El sentir de Accalia
Te han picado en pedazos,
será que la diosa Luna se molestó.
Luna llena me siento tan sola,
me has abandonado en la oscuridad
Luna llena porque ya no estás
si no vuelves moriré
Dime que vas a volver.
Luna llena calma este dolor
siento que estos días te he perdido
Si estos días no vienes, siento que voy a enloquecer.
Después de lo sucedido con Crowis, huí. Castigué mi piel, castigué mi impulso lobuna, oír sus promesas lobuno cual niño triste después de una travesura me había hecho reflexionar. Oír que siempre había sido yo su LunaOmega, que siempre había sido su deseo…en cambio él nunca fue ni será mi alfa.
No quería ser su esperanza, no quería ser su LunaOmega, no quería ver su deseo ni impulso lobuno por mí. Castigué mi debilidad y la fragilidad con que había nacido, también odié mi destino.
No tenía sentido continuar con él, no después de lo que había sucedido. Lo había pensado muy bien, no quería protectores ni nadie cercano a mi. Tenía que aprender a enfrentar mi realidad pero ya. Antes del amanecer supliqué como un último acto de amor a la diosa Luna que me aleje de estos territorios, lejos de toda la manada existente, quería irme y empezar sola.
La diosa Luna en su infinita misericordia accedió tal pedido, entonces antes de que las luces mañaneras iluminarán el bosque frondoso, La Luna bajó con su manto dorado confundiendo al sol y a la luz del día. Ambas descendimos en silencio por entre las nubes.
—Cierra los ojos —pidió a lo que obedecí.
Luego de un tiempo casi imperceptible el viento fresco, el olor a panecillos inundó mis fosas nasales. Abrí los ojos y me encontré en una pequeña cabaña de madera en compañía de una anciana. Los recuerdos del pasado seguían intactos en mi mente.
—Ya despertaste —habló —desde ahora viviremos juntas, espero que te sientas cómoda.
—Gracias —agradecí acercándome al fogón que ardía lentamente —¿dónde estamos? —pregunté.
—En el corazón del bosque, donde el viento silba la melodía de los elfos y los enanos, donde existen las hadas y la magia…lejos de la maldad licántropa.
Me sirvió un té humeante —esto ayudará a tu alma —dijo.
Asentí con la cabeza sorbiendo el líquido humeante.
—Me llamo, Accalia —dije esperando saber su nombre.
—Que bonito nombre —respondió —Aquí sanarás tu pasado. Aquí sanamos todas.
Hubo un silencio reconfortante, el canto de las aves hacían del lugar algo mágico. El paisaje era un verdadero cuento de hadas. Salí al patio y me senté bajo una banca de roble, apoyé mi rostro y disfruté de la paz que emanaba aquel lugar, agradecí internamente la misericordia de la diosa Luna.
Luna llena
te pienso constantemente
Luna llena
me han roto en pedazos…
—Hace tiempo al igual que tú descendí de entre los licántropos, desde aquel acontecimiento no he tenido el valor de volver —habló a mi lado.
La miré a los ojos, sus ojos eran de un verde infinito. Su rostro era frágil y delicado. Era hermosa y de joven seguro que había sido la mismísima diosa Luna.
—Tengo un tremendo dolor que dudo seguir, muchas confusiones…tengo mi ser sucia y débil —susurré.
—Eres tú, los licántropos como nosotros, a partir de eso nos hacemos fuertes —contestó —Además, nadie es perfecto. Hasta la misma diosa Luna tiene manchas y en ocasiones a pleno luna llena desaparece provocando tormentas.
Me quedé en silencio. Tenía sentido todo aquello que decía, pero cómo haría con todo lo que había ocurrido, cómo limpiaría mi piel, mi alma, mi corazón…cómo olvidar a los míos.
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Editado: 07.02.2025