Academia De Reinas

Capítulo 41: Ecos del Linaje

Ariandel se acercó al círculo tallado en piedra antigua en medio del claro del bosque. La noche era espesa, y la luna, apenas un hilo plateado entre las nubes. Las cinco chicas —Alina, Lyselle, Neria, Aeliana y Syra— lo observaban con nerviosismo.

—Este es el Círculo de los Orígenes, dijo Ariandel mientras encendía las runas con un toque de su bastón. —Aquí, lo que fue se mezcla con lo que es. Para despertar el lazo completo con sus antepasados… deberán entrar al reflejo de sus propios linajes.

—¿Eso es seguro? —preguntó Aeliana, abrazando su medallón.

—Nada que valga la pena lo es —contestó Ariandel con un leve gesto de tristeza.

Las chicas se miraron. Una a una, entraron al círculo, y una bruma espesa las envolvió. Cuando abrieron los ojos… ya no estaban en el bosque.

Estaban en un lugar suspendido en el vacío, rodeadas de ecos, sombras de recuerdos, un plano espiritual donde el tiempo no corría. Frente a cada una de ellas apareció una figura.

Lyselle vio a un hombre de armadura dorada, su mirada como fuego, su presencia imponente.

—Soy Thalion Ignis, General del Sol, escudo de Solaris. En mi pecho ardió la esperanza de mil batallas. Tú, Lyselle, eres mi llama heredada. ¿Tienes el valor de enfrentar la oscuridad con luz?

Ella asintió, lágrimas contenidas brillando en sus ojos. El espíritu tocó su frente y una marca dorada resplandeció en su piel.

Neria se encontró con una mujer envuelta en sombras y silencio. Sus ojos eran dos espejos oscuros.

—Soy Eris Umbra, fundadora de Noctis. Guardiana de secretos, defensora del silencio. Veo en ti la astucia dormida… el filo oculto. ¿Podrás actuar sin ser nombrada?

Neria tembló, pero alzó la cabeza. La marca de la sombra se dibujó como tinta líquida sobre su cuello.

Aeliana observó a un hombre de cabellos plateados y ojos sabios. A su alrededor flotaban orbes de energía etérea.

—Soy Lyrian el Sabio, Guardián del Alma, Fundador de Lumeria. El conocimiento es un faro, pero también una carga. Te será revelado más de lo que deseas, Aeliana. ¿Estás dispuesta?

Ella tragó saliva y dio un paso adelante. Un orbe blanco se incrustó en su pecho como una semilla de luz.

Syra se encontró rodeada de raíces y flores que brotaban de la nada. Frente a ella, una mujer de ojos verdes y piel de corteza habló con ternura.

—Soy Maelira de los Bosques Eternos, Dama de la Tierra, fundadora de Theralis. Tu rabia es solo dolor enmascarado. Deja que florezca la armonía. ¿Lo permitirás?

Syra cayó de rodillas, quebrada por dentro, y la marca del cristal raíz brilló en su mano izquierda.

Y Alina, en soledad, se encontró frente a una figura sin rostro, vestida con ropajes antiguos, el emblema de Aetherion brillando en su pecho. Una voz resonó en su mente, profunda y cálida.

—Soy quien guarda tu verdad. No necesito nombre, pues lo llevas en tu sangre. Tú eres la heredera. Eres la llama perdida… y la única capaz de reunirnos otra vez. ¿Aceptas lo que eres?

—Sí —susurró Alina—. Sí, aunque me duela.

Una luz violeta surgió desde su pecho y ascendió hacia el cielo del plano espiritual, donde los cinco emblemas se entrelazaron por fin.

Cuando las chicas despertaron, aún estaban en el círculo, arrodilladas. Las marcas de sus casas brillaban suavemente en sus cuerpos. Se miraron… ya no eran solo cinco amigas. Eran herederas. Hermanas de destino. El ciclo había comenzado de nuevo, pero esta vez, estaban listas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.