Nunca había llegado a pensar que mi vida terminaría así.
Siempre se piensa y enloquece saber cuál será la decisión correcta si tanta responsabilidad será capaz de encerrarnos en las alas de la oscuridad.
¿Y esa oscuridad, es buena o es mala?
Es el fin del viaje, el fin de todo y el comienzo de la nada en la que resuenan las acciones cometidas por el resto de la eternidad.
Nací con un fin. Estoy condenada a perecer porque como ser imperfecto que soy, ser mortal constituido de materia imperfecta que se modifica con el tiempo, que crece; estoy destinada a morir. Morir antes de tiempo.
Pero no pienso obedecer ese destino, sin importar lo descabellado que suene esto voy a cambiar sus planes para que las agujas del reloj se muevan a mi propio ritmo. Romperé las reglas para demostrarle al mundo que la verdad no tiene dueño.
Por eso aquí estoy, a la orilla del barranco con una decisión tomada. Saltar. El abismo es oscuro y silencioso, como la propia nada. Y es a lo que me enfrento.
Morir...
Para transformarme en la respuesta a lo que nadie se atreve a preguntar.