Alina se despertó con el sol filtrándose a través de las cortinas, la habitación estaba tranquila y el aire fresco de la mañana la envolvía. Pero algo extraño había sucedido esa noche. No era el tipo de sueño común. Había algo en él, algo que la inquietaba. No solo por lo real que se sintió, sino porque al despertar, algo en su corazón no dejaba de latir con fuerza.
Había soñado con él.
Un hombre de belleza imposible de describir. En el sueño, Alina se encontraba en un campo vasto, rodeada de un cielo estrellado que parecía acercarse tanto que casi podía tocarlos. Sus pies descalzos pisaban la hierba suave, y una sensación de serenidad la envolvía. Estaba sola, pero no por mucho tiempo.
De repente, una figura apareció en la distancia. Alto, con una presencia que casi podía sentirse en el aire, un brillo en sus ojos que hacía que todo a su alrededor pareciera desvanecerse. Su rostro era una mezcla de misterio y poder, y su belleza parecía imposible de alcanzar. No era un hombre común. No había nada en él que fuera terrenal.
Él la miraba con una intensidad que le cortaba la respiración. La conexión que sentía con él era inmediata, como si lo conociera de toda su vida. Como si siempre hubiera estado allí, esperando.
—Te he estado esperando, Alina. —Su voz resonó, suave pero firme, como si cada palabra tuviera un peso enorme—. Desde el momento en que te vi… sentí que algo en mí despertó.
Alina sintió una presión en el pecho, un dolor dulce que la atravesaba por completo. Su corazón latía con fuerza, como si la conexión que compartían fuera un lazo que nunca antes había conocido, pero que de alguna forma le era familiar.
—¿Quién eres? —Alina pudo articular finalmente, su voz apenas un susurro. No entendía, no sabía cómo era posible sentir tanto con solo verlo, pero allí estaba, frente a ella, como una presencia inquebrantable.
Él dio un paso hacia ella, y aunque su figura parecía lejana, sentía que la distancia se acortaba con cada segundo.
—No importa quién soy ahora. —Dijo, y por un momento, su mirada se suavizó, como si deseara que ella lo entendiera—. Lo que importa es que lo sabrás pronto. Porque tú y yo… estamos destinados a encontrarnos, Alina. Desde que naciste, algo en mí comenzó a cambiar. Y ahora… no hay marcha atrás.
El corazón de Alina latía con tanta fuerza que parecía que podría salir de su pecho. Un torrente de emociones la invadió: miedo, confusión, pero también una paz inexplicable. Y sobre todo, una atracción incontrolable hacia él. Como si su alma ya lo conociera.
—¿Por qué me sientes tan familiar? —preguntó ella, sintiendo una necesidad apremiante de comprender.
Él sonrió, una sonrisa que no era de este mundo, cálida pero con una sombra detrás.
—Porque somos lo mismo, Alina. En este mundo y en muchos otros. Estás más cerca de lo que crees, de lo que siempre has sido. Y pronto, muy pronto, nos veremos cara a cara. Cuando lo hagamos, serás capaz de ver lo que realmente eres, lo que puedes llegar a ser. Y yo estaré allí, junto a ti, como siempre debí haber estado.
Alina sintió como si su corazón estuviera a punto de estallar, no de dolor, sino de algo más profundo, algo antiguo. Como si las palabras que él acababa de decir abrieran una puerta en ella que no sabía que existía.
—¿Te veré pronto? —preguntó ella, casi como si no pudiera evitarlo.
—Sí. —El hombre dio otro paso hacia ella, y la luz que lo rodeaba se intensificó, haciendo que todo el paisaje a su alrededor se desvaneciera. Él era la única constante en su visión—. Verás lo que eres capaz de hacer, y tú también sentirás la conexión. Nada podrá separarnos, Alina. Eres mía, como yo soy tuyo.
Antes de que pudiera responder, la figura del hombre se desvaneció lentamente, y Alina sintió cómo su cuerpo comenzaba a despertar de aquel sueño, pero aún podía sentir su presencia. La sensación de vinculación permaneció con ella, clavada en su pecho como una marca invisible. Su mente estaba llena de él, y el eco de su voz resonaba en sus pensamientos.
Alina se levantó de la cama, su cuerpo tembloroso, y miró alrededor de la habitación. Todo parecía igual, pero algo en ella había cambiado. Una conexión que no podía entender completamente, pero que no podía ignorar.
De repente, el sonido de su puerta abriéndose la hizo sobresaltarse. Lyselle entró en la habitación con una sonrisa despreocupada, como si nada hubiera pasado.
—¿Estás lista para la práctica de hoy? —preguntó, sin darse cuenta de que algo había alterado a Alina.
Alina tardó un momento en responder, sus pensamientos aún estaban en ese hombre. Su corazón seguía acelerado, como si pudiera sentirlo cerca, aunque no lo estuviera.
—Sí, estoy lista. —Dijo, sin dejar que su voz traicionara la confusión que sentía. Pero dentro de ella, algo seguía resonando. Ese hombre, ese vínculo, lo que él había dicho… ¿quién era?
Mientras Lyselle le hablaba sobre las clases del día, Alina intentaba mantenerse concentrada, pero su mente seguía viajando a ese lugar lejano, a ese hombre que la había marcado en su primer sueño.
Sabía que él estaba cerca. Y que pronto, todo cambiaría.
Editado: 29.05.2025