Acero Inquebrantable

Bajo Asedio Y Entre Susurros

El amanecer se filtraba suavemente por las cortinas, tiñendo la habitación con una luz dorada. Valeria apenas lo notaba. Su cuerpo estaba alerta, incluso mientras descansaba. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue el perfil de Isaac, relajado, con una mano apoyada bajo su cabeza. Era extraño verlo tan despreocupado, tan vulnerable.

Se permitió unos segundos de tranquilidad, algo que rara vez hacía. Sus dedos rozaron suavemente el borde de la sábana mientras lo observaba. Desde que habían aceptado lo que sentían el uno por el otro, había aprendido a disfrutar esos pequeños momentos de intimidad, esos instantes donde el mundo parecía detenerse solo para ellos.

Pero la calma no duró.

El zumbido de su teléfono rompió el silencio, y con un movimiento rápido, lo tomó. La pantalla mostraba un mensaje encriptado de Lorenzo, su principal analista de seguridad:

"Movimiento detectado. 03:47 AM. Interferencia en el sistema de seguridad. Riesgo alto."

El corazón de Valeria se aceleró, pero no por miedo. Era la adrenalina de quien sabía que estaba a punto de entrar en acción.

—¿Qué pasa? —La voz de Isaac, aún ronca por el sueño, llegó hasta ella.

—Tenemos compañía —respondió, ya levantándose de la cama.

Isaac se incorporó rápidamente, el sueño abandonándolo al instante. Valeria le lanzó su pistola desde la mesita de noche, y él la atrapó con facilidad. La sincronía entre ellos era impecable, como si hubieran estado entrenando juntos toda la vida.

Mientras se vestían con ropa táctica, Valeria no pudo evitar mirarlo de reojo. A pesar de la urgencia de la situación, había algo en la forma en que Isaac se movía, en su confianza, que la hacía sentir segura.

Isaac se acercó a ella y le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja con una suavidad que contrastaba con la tensión del momento.

—No tienes que quedarte aquí. Podrías ir al refugio seguro —dijo ella, ajustándose el chaleco.

Isaac la miró con una mezcla de incredulidad y determinación.

—¿Y dejarte sola? Sabes que eso no va a pasar.

Valeria dejó escapar un suspiro, pero no discutió. Sabía que sería inútil.

—Solo prométeme que si la situación se complica, harás lo necesario para salir de aquí.

Isaac sonrió, pero en su mirada había una promesa silenciosa.

—Solo si tú sales conmigo.

Se miraron durante un largo segundo, como si ese pequeño instante pudiera encapsular todo lo que sentían. Luego, la urgencia los arrastró de nuevo a la realidad.

Isaac activó los protocolos de emergencia desde su tableta, enviando alertas silenciosas al equipo de seguridad. Mientras tanto, Lorenzo apareció en la pantalla principal del sistema.

—Tenemos múltiples vehículos acercándose al perímetro sur. Los drones están siendo interferidos, pero detectamos al menos una docena de hombres armados.

Valeria asintió, tomando asiento frente a la consola.

—Dame acceso al control de drones. Necesito ver lo que está pasando.

Lorenzo tecleó rápidamente, y en segundos, Valeria tenía una vista aérea del área. Las imágenes confirmaron lo que ya sospechaba: mercenarios bien entrenados y equipados.

Isaac se inclinó hacia ella, colocando una mano sobre su hombro.

—Confío en ti, Valeria. Siempre lo hago.

Ella giró la cabeza para mirarlo. En sus ojos azules vio algo más que confianza; vio cariño, preocupación genuina.

—No voy a dejar que te pase nada —dijo ella, con una firmeza que dejó claro que no era solo una promesa profesional.

Isaac deslizó sus dedos por su mejilla en una caricia breve pero intensa.

—Lo sé. Pero tampoco voy a dejar que te enfrentes a esto sola.

Ambos se prepararon para el enfrentamiento, trabajando en perfecta sincronía. Isaac dirigió al equipo desde el centro de operaciones, mientras Valeria lideraba a los agentes en el terreno. Cada movimiento, cada decisión, estaba calculada al milímetro.

Cuando los atacantes cruzaron el perímetro, Valeria estaba lista. Con movimientos precisos y letales, neutralizó a varios de ellos antes de que pudieran reaccionar. Isaac, desde su posición, observaba con una mezcla de admiración y orgullo.

—Eres increíble —murmuró para sí mismo, aunque Lorenzo, que estaba a su lado, lo escuchó.

—Lo sé —respondió Lorenzo con una sonrisa.

La batalla fue intensa, pero breve. Los atacantes no esperaban una defensa tan organizada y efectiva. Al final, la mayoría de ellos fueron neutralizados o capturados.

Cuando todo terminó, Valeria se dirigió al centro de operaciones. Estaba cubierta de polvo y sudor, pero su postura seguía siendo impecable. Isaac se levantó de su asiento al verla entrar.

—¿Estás bien? —preguntó, acercándose a ella.

—Estoy bien. Nada que no pueda manejar.

Isaac tomó su rostro entre sus manos, ignorando a Lorenzo y al resto del equipo que aún estaban en la sala.

—No sé qué haría si algo te pasara —dijo, su voz baja pero cargada de emoción.

Valeria, sorprendida por el gesto, no supo qué decir al principio. Pero luego, apoyó una mano en su pecho.

—Estoy aquí. Y siempre estaré aquí, mientras tú estés conmigo.

Isaac la abrazó, un gesto que fue tanto una promesa como un refugio. Por unos segundos, ambos se permitieron olvidar el caos que los rodeaba.

—Tenemos que prepararnos para lo que viene —dijo Valeria, separándose ligeramente.

Isaac la miró fijamente, y luego, sin previo aviso, inclinó la cabeza y la besó. Fue un beso profundo, intenso, lleno de todo lo que no habían dicho en medio del peligro. Valeria, sorprendida al principio, correspondió con la misma pasión.

Cuando se separaron, ambos respiraban con dificultad, pero no por el cansancio del combate.

—Eso fue… inesperado —murmuró Valeria, con una pequeña sonrisa.

Isaac deslizó su pulgar por su labio inferior.

—Después de lo que acabamos de pasar, necesitaba recordarte lo que realmente importa.



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En el texto hay: amor celos traicion, humor aventura

Editado: 29.01.2025

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