema? —

— Aún no dijo su nombre—

Estaba harta de que hablen sobre mi como si no estuviera presente, harta de parecer débil, y sufrida, aunque mi alma está rota, aunque mi mundo esté partido y mi propia identidad hecha un desastre, en esa oficina lúgubre decidí que nadie sabría eso, nadie vería lo que habitaba dentro de mi. Sería fuerte, sería valiente y sobre todo, lo haría por mi.

— Vas a invitarme a salir que tanto te preocupa— Dije enarcando una ceja, podría jurar que el carraspeó de Atyra detrás de mi, escondía una risa ahogada.

— Contesta— Dijo Otheren

—Katria– Dije fingiendo indiferencia.

— Hace años que no te mostraba con nadie— Reclamó Orlan acercándose a Theon, aún buscando que las piezas del rompecabezas encajaran.

— ¿Y te parece que estar en medio del bosque es mostrar? — contestó este, poniéndose de pie.

— Suficiente— Otheren levantó su voz, sus ojos calculadores se posaron sobre mi, y podía sentir como unas garras frías se me acercaban, yo solo quería esa sensación fuera de mí, él sonrió levemente — te escucho elfa, quién eres, qué magia tienes, como llegaste hasta aquí—

Todo lo que acordamos que diría, se me olvidó, tendría que improvisar y sobre todo, hacerlo naturalmente, sin titubear.

— Mi nombre es Katria, vivía con mi abuela en la ciudad, ella solo me dijo que era igual a la familia de mi padre y tenía que irme a estudiar. Somos una familia de campo, no entiendo mucho la verdad y sigo sin entender, no sé qué tipo de magia tengo, ni siquiera se hacer los hechizos más rudimentarios y sencillos. —

— ¿Quienes eran tus padres? — Dijo Orlan acercándose al escritorio y clavando las palmas de sus manos en él.

— No los conocí, mi madre falleció en el parto y mi padre huyó a penas supo de mi existencia— Conteste, había una rabia que emanaba de él, al ver que todo se le escurría de las manos, fue inteligente, muy inteligente y tenía que preguntarle a Theon, por qué razón iba tras de mí, que ganaba él con todo esto.

De repente sentía mi cabeza helada, los ojos de Otheren seguían mirándome fijamente, y ese destello que ví una vez en Theon los atravesó, entonces supe que intentaba meterse en mi mente, pero yo no era tan fuerte como para hacerle frente, de hecho no sabía siquiera cómo protegerme,




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