—Llamen a Tom —cierro mis manos en un puño.
Siento el cuerpo arder, tal vez de rabia, tal vez de impotencia o solo es miedo, no lo sé, y eso hace que este aún más impaciente, odio sentirme así. Deseo caminar de un lado a otro, pero los músculos de mis piernas están rígidas, como paralizada, tal vez porque así está mi mente ahora. Además, este vestido, a pesar de lo hermoso y de ensueño que es para cualquier chica, tampoco me permitía estar de aquí para allá sin detenerme como quisiera, no es lo suficiente cómodo y practico como para eso.
Tranquila Anni tranquila, me decía a mí misma, una y otra vez con los ojos cerrados, intentando despejar mi mente y llevarla a cualquier lugar que no sea el aquí y ahora, cuan feliz seria si se cumpliera. Deseo imaginarme en medio de un bosque, sola, sintiendo la brisa y los árboles a mi alrededor sin tener un fin ¿Es mucho pedir? Lo más hermoso de soñar es lo fácil que es, sin ninguna restricción o alguien que intente cambiar eso, el problema es como lo dice su nombre, solo es un sueño, no la realidad que tanto anhelamos los seres humanos cada día de nuestras vidas, en especial bajo las peores circunstancias.
—Anni no creo... —mi mejor amiga, Jenny, presiona de mi brazo queriendo darme fuerzas, no puede terminar su frase, sé que siente mi dolor y los temores, los conoce, se los he dicho y ha estado ahí para mí a cada paso, su apoyo incondicional es lo único que me mantiene de pie cada día y el de sus padres. Sin ella, ya me hubiera derrumbado hace años, tenemos nuestros altos y bajos, pero al final del día solo importa nuestra amistad, si la perdiera, en verdad no sé que seria de mí.
—Llamen a Tom —digo una vez más con autoridad y segura de mis palabras, solo deseo verlo una ultima vez, antes de unir nuestras vidas en un futuro incierto.
—Lo traeré —gira y levanta un poco su vestido, el cual elegimos entre las dos - más ella en realidad- de color celeste, su color favorito, se ve hermosa como siempre y con ese peinado alto dejando ver un collar de perlas, regalado por su padre el día en que cumplió los dieciocho años, es su objeto favorito en el mundo y el cual solo usa en ocasiones especiales.
Cierra la puerta con cuidado después de haber salido, al final del resto de los presentes, quienes me trajeron mi vestido, maquilladoras y la encargada de la boda. Me asignaron esta habitación apenas llegue -el cual fue hace unas cuatro horas- se supone que las novias felices y ansiosas esperan aquí la autorización para ir al altar y encontrarse con un novio sonriente y nervioso, junto al padrino.
No tengo nada en contra de ella, a la habitación me refiero, todo lo contrario, es hermosa, paredes blancas con tallados de madera dorados, flores por todas partes -mi madre pidió que pusieran mis favoritas- aunque me extraña que sepa cuales son, nunca ha estado muy interesada en mí y mi vida. Hay un candelabro precioso en el centro de la habitación y muebles que otorgan elegancia y comodidad. Pero para mí es el primer paso al infierno, no logro verlo de una forma diferente, en verdad me es imposible de aceptar.
Al cabo de unos minutos escucho unos toques en la puerta, mi corazón salto de solo escucharlo.
—Pase —alzo un poco la voz para que me escuche, intento por todo lo mas preciado en el mundo sonar segura.
Volteo hacia el espejo completo y cierro mis ojos a penas oigo la puerta abrirse, inhalo y exhalo profundo y prolongado para calmar todos mis nervios por este dia.
Tom es... ¿Cómo decirlo? el chico perfecto que todos los libros describen, el príncipe azul que todas las chicas desean, quien sus madres matarían para sus hijas. Pero más que un cuento de hadas yo deseo amor y realidad ¿Y quién no? alguien con quien sabes que puedes contar en las buenas y en las malas, alguien con quien sentir apoyo y confianza... Alguien con quien deseo ser feliz formando una familia, con quien decir los votos frente a todos, con honestidad.
—Es de mala suerte ver a la novia antes de casarse —dice con diversión en su voz cerrando la puerta— ¿No lo has escuchado?
—Sabes bien que no puedo detener esto —he sonado algo brusca ¿Pero de que otra forma puedo actuar? Estoy en todo mi derecho —me casare contigo ya sea lo quiera o no, a menos que tú te arrepientas y me rechaces, eres el único que puede cancelar toda esta farsa, pero eso ya lo discutimos y no aceptaste, aunque prácticamente te roge que lo hicieras —intenta hablar, pero lo detengo alzando la mano— Déjame terminar —volteo y camino hasta él, quedando solo a unos cuantos centímetros, lo suficiente como para poder sentir el perfume que siempre utiliza— no puedo prometer amor, pero si una buena amistad, seré la mejor esposa, prometo ser fiel y no engañarte jamás.... Solo te pido una sola cosa... poder sentir libertad y el control en al menos una cosa en mi vida —mi voz ya temblaba y mis ojos se cristalizaron.
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Editado: 30.09.2019