Academia Kite Wars

Capítulo 3: Búsqueda interna

Los siguientes días después de aquel aviso transcurrieron con normalidad. Benito e Iván entrenaban en los patios traseros de la escuela, desde que terminaban las clases hasta que el sol se ocultaba.

Por otro lado, Carlos y los demás chicos comenzaron un ataque intimidatorio hacia Benito. No dejaban de bombardear de mensajes su WhatsApp. A lo que Iván le enseñó una clásica: el bloqueo.

—No necesitas esos mensajes —le dijo Iván al leer un último mensaje que Carlos le mandó a Benito y que decía así: “Espero te dé un infarto antes del duelo”.

—¿Cómo puedes lidiar con todo esto, Iván? —preguntó Benito al ver el temple estoico de su amigo.

Estando los dos descansando en el mismo dormitorio, Iván se levantó de su cama, se dirigió a su escritorio, tomó la foto familiar que adornaba la mesa y la tomó para darse algo de inspiración. Mientras la veía, no podía dejar de observar, en la foto, a su difunto hermano mayor Felipe.

—Hace unos años aprendí que la vida es una mierda —dijo, sin quitar la vista del rostro de su hermano.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No todos nacemos en cunas de oro, a muchos nos tocó rascarnos la espalda por nosotros mismos, para tener lo que muchos tienen desde antes de nacer —le dijo Iván—. Pero eso no significa que todos deban pasar por lo mismo. ¿Para qué hacer más mierda la vida de alguien solo para sentirnos menos mierda en la vida? ¿Eso acaso tiene sentido? ¿No sería mejor darnos la mano y apoyarnos en lo que cada uno sabe hacer mejor?

—No recuerdo que Musashi haya dicho eso —respondió Benito sorprendido al escuchar la fuerte filosofía de vida de su compañero de dormitorio.

—Tal vez no todo en la vida es seguir su filosofía. —respondió Iván. —Eso me lo enseñó mi entrenador. Supongo que tiene que ver con que ambos somos del mismo pueblo, en parte nos comprendemos como comunidad.

—¿Y qué tiene que ver esto con el soportar tanta basura que te tiran? —preguntó Benito de nuevo.

—Que en la vida siempre habrá gente que te quiere arriba, como gente que te quiere abajo. Aquellos que te quieren abajo son lo que no soportan verte arriba, por eso buscan bajarte.

Acto seguido, Iván se levantó de su cama y colocó la foto nuevamente sobre su escritorio.

—Y no pienso quedarme tirado solo porque alguien quiere verme abajo —cerró su meditación con esa frase.

—Iván... —mencionó Benito, con la boca abierta, sin despegar la mirada de su compañero.

Quizás Iván tenía razón, pensó Benito. Se había tomado tan a pecho las amenazas y burlas de Alex y de Jorge, quienes consideraba sus amigos, que en más de una ocasión intentó tirar la toalla. Sin embargo, había algo dentro de él que le decía que debía seguir intentándolo.

—Pero tengo miedo... —mencionó Benito al bajar la mirada y observar su cometa en el piso, en modo de espera, listo para el siguiente duelo—. ¿Qué pasará si pierdo? ¿Alex y Jorge no tendrían razón de todo lo que dijeron?

—Si pierdes, nada cambiará el hecho de que te enfrentaste al monstruo y sobreviviste —le mencionó Iván, esperando cambiar un poco el semblante temeroso de su compañero de dormitorio—. Es mejor que nunca haberlo intentado y darle la razón a quienes te quieren ver abajo.

Benito no dijo nada nuevamente, poniendo entera atención a las palabras de Iván. Pero una frase lo sacó de su asombro.

—Bueno, ya que practicamos suficiente, ¿por qué no me ayudas con la tarea de matemáticas? —bromeó Iván un poco esperando romper el hielo. A final de cuentas, un trato era un trato, y Benito tenía que cumplir.

Ninguno de los dos lo sabía en ese momento, pero cada uno era lo que el otro necesitaba. Iván era el salvador de Benito, un chico que siempre había vivido al margen de los demás, que confiaba tanto en sus amigos que no había podido superar en mucho tiempo la decepción y la traición que aquellos que se hacían llamar “amigos” le habían causado. Por el otro lado, Benito era la ayuda que Iván necesitaba en un mundo competitivo y tan anárquico como un internado privado. Un chico que jamás había salido de su pueblo más que para comprar refacciones, ahora debía vivir solo, en una ciudad, con gente que no conoce (a excepción de don Everardo). Las enseñanzas de su antiguo entrenador le estaban ayudando a sobrevivir en soledad, pero Iván no puede vivir solo toda su vida, necesita amigos, amigos a los que no les importara su condición social, o el hecho de que había ingresado a la Minerva gracias a una beca, sino que lo vieran por lo que realmente es, un chico, como todos los demás en la academia, que busca hacerse un lugar en las Kite Wars y, quizás a futuro, pudiera ser el representante de México en el Ultimate Tournament.

El jueves llegó rápidamente, y la primera clase se reservó precisamente para este duelo. De hecho, la clase de entrenamiento fue reservada para ver los resultados de lo aprendido la primera semana.

Benito e Iván estaban en un lado de la cancha donde tomaban las clases, con el resto del grupo en las gradas, observando lo que pasaría más adelante. Los nervios se veían en el rostro y frente de Benito, estaba sudando más de lo normal, incluso para ser una cancha climatizada.

—Creo que fueron los tacos de don Everardo los que me hicieron mal... —dijo Benito intentando justificar su nerviosismo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.