No podía permitir que hagan daño a Accalia, a mi LunaOmega. Emprendí la marcha hacia la mansión Daciana. El paisaje estaba cubierto de niebla y humedad denotando lo que había ocurrido.
Nunca había pisado esos lugares, al parecer estaba muy bien cuidada. Crucé el riachuelo y justo me tropecé con una pequeña cosa peluda y suave lo cual hizo que retrocediera enseguida.
—¡Auch! —se quejó
Era la misma muchacha de la mañana la que estaba junto a Accalia.
—Lo siento —dije.
—Perdón, perdón —habló nerviosa.
—¿Tú, tú no eres la amiga de Accalia? —pregunté sorprendido.
—Sí —respondió asustada —la conocí hace poquito.
—¿Qué ocurre? ¿por qué estás aquí?
—Nos vienen siguiendo, mi familia fue atacada.
No podía creerlo.
—¿Quiénes? —pregunté intuyendo quiénes eran.
—Victor Farkas, el beta de los Farkas, atacó a mis padres y hermanos —gimoteo desconsoladamente — a causa de ello huyeron a las montañas —se sonó la nariz y tomando aire dijo— Yo me extravié, porque me caí a un hoyo profundo y salir de ahí era muy complicado…
—¿Qué? ¿Por qué? —dije confundido por todo lo que acababa de oir.
—Victor Farkas vive enamorado de mi hermana mayor, ella ama a otro de nuestra especie, en venganza nos atacó y no solo él sino otros de su manada, odian a los zorros licántropos.
—¡Malditos! Todos de esa manada están mal de la cabeza.
—Odian a nuestra especie, nos ven como un bicho inservible y que somos una barata imitación de los lobos —luego de un silencio, musitó —mi padre tiene algo que según ellos les pertenecen —habló este último con miedo y duda.
—Tranquila, ellos son la verdadera vergüenza de nuestra especie. Atacaron a los Daciana—hablé con remordimiento ignorando lo último que acababa de mencionar.
—Desgraciados —susurró.
—Ve a la mansión —ordené emprendiendo mi marcha —Ahí estarás a salvo.
—¿Puedo acompañarte?
—No, claro que no —dije ofuscado, mis pensamientos cada vez se iban nublando de rabia. Continué con mi marcha.
—Iré contigo —repitió siguiéndome.
—¡No! —grité
—Me necesitas, sé que me necesitas —habló.
Me quedé en silencio, había escuchado decir a mamá que las zorras licántropas eran muy buenos para seguir rastros e incluso podían percibir olores a larga distancia, claro que eso funcionaba con otras especies pero no con la de su especie.
—Está bien —murmuré incómodo —estoy yendo en busca de Accalia y su manada —dije.
Al pronunciar esas palabras mi estomago se puso tenso, mi mejilla empezó a arder, ¿acaso sentía vergüenza por no proteger a mi LunaOmega?
Cuando era niño había escuchado las historias de mi manada, que cuando uno encontraba a su LunaOmega tenía que cuidarla, protegerla e incluso morir por ella. Se dice que la Luna en su infinita misericordia había luchado por los suyos formándolos en estrellas, así nunca nadie se atrevería a dañar a su familia…
El silencio se sintió bien.
—Gracias por acompañarme —dije a mi nueva compañera.
—Estas enamorado de ella —dijo mirándome a los ojos
—Mmm, ¿tú qué crees? —dije abochornado.
—Creo que sí estás enamorado, pude notarlo —mencionó —pues eso está bien. Me agrada.
Me quedé pensativo. Mi yo lobuno —《me cae bien tu amiga》—susurró.
—¿Te vienen siguiendo los tuyos? puedo olerlo —dijo.
—Corramos —respondí —lleguemos cuanto antes.
Mi mente iba nublado, truncaba cualquier comunicación de los míos. Nos acercamos a las cercas tumbadas de los Daciana.
—Fue una masacre —dijo mi acompañante.
El lugar humeaba y la sangre estaba por todas partes. Mujeres muertas yacen en el piso lodoso.
—Bastardos —gritó de rabia mi acompañante.
—No hay nadie —dije apretando mis puños.
—Al parecer han acabado con toda la manada —respondió.
Maullé de rabia y salí rápidamente en busca de esos malhechores. Si me los encontraba los trituraría pedacito a pedacito.
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He vuelto, aquí nuevamente a vivir lo que nos hace sentir vivas.
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Editado: 22.09.2024