El Gran Atrio de Lysoria se encontraba envuelto en un aura solemne. El cielo estaba despejado, pero el viento olía a tormenta. Aquella mañana, la directora había anunciado la celebración de una ceremonia especial: la Prueba de los Cuatro Elementos. Un rito antiguo, reservado para estudiantes que mostraban un potencial inusual o inestable. Como Alina.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Neria, ajustándole una capa azul profundo sobre los hombros.
—Un poco —respondió Alina, tragando saliva—. ¿Esto es normal?
—No. —fue Lyselle quien contestó—. Esto es una forma elegante del Consejo de decir "queremos ver de qué estás hecha".
Incluso Maelis parecía menos arrogante ese día. Syra, por su parte, se había mantenido callada desde el anuncio. Pero cuando Alina se dirigió al atrio, sintió una mano rozar la suya. Syra.
—No les des el gusto —murmuró—. Que tiemblen ellos.
Alina no respondió, pero el calor de esas palabras la acompañó mientras avanzaba.
La directora alzó la voz desde el centro del atrio:
—Hoy se evaluará la conexión elemental de Alina Arkwell. La tradición dicta que cada heredero o posible canal mágico de poder real debe mostrar su vínculo con el fuego, el aire, el agua y la tierra. Cada elemento manifestará su juicio. El equilibrio será la prueba. La armonía, la clave.
Alina fue conducida al centro de cuatro círculos grabados con runas. Cada uno de un color: rojo, azul, dorado y verde. Profesores de cada casa se ubicaron frente a ellos.
—¿Lista? —preguntó uno, un hombre alto con ojos como brasas. El maestro del fuego.
Alina asintió. El aire comenzó a temblar.
Fuego.
Una vela fue colocada ante ella. Pequeña. Insignificante. Igual que la que había logrado encender en clase. Pero esta vez, sentía que algo la miraba desde el fuego. Una prueba.
Se concentró. Inhaló. Su pecho ardió.
La llama cobró vida. Se alzó como una flor de magma, girando en una espiral perfecta antes de asentarse sobre la vela. El maestro asintió. Fuego, superado.
Agua.
Una vasija fue puesta ante ella. La superficie estaba quieta. Hasta que Alina alzó una mano y murmuró unas palabras en antiguo sin querer. La superficie del agua se alzó en una danza grácil, como una serpiente líquida que la rodeó sin mojarla. El círculo azul brilló.
Aire.
Este fue más difícil. Una pluma flotaba en el aire, esperando. Alina intentó moverla con su mente, con su voluntad. Nada. Pero cuando cerró los ojos, pensó en Kael, en sus amigas, en sus guardianes, en su hermana. Todo lo que quería proteger. El viento sopló. La pluma voló en círculos perfectos. La audiencia murmuró.
Tierra.
Una piedra simple, en medio del círculo. Alina la tocó, y no pasó nada al principio. Pero entonces pensó en Maelira. En las raíces. En su promesa.
"Radix animae... floreat regina."
La tierra tembló. Flores brotaron alrededor de la piedra, en espirales de color esmeralda y violeta. La piedra se agrietó y una pequeña gema brilló en su centro.
El silencio fue absoluto.
—Los cuatro elementos han respondido —dijo la directora—. Pero no solo respondieron. Se inclinaron.
Una parte del consejo, observando desde las alturas, intercambió miradas preocupadas.
Y justo cuando Alina pensó que todo había terminado, una ráfaga de energía cruzó el atrio. Un susurro llegó a sus oídos, solo para ella:
El juicio fue solo el principio. Lo que viene... no tiene reglas.