Son las 5 de la mañana, una ligera llovizna cae por la ventana de lo que ahora es mi nueva casa, por así decirlo.
Mi hiperactiva compañera prepara su escandaloso desayuno al igual que ayer. Me despierto y salgo rápidamente de la cama, saludo a la pelirroja con un manotazo en la nuca y me dirijo al baño para una refrescante ducha mientras pienso en las mil maneras para deshacerme de la licuadora.
De cierta manera, es bueno tener un único despertador llamado Alice, en vez de las diez alarmas que tengo programadas en mi celular.
La verdad adoro dormir, hasta ahora no he conocido un mayor placer que ese y siempre me he preguntado ¿Porque las escuelas no comienzan a las diez de la mañana? Así podríamos chatear mas por las noches, despertar sin ojeras y soñar mas con mis fantasías, para despertar tranquilamente sin el usual aspecto miserable y resacoso.
Pero es el primer día y al menos debo comenzar con pie derecho.
Mikaeya seguía durmiendo, lo noté por el sonido de su lenta respiración, vaya que tenía el sueño pesado para no sentir el gran alboroto que Alice llevaba a cabo.
Voy a la ducha, después de quitarme la piyama, espero que el agua este caliente como me gusta y me adentro como si fuera un gatito tanteando las gotas de un charco, siento el caer del agua que al fin logra opacar a la ruidosa de mi compañera.
Después de como media hora, apago la ducha y me envuelvo en una toalla. No es un cuarto de baño muy espacioso así que me limito a cambiarme la ropa interior y me dirijo al armario por el restó, después de todo, somos solo chicas en aquella acogedora habitación.
Mikaeya despierta con mucha felicidad al parecer, se ve muy recuperada, aunque su expresión seria disipa rápidamente la sonrisa en su rostro.
-¿Que es eso?, Se ve asqueroso- dice Mikaeya, al notar como Alice le ofrece un vaso de su batido.
-No bebas eso, sabe a tierra- interrumpo rápidamente.
Alice se voltea, mirándome con sus ojos que parecen los de un topo ciego. Mikaeya apenas me mira y su cara luce algo roja.
- ¡Es mi turno en la ducha! - exclama Mikaeya, encerrándose inmediatamente en el baño.
Mikaeya insistió en que iría luego a desayunar, por lo que tuvimos que irnos solas al "Edificio 1". Desayunamos unos panqueques con chocolate. Me percató que Alice le pone mucha miel y azúcar a su comida. Ella dice que los cazadores tienen buena genética por lo tanto no engordan con facilidad. Aunque soy delgada y muchas veces me lo recuerdan, seria bueno perder algo de grasa en algunas zonas.
Alice y yo teníamos juntas la materia de Química a la ultima hora el día de hoy, por lo que tendría que encontrar mis salones de clases por mi cuenta.
El sistema educativo era muy parecido a cualquier Colegio o Preparatoria.
8:30 a 2:30 - Clases Normales
Almuerzo
2:30 a 4:30 - Clases particulares según tu especie sobrenatural.
Los de primer año recibíamos clases en el "Edificio 4" que no estaba muy lejos. Al llegar a la entrada Alice y yo nos separamos en dirección opuesta a la otra. Con el mapa del "Edificio 4" que nos entregaron ayer, me aventure en busca de mi salón. Llego al tercer piso. Y caminando unos cuantos pasos encuentro mí primer salón.
Aula 14.
Mi primera clase es Historia.
Me quedó a centímetros de la puerta, me arrimó a la pared, creó que tengo el síndrome de la estudiante nueva. Tengo miedo de entrar ¿ Y si soy la ultima en llegar y todos me clavan fijamente su mirada? Nunca había cambiado de escuela, siempre había tenido las mismas amigas, el mismo Crush, los mismos miedos.
No quiero entrar, me cosquillea el cuerpo del temor, ni yo mismo entiendo el porque. En mí cabeza retumba la frase " El que no arriesga no gana". Aprieto mis puños y lentamente obligo a mis piernas a caminar a paso lento y seguro. En menos de 10 segundo ya me encuentro en el salón. Y en menos de dos segundos mientras continuo caminando, hecho un rápido vistazo, debo decidir donde sentarme. ¿ Al principio, intermedio o al final?. No logro decidirme, en mi cabeza transcurren horas enteras.
-¿Katherine… es decir ¡Katt! ¿También tienes Historia a primera hora.
Me volteó algo asustada. Es Mikaeya, le miró con curiosidad y al mismo instante llena de felicidad por saber que no estaré sola en mi primera clase. Ella no me hace mucho contacto visual, parce algo tímida a pesar de su rudo y confianzudo aspecto.
Nos sentamos en pupitres seguidos al último del salón, con vista a la ventana.
Quiero conversar con ella para romper el silencio incomodo, pero el lenguaje corporal de Mikaeya me indica que no tiene ganas de hablar, además su cabello blanco cubre totalmente el perfil de su rostro.
Si estuviera con Alice seguramente le rogaría que se calle ¡Oh por Dios! ¿Acaso extraño a mi molesta compañera? .
- ¡Buenos días!- dice una voz firmemente grave y algo conocida- Todos a sus asientos.
Todo el salón se acomoda inmediatamente, el profesor Henry está parado al frente de todo el salón. Se que me dobla en edad, pero es tan guapo que con solo verlo se me hace agua la boca. Es oficial, siento una atracción prohibida por mi profesor.
Con gran confianza, una sonrisa galanezca y mientras cruza sus fuertes brazos, mi futuro esposo Henry, ordena que cada uno se ponga de pie, diga su nombre, sus gustos y relate su conocimiento sobre la Academia. Los quejidos y susurros de los antiguos estudiantes se hacen escuchar.
Mientras que yo, por mantener mis ojos clavados en el profesor, no me percato de que es mi turno, hasta que Henry grita mi nombré.
-¡Katherine! Preséntate, por favor- me ordena caballerosamente.
!Oh por Dios! !Recuerda mi nombre!.
- !Ah! Si, lo siento- tartamudeo mientras me incorporo y pienso en mis palabras. En este momento todo el salón tiene sus ojos sobre mi.
No soy capaz de levantar mí cabeza por la vergüenza y por alguna razón me refugió en el cabello albino de Mikaeya y comienzo a presentarme.
- Mi nombre es Katherine Lyvittsa, tengo 15 años ¿Ah?, Y yo soy… soy…. soy una Lowenmesh. Eso, eso es todo… - rápidamente regreso a mi asiento.
Debo parecer un tomate porque siento arder mis mejillas. No entiendo el porque me puse tan nerviosa, pero solo quiero que esto termine.
-¿Katherine? ¿Estas bien?- susurra una gruesa voz, alzo la vista y miro al profesor Henry, está al frente mío. Es increíblemente alto y tenerlo asi de cerca no hace que mis nervios se calmen en lo mas mínimo.
Pero inmediatamente entiendo su preocupación pues escucho un fuerte gruñido proviniendo de mi.
¿Acaso estoy ronroneando?¡Oh por Dios! ¡Alguien mátenme!. Ni la sensación de caerme frente a todo el colegio, se compara con la vergüenza que siento en este momento.
-Katherine, vaya a la enfermería por favor.
Sin una dirección clara, me escapo rápidamente del aula. Debo encontrar la enfermería, los malditos ronroneos no se detienen y tampoco se donde están los baños para ocultarme y hundirme en mi miseria.
Es mi primer día y soy un desastre.