Accalia Y La Batalla De Lobos

Capítulo 10

Todo había ocurrido como una pesadilla, corto, fugaz y horrible. No sabía donde estaba, el lugar era oscuro y húmedo. 

Mis pies estaban congelados y en mis muñecas estaban unas pesadas cadenas.

Entonces, grité y pedí auxilio. Nadie me respondió. Solo el eco retumbaba como una trompeta. 

Había pasado el tiempo, cuando de repente las pisadas se hicieron presente. 

—Despierta, princesa —era una voz ronca y burlona. 

Y estaba de pie un hombre alto, con el rostro rojizo y unas barbas rojizas que le caían por el mentón. Tenía el cabello largo y el torso desnudo. 

—Hola, soy Zane Farkas, el alfa de la manada Farkas —me extiende su mano limpiándose en su sucio pantalón. Luego mira las cadenas y sonríe socarronamente.

Ignoro su saludo. 

—Disculpa por cómo te tratamos —dice susurrándome al oído, levanta mi mentón y me mira a los ojos —eres muy hermosa al igual que tu madre, lástima que tuvo que utilizar la daga y acabar con su vida —dice fingiendo tristeza. 

Mi corazón se apretuja al oír este último. Mi loba aúlla de pena. Mis lágrimas amenazan con salir, sin embargo, los detengo. Este sucio y ruin no disfrutaría de mi pena. Trago saliva y respiro con lentitud. 

—Por mucho tiempo han estado fuera de casa —dice —ustedes, hijas de la luna siempre pertenecieron aquí —recalca. 

Desvío mi mirada y me mantengo firme. 

—Eres muy jovencita, pero muy hermosa —dice acariciándome el rostro, siento su respiración en mi cuello  —eres de la edad de mi hijo.

—¡Sucio y cobarde! —por fin pude decirlo sin sonar a dolor —¡eres el peor de nuestra especie! —finalicé. 

Se detuvo en seco —no quiero que pienses eso de mí ni de nuestra manada, no sé qué cosas te habrá contado tu padre, pero la historia es otra —responde sereno y algo avergonzado. 

—¡Sucio! —y le escupo. 

Me mira nuevamente a los ojos —eres bella y serás mía, vivirás en un altar —acota. 

Empieza a besarme lo cual me provoca asco. Me rompe la blusa y continúa lamiéndome. 

—Nunca en mi vida había visto a una mujer tan bella como tú —susurra excitado —todo ha valido la pena, la espera  y el entrenamiento —susurra. 

Intento defenderme, pero las pesadas cadenas me lo impiden. Rompe mis vaqueros y me quedo en ropa interior,  y me queda viéndome. Se empieza a desabrochar el cinturón y en mis propia mirada se baja el pantalón, esto me provoca náusea y atino a vomitar. Al parecer no le importa. 

Entonces, se acerca a las cadenas al darse cuenta que hace mucho ruido, y lo ajusta dejándome inmovilizada de brazos, pataleo con los pies pero los toma con sus brazos y sonríe. 

Se coloca debajo de mí y me obliga a mirarlo sujetándome del cabello. Tiene una erección enorme. 

Me rompe el brasier y me toma los pezones. 

—¡Maldito cobarde solo así haces que las mujeres sean tuyas! —digo de rabia —¡eres peor que los animales, solo violando debes de sentir placer. Eres un violador! —dije —¡ahí está el invencible Zane Farkas violando…! —grité.

Me miró sorprendido. 

—¿Y, qué? —respondió —serás mía, tendrás un hijo mío, serás mi esposa pequeña malcriada, ahora mismo serás mía y, te haré el amor con mucho amor y cuidado. Empieza a besarme, su aliento y su boca le huele a carne podrida.

Empieza a frotarse contra mí cuerpo. 

Hay cada enfermo en cada rincón del planeta no importa la especie ¿cómo es que nacen seres tan desviados? 

Me quita la ropa interior dañándome las piernas y los muslos con sus garras. —perdóname es que haces que me descontrole —susurra. 

《Luna, ¿dónde estás en estos momentos? ¿dónde está la daga?》 —Gritó mi loba pidiendo ayuda. 

Acababamos de pensar en eso cuando se abrió la puerta pesada de madera.

—¡Maldito animal! —y se lanzó contra el cerdo que tenía entre las piernas. Era un inmenso lobo de color cenizo que de un manotazo lo tiró al rincón este cayó como un saco pesado de piedras. 

Agradecí internamente sin saber quién era. Inmediatamente rompió las cadenas con sus enormes garras. 

—¡Ya me la pagarás mocoso impertinente! —gritó hecho rojo de furia.

 Me señaló con la mirada la puerta, salí disparada, en la mitad del trayecto caí, pero me puse de pie y seguí corriendo. Este lobo venía detrás de mí. El lugar era una cueva profunda y resbalosa. Continué con la marcha y cuando vi la luz del día mi corazón se alegró y me impulsó a seguir. 

Mi loba estaba feliz. Teníamos un salvador. Fui corriendo por entre el bosque, justo pisé una espina que me hizo detenerme, cuando me di cuenta tenía la pierna sangrando y los muslos. Estaba desnuda. Y el lobo se detuvo a una distancia prudencial escondiéndose detrás de un árbol.

—Quién quiera que seas, muchas gracias por salvarme —hablé fuerte. 

Enseguida, hizo su aparición un joven alto, con el cabello rebelde, una tez bronceada por el sol. Nunca lo había visto. 

Inmediatamente traté de cubrirme sin éxito, porque me caí de culo. 

—No te haré daño, me preocupa el sangrado —dijo dirigiéndose hacia mi pierna y mi muslo. Luego se quitó la polera que llevaba y me lo lanzó

—Hace frío, espero te sirva —dijo desviando la mirada. No protesté, inmediatamente me puse.

 Abrigaba y olía a menta. Nuevamente se quitó el polo quedándose desnudo, rompió la tela y me ajustó en la pierna, luego quiso hacerlo en el muslo, pero inmediatamente quité sus manos. 

 

—Estoy bien —mentí —quiero irme con los míos —dije marchándome.   

este continuó siguiéndome. 

—Tus pies —señaló al ver que cojeaba.

No respondí. 

Continué, pero estaba perdida. No conocía el bosque. No era mi territorio.

—Es en vano —dijo—los tuyos ya no existen —comentó dejándome fría. 

Me dirigí a una inmensa roca y ahí sentada lloré amargamente, ¿en qué momento sucedió todo esto? si apenas hace dos días todo marchaba de maravilla. 




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