Academia De Reinas

Capítulo 43: El Renacido de la Casa Perdida

El sol comenzaba a ocultarse detrás de las murallas de piedra de la Academia de Valerian, tiñendo el cielo con un rojo profundo. Los estudiantes regresaban a sus dormitorios tras un día de entrenamiento mágico, risas, y desafíos. Sin embargo, Kael permanecía en los jardines traseros, observando el lago donde Alina había despertado a la fundadora de Theralis.

Alina lo encontró allí, apoyado contra un árbol, con la mirada perdida en el reflejo de las hojas sobre el agua.

—¿No deberías estar dentro? —preguntó ella, rompiendo el silencio.

Kael se giró despacio, como si la hubiera estado esperando.

—Sabía que vendrías.

Alina frunció el ceño, algo en su pecho palpitó como si su corazón la reconociera antes que su mente. Aquel chico, tan callado y aparentemente frío, la miraba como si la conociera de toda la vida.

—Hay algo que debo mostrarte —dijo él, dando un paso hacia ella—. Algo que… ni yo mismo entendía hasta ahora.

Se quitó la camisa lentamente, dejando al descubierto su espalda.

Alina jadeó al ver lo que allí estaba grabado: una marca brillante, parecida a la de los Guardianes… pero distinta. Más antigua, más compleja. El diseño parecía una espada envuelta en llamas blancas, atravesando un escudo con cinco círculos. Era como si cada símbolo de las casas estuviera representado… protegidos por esa marca.

—¿Qué es eso…?

—Es la Marca del Guardián Real. —Kael bajó la cabeza—. No pertenece a ninguna de las casas. Ni siquiera los ancestros de los Guardianes la recuerdan. Pero yo… he empezado a recordar cosas. Fragmentos de hace quinientos años. Luchas, fuego… tú cayendo en mis brazos… una promesa que hice antes de morir.

Alina dio un paso atrás. Su pulso retumbaba en los oídos.

—¿Qué estás diciendo?

Kael la miró con una mezcla de ternura y certeza.

—Soy un Renacido. Reencarnado para protegerte. Siempre lo he sido. Yo fui el Guardián de los Guardianes, el arma secreta del linaje real. Fui creado para morir por ti… y esta vez, no fallaré.

Un silencio denso los envolvió. La brisa agitó el agua del lago, como si el propio mundo hubiera escuchado aquella verdad.

Alina sintió que todo encajaba: los sueños, la conexión inexplicable, la sensación de que él era parte de ella. Y entonces, en lo más profundo de su alma, oyó una voz.

"Al fin… se reencuentran."




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