Academia De Reinas

Capítulo 1: La carta de cristal

Hace vete años, en una noche donde la luna desapareció del cielo, el Reino de Lysoria fue traicionado desde adentro. El Consejo Real selló a los reyes bajo un hechizo eterno, temiendo el poder de su hija recién nacida: Alina, la heredera de la Magia del Corazón Puro.

“Cuando el corazón puro sienta, no piense… ni tema. Solo entonces, la heredera regresará.”

La mañana olía a tierra húmeda y pan recién horneado. Era uno de esos días en que el mundo parecía igual que siempre, aunque algo en el aire —o en el pecho de Alina— decía lo contrario.

Había vivido toda su vida en el claro norte del Bosque de Plata, en una cabaña vieja con musgo en las paredes y secretos entre los tablones. Su hermana, Mirene, solía decir que la cabaña respiraba con ellas, y Alina nunca se había atrevido a preguntarse por qué eso le parecía real.

Esa mañana, el sonido llegó antes que las palabras: un timbre agudo, como el de una campana rota. Alina salió corriendo, con las botas mal puestas, y encontró a Mirene en la entrada, sosteniendo un sobre blanco con bordes brillantes.

—¿Qué es eso? —preguntó, con el corazón acelerado sin razón alguna.

Mirene sonrió. Pero no fue una sonrisa cualquiera. Era esa que solo usaba cuando estaba a punto de cambiarle la vida a alguien.

—Llegó. —Alzó el sobre—. La carta de la Academia de Reinas.

El mundo se congeló un instante. No por el nombre, no del todo. Sino porque Alina no había aplicado. Ni siquiera sabía cómo se hacía. Ella solo había oído hablar de ese lugar en los cuentos: una torre flotante, coronas de fuego, chicas poderosas… nada que tuviera que ver con alguien como ella.

—¿Qué…? ¿Por qué…?

—Fui yo. —Mirene bajó el sobre y lo colocó en sus manos con cuidado, como si ardiera—. Te inscribí hace meses. Usé tu cuaderno de notas, tus dibujos, y un pequeño hechizo para hacer el sello oficial. No me odies.

Alina parpadeó. Una parte de ella quería reírse. Otra quería llorar. ¿Cómo su hermana había hecho eso? ¿Cómo creía que ella, que ni siquiera podía encender una vela con hechizos básicos, iba a pertenecer a un lugar como ese?

—No tengo magia, Mirene.

—No tienes magia visible —respondió ella, con una voz más baja, más seria—. Pero eso no significa que no tengas poder.

Abrió la carta. Las letras doradas danzaban como hilos de luz en el papel:

"Señorita Alina de Lysoria:
Nos complace informarle que ha sido seleccionada para la Beca del Corazón Silente. Su presencia es requerida en la Torre de Cristal antes del próximo plenilunio. Prepare su espíritu. El llamado ha comenzado."

Y al final, una firma que parecía escrita con luna líquida:

Directora Selenya A’dorien,
Academia de Reinas

Las manos de Alina temblaban. En algún lugar del bosque, un aullido suave atravesó el aire. Como si alguien —o algo— hubiera estado esperando este momento desde hace mucho tiempo.

Eiren la miró, con orgullo y un dejo de miedo.

—Te están llamando, Ali. Y creo que es hora de que descubras quién eres realmente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.