Acepto

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Ha Pasado casi tres semanas desde la boda, fue bastante tranquila -más bien aburrida- no invite a ninguno de mis amigos además de Jenny por supuesto, no quería que vieran este montaje de los novios felices. Por parte de Tom creo invito a un par de amigos, además de ellos solo había socios y parientes, que solo veo para ocasiones especiales.

Pero si debo destacar momentos donde me divertí y por leves momentos solo reirá y sonreía de verdad, sin ninguna actuación o querer aparentar algo que no existe para los demás. Fue cuando baile como una loca con Jenny, además de un par de copas con alcohol, pero en realidad fue antes de eso, cuando había que bailar el vals de los novios, Tom se veía y daba cada paso con mucha seguridad, se le veía contento todo el tiempo y en todo momento encontraba un tema del cual hablar, en su mayoría era para hacerme reír, a veces solo anécdotas suyas y otras tonteras que solo se le ocurrían. Fueron unos minutos que no olvidaré, me sentí realmente como una novia feliz en su boda junto a su novio.

 

 

Al fin y al cabo lo hice, me case y la verdad no me ha ido tan mal, aunque haya pasado solo una semana todo ha salido de maravilla, voy a la escuela de artes y Tom a la universidad, nos llevamos muy bien, si estamos juntos conversamos con facilidad, los temas salen de la nada, tenemos mucho en común, reímos, somos fans de todo tipo de películas, aunque en especial las de ciencia ficción, y damos uno que otro paseo cerca de la casa, aunque un vez con tanto hablar nos alejamos demasiado, tomamos un café y regresamos en taxi agotados.

Gracias a Dios, Tom me respeta y no me ha tocado más allá del beso en la boda y dormimos en cuartos separados, dijo que jamás me obligaría hasta que estuviera lista. Pero me pregunto ¿Algún día lo estaré? Siempre me imaginé hacer el amor con el hombre al cual amo, no deseo hacerlo por compromiso, y creo que Tom tampoco. Algo que Tom si tiene, es que le gusta abrazarme en especial cuando estamos en el sillón viendo películas y me toma de la mano siempre que caminamos por la calle, al principio me sentía algo incómoda pero siempre lo deje porque estás pequeñas cosas siento que nos van uniendo poco a poco.

 

Ya casi son las seis de la tarde, Tom aún no llega, cada miércoles estudia en casa de unos amigos, es el único día que logra salir antes del almuerzo, dándoles tiempo suficiente para estudiar gran parte de la tarde, pero siempre llega a cenar conmigo en casa, sin falta alguna. El hecho que cene sola le molesta.

—¡Ya llegué! —lo escucho gritar desde la entrada.

—¡Estoy en la cocina! —grito de vuelta.

Apenas está a mi vista le sonrió y me acerco a darle un beso en la mejilla como de costumbre. El pobre se ve agotado, sus hombros algo caídos y ojeras en sus ojos, está muerto de sueño, estudia gran parte de la noche, tiene una asignatura que lo tiene complicado, Hay un profesor que le hace la vida imposible a todos sus alumnos ¿Qué sentido tiene hacer eso? ¿Acaso te hace mejor estudiante?

—Hice un pastel de frutilla, tu preferido —acarició su mejilla.

—Así lo note, huele delicioso —se acomoda en la silla de siempre, sobando su estómago y sonriendo— En vez del dibujo, deberías dedicarte a la cocina, todo lo que tocas se convierte en una obra de arte.

—Gracias, pero solo es un pasatiempo, mi nana me enseño todas sus recetas secretas y como me recuerda a ella soy feliz cocinando todo tipo de comidas, pero los postres son mis preferidos.

Mi nana Meredith fue quien me crio en realidad, me enseñó todo lo que se y no me refiero solo a la cocina, si no, valores, respeto, como enfrentarme a los problemas, como celebrar mis victorias. Estuvo para mí a cada paso, siempre la amaré y la amo aún, por eso sigo en contacto con ella hasta el día de hoy, aun cuando mis padres la despidieron cuando cumplí los quince, para ellos yo no necesito depender de nadie, solo necesito de mí misma.

—Bueno, mi estómago te lo agradece —me guiña un ojo.

No pude evitar reír.

— ¿No quieres comer en tu cuarto? te vez agotado —tomo asiento frente a él.

La cocina es de un tamaño considerable, con todos los muebles y electrodomésticos necesarios y una pequeña mesa para los dos.

Mis padres y los suyos nos querían reglar una casa enorme, pero entre los dos nos negamos, solo somos nosotros, entre más grande jamás nos veríamos y nos escucharíamos ¿Qué sentido tendría eso?

—No, quiero comer junto con mi hermosa esposa —me sonrojo un poco, como cada vez que dice algo lindo sobre mí, desde que nos casamos siempre lo hace ya sean palabras dulces o toma de mi mano cuando menos me lo espero, un abrazo, un beso en la mejilla o en la frente. Lo tomó como una costumbre, coquetea conmigo casi todos los días, por no decir todos, y a decir verdad me gusta, me hace sentir que le interesó, además a veces yo también lo hago y soy buena en eso.




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