Academia De Reinas

Capítulo 22: La Chispa del Cambio

Alina caminaba por los pasillos del castillo de la Academia, con los pensamientos todavía rondando sobre la conversación que había tenido con la directora. El peso de las palabras de la directora no se desvaneció, y aunque trataba de no mostrarlo, la preocupación seguía acechando en su mente. Sin embargo, algo dentro de ella también había cambiado. Había una pequeña chispa de esperanza que no se podía apagar.

Hoy era el día de la clase de Defensa Mágica, como la llamaban en la academia, aunque también se conocía como Magia de Protección o Magia de Resistencia. Era la clase donde los estudiantes aprendían a crear escudos mágicos, barreras protectoras y hechizos de defensa que les ayudarían a sobrevivir en el mundo mágico, que podía ser tan peligroso como fascinante.

Alina entró al aula con un suspiro, deseando que, al menos en esta clase, las cosas fueran diferentes. No estaba segura de qué esperar, pero sabía que cualquier avance sería un paso más cerca de descubrir su verdadero poder.

La profesora de Defensa Mágica era una mujer de edad media, alta y con una presencia que imponía respeto. Sus ojos eran como espejos, reflejando las emociones de quienes la rodeaban. Cuando la profesora vio a Alina, asintió en silencio, como si ya supiera que la joven luchaba con la magia, pero no dijo nada.

—Bienvenidos todos —comenzó la profesora con voz firme—. Hoy vamos a practicar la creación de la chispa mágica, una habilidad básica que es fundamental para protegerse de ataques mágicos. Empezaremos con algo sencillo: encender una vela con magia. Es solo el comienzo, pero si no pueden manejar algo tan simple, no podrán esperar avanzar en técnicas más complejas.

Alina observó la vela en el centro de su mesa. En los intentos anteriores, había fracasado una y otra vez, sin poder ni siquiera encender la mecha. Pero hoy, algo en su interior sentía que iba a ser diferente. Su mente estaba más centrada, y el despertar de su poder, aunque sutil, le daba una nueva confianza.

La profesora pasó entre los estudiantes, observando sus intentos. Alina cerró los ojos por un momento, respiró profundamente y extendió su mano hacia la vela. Cerró el puño, concentrándose en la pequeña chispa que deseaba crear. Imaginó la energía fluyendo a través de sus dedos, hacia la mecha, pero al principio, no ocurrió nada.

Luchó contra la frustración, pero recordó las palabras de la directora: "No se trata solo de magia. Se trata de control." Alina se calmó, despejando su mente. Pensó en Lunaris, en la sensación de conexión que había sentido cuando lo invocó, y en cómo había logrado proteger a sus amigas. En ese momento, algo dentro de ella se encendió.

Extendió nuevamente su mano hacia la vela, enfocándose en la chispa, en la idea de que podía controlar esa pequeña fracción de poder. Y de repente, sintió una ligera vibración en su palma, y vio un destello de luz en la mecha. La chispa no era fuerte, pero estaba allí. Alina no podía evitar sonreír.

La profesora observó con atención, pero no dijo nada, simplemente asintió con satisfacción mientras se movía hacia otros estudiantes. Alina miró la vela que parpadeaba suavemente, agradecida de que finalmente, al menos por un instante, su magia había respondido.

—Lo logré... —murmuró para sí misma, su voz llena de una mezcla de incredulidad y felicidad. Aunque no era mucho, era un avance real. Algo dentro de ella se había desbloqueado, como si una puerta que había estado cerrada por mucho tiempo finalmente se hubiera abierto.

Un pequeño suspiro de alivio escapó de sus labios, y por primera vez en mucho tiempo, Alina sintió que quizás, solo quizás, podría controlar su destino.

En ese momento, Syra, quien estaba sentada dos bancos más allá, lanzó una mirada furtiva hacia Alina, como si no quisiera que nadie la viera sonreír por su pequeño logro. Pero, aunque Syra no lo admitiera, Alina sabía que ese destello de luz era solo el principio. Y aunque la chica no lo dijera, algo en su mirada decía que había visto lo que Alina acababa de hacer.

Alina volvió a concentrarse en su vela, decidida a encenderla completamente. No era mucho, pero era suficiente. Lo había logrado. Y eso, al menos por ahora, era todo lo que necesitaba.




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