Arturo Pov
Después de hablar con Elise decidí caminar un rato por la playa…tengo demasiadas cosas por pensar, pero sobre todo por resolver. Los problemas en casa están cada vez peor y por un lado quisiera que Kriss estuviera en un lugar donde puedan estar al pendiente de ella las 24 horas, pero me es in evitable sentir que la estoy abandonando y dejando a su suerte.
Además, no quiero someter a Zuri a esta situación. Ya he tenido suficiente suerte con que las veces que Kriss se despierta gritando, no despierte a Zuri, sumándole que desde que Kriss llego a la casa, ella a estado buscando maneras de pasar el menor tiempo posible en casa.
Y no la culpo, hay veces que hasta yo mismo quisiera salir corriendo de ese ambiente.
Aunque es un poco irónico todo, ni a la muerte de Celia se sentía tan pesado el ambiente como en estos momentos.
Saco mi teléfono y vuelvo a marcar el numero al que le hemos dejado miles de llamadas y mensajes desde el incidente y como era de esperarse…nadie responde.
En este momento no sé qué me frustra más, que mi relación con Elise este prácticamente es la basura o que la salud mental de Kriss no mejora en lo absoluto… no se si es porque ella no pone nada de su parte o su psicológico no la motiva.
—Celia ayúdame con esto—pido mirando al cielo… se que ella me escucha y solo pide que me ayude con esto.
Miro mi reloj y ya llevo un buen tiempo fuera de casa, no quiero Saúl tenga que enfrentar otro episodio de Kriss el solo. Manejo hasta casa y al entrar camino hasta el cuarto de Saúl.
—¿Todo bien con Kriss? —pregunto después de saludarlo y que me allá dejado pasar a su cuarto.
—Si, estuvo tranquila pero no quiso cenar, tuvimos que darle casi a la fuerza con la señora Marina que se quedo a vigilarla hasta que se durmió— me cuenta.
—Si sigue así no tendremos otra opción que internarla—le cuento.
—¿Crees que sea lo mejor? —pregunta.
—Se que habíamos acordado estar al pendiente de ella, pero no podemos esperar a que intente quitarse la vida otra vez—le recalco lo último.
—Lo sé, pero tampoco podemos dejarla a la deriva—
—¿Y quien dice que la vamos a dejar a la deriva? —le pregunto— Estoy preocupado por ella, pero también debo de pensar en mi hija y el ambiente que esta en esta casa. ¿Tu crees que es bueno que una adolescente este en la misma casa con una persona con un cuadro severo de depresión? —
—Se que no es un ambiente adecuado para ella, pero tampoco podemos dejar de lado a Kriss—exclama mi amigo y por el tono de voz, los ánimos están empezando a calentarse
—No la dejaremos de lado Saúl, necesita estar en un lugar donde puedan controlar su depresión—le recalco tratando de mantener la calma, en uno de los dos debe de caber la prudencia.
—¡Arturo en tendiendo que no la podemos solo votar en una institución y ya! —
—Te lo repito, no la votaremos como basura, quiero su bienestar y eso solo lo conseguiremos con ayuda especializada; no es normal que a ya casi un mes no quiera comer nada o que prácticamente la tengamos que obligar para comer, si sigue así termina por empeorar—
—¿Crees que eso no lo sé? —pregunta, enojado—¿Crees que me gusto descubrir su cuerpo desangrándose sobre la cama?, ¡claro que no! Y por eso no la podemos dejar sola y mucho menos en una clínica—
—Se que yo no la encontré y también se que tu estabas muy impresionado y asustado, ahora te pido que te pongas en mi lugar; ¿Qué hubiera pasado si la que descubriera a Kriss en esa situación hubiera sido Zuri? —le pregunto —¿Cómo crees que eso le hubiera afectado a mi hija? —
—Entiendo tu punto, pero no quiero abandonar a su suerte a Kriss—
—Saúl, volvemos a lo mismo. —Mañana Kriss tiene control y podemos plantearle esta idea a su psicólogo, para ver que dice—le propongo esperando que con ayuda de la almohada lo piense mejor.
—Esta bien, pero si es así buscaremos el mejor lugar y en el caso contrario llevare a Kriss a mi departamento…lo que dijiste sobre Zuri, es muy cierto; a tenido una vida difícil y no quiero exponerla a experiencias desagradables—dice y la verdad se lo agradezco, quiero que Zuri vuelva a sentirse cómoda en casa.
Me despido de él y camino hasta el cuarto de Kriss donde la señora Marina se encuentra leyendo su libro.
—Señora Marina, ya se puede ir a dormir, ya es mi turno de cuidar de ella—le cuento en cuanto entro a la habitación.
—Que pase buena noche señor Arturo, espero que le pueda dar algo más de comer—señala la bandeja sobre la cómoda izquierda; donde hay un tazón de sopa de pollo a medio comer y una gelatina que está casi entera.
—Tratare, pero por favor, traiga un poco de fruta—le pido.
Ella asiente y me siento en la mecedora donde ella estaba antes.
—Volviste a Casa—susurra y veo como Kriss se acomoda sobre la cama, camino hasta ella para ayudarla a sentarse.
—sí y también ya me enteré que aun no comes nada —le comento.
—Como hacerlo, no hay una buena razón para eso…pierde a una parte de ti y veras como pierdes hasta las ganas de vivir—
—Perdí al amor de mi vida y aun así estoy aquí—le recuerdo, ahora que pongo más atención a sus gestos, veo como su expresión cambia y me parece ver ¿fastidio? En ella al mencionar a Celia.
—Aquí esta la fruta que me pediste—comenta Marina entrando en el cuarto.
—Gracias—le digo y procedo a tomar la ensalada de manzana y uva con yogurt griego natural que preparo. —Come un poco por favor—le pido, tomo un poco del plato y se lo acerco, gracias al cielo se comido todo lo del tazón e incluso la gelatina también.
—¿Y a donde fuiste? —pregunta después de que retire todo el servicio de su cama.
—A ver unos asuntos del hotel—le respondo omitiendo lo que en verdad fui a hacer.
—¿Con Elise? —pregunta.
—Si, es la arquitecta en jefe y además es mi novia. —respondo.
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Editado: 11.10.2022