Acero Inquebrantable

Golpes A los Mas Cercanos

El sonido del teléfono rompió la tranquilidad de la madrugada. Valeria se incorporó de inmediato, su instinto de alerta encendiéndose al instante. Isaac, a su lado, también se despertó, frotándose los ojos mientras ella tomaba el dispositivo.

—¿Qué pasa? —preguntó él, notando la tensión en su expresión.

—Es Daniel.

Daniel, el mejor amigo de Isaac y su mano derecha en la empresa, nunca llamaba a esa hora sin una razón de peso. Valeria deslizó el dedo por la pantalla y respondió.

—¿Daniel?

—Nos atacaron.

Su voz era entrecortada, y en el fondo se escuchaban sirenas. Valeria se puso de pie de inmediato, ya en modo de combate.

—¿Dónde estás? ¿Estás herido?

—Estoy bien… pero Sofía… —Daniel tragó saliva, y Valeria sintió un escalofrío.

Sofía, la esposa de Daniel, había sido su amiga desde hacía años.

—¿Qué le hicieron? —preguntó Isaac, que ya estaba de pie, escuchando la conversación.

—Intentaron secuestrarla. La interceptaron cuando salía de casa, pero logré detenerlos. Hubo un tiroteo. Ella está en el hospital, pero estable.

Valeria sintió cómo la furia se encendía en su interior.

—¿Quiénes fueron?

—No lo sé aún, pero dejaron un mensaje.

Isaac y Valeria intercambiaron miradas.

—¿Qué mensaje? —preguntó Isaac.

—“Esto es solo el principio.”

Valeria apretó el teléfono con fuerza.

—Vamos para allá.

Sin perder tiempo, ambos se vistieron rápidamente. No hicieron falta más palabras. Sabían lo que esto significaba: el enemigo había dejado de jugar a las sombras. Ahora iban tras las personas que Isaac y Valeria más querían.

El Hospital

Cuando llegaron al hospital, Daniel estaba en la sala de espera, con el rostro cubierto de preocupación y furia contenida. Se levantó en cuanto los vio.

—¿Cómo está? —preguntó Isaac.

—Se recuperará, pero… esto no se trata solo de nosotros. —Daniel les entregó su teléfono—. Revisé las cámaras de seguridad de mi casa. Uno de los atacantes tenía un tatuaje en el cuello.

Valeria tomó el dispositivo y amplió la imagen.

—Lo conozco —susurró.

Isaac la miró.

—¿De dónde?

Valeria cerró los ojos un instante.

—Trabajaba con Adrián.

El silencio que siguió fue ensordecedor.

—Entonces no hay dudas —dijo Daniel—. Esto es personal.

Isaac pasó una mano por su cabello, exhalando con frustración.

—No podemos seguir esperando a que ataquen de nuevo.

Valeria asintió.

—Necesitamos adelantarnos. Si van tras nuestros seres queridos, debemos sacarlos del tablero.

—¿Qué propones? —preguntó Daniel.

—Un lugar seguro para ellos. Sofía, Elena, incluso tu madre, Isaac. Necesitamos sacarlos de la ciudad antes de que esto escale más.

Isaac asintió.

—Haré las llamadas necesarias. Pero esto no es suficiente.

Valeria lo miró.

—¿Qué tienes en mente?

Isaac inspiró hondo antes de responder.

—Vamos a contraatacar.

Con un plan en marcha, Valeria y Isaac reunieron a su equipo de confianza. Mientras Daniel se aseguraba de que sus seres queridos fueran trasladados a un refugio seguro, Valeria se enfocó en rastrear a los atacantes.

No tardó mucho en encontrar la conexión.

—Los hombres que atacaron a Sofía trabajan para un traficante de armas llamado Viktor Novik —informó Valeria, con los ojos fijos en la pantalla de su computadora.

—¿Un traficante de armas? —preguntó Isaac, frunciendo el ceño.

—Sí. Y no cualquier traficante. Es uno de los socios de Adrián.

El ambiente en la sala de reuniones se volvió tenso.

—¿Sabes dónde encontrarlo? —preguntó Daniel.

Valeria asintió.

—Tiene una operación en el puerto. Si queremos respuestas, él es nuestra mejor opción.

Isaac sonrió, pero era una sonrisa fría.

—Entonces vamos a hacerle una visita.

La noche era oscura cuando llegaron al puerto. El aire olía a sal y aceite, y el sonido del agua golpeando los muelles era casi relajante, si no fuera por la tensión que pesaba sobre ellos.

Valeria ajustó el silenciador de su pistola y miró a Isaac.

—¿Listo?

Él asintió.

—Siempre.

Con movimientos coordinados, se infiltraron en el complejo. Los guardias no tuvieron oportunidad de reaccionar antes de ser neutralizados.

Cuando llegaron a la oficina principal, Valeria pateó la puerta con fuerza.

Viktor Novik estaba sentado detrás de un escritorio, con una copa de whisky en la mano. No parecía sorprendido.

—Ah, Valeria. Sabía que vendrías.

Ella levantó su arma y apuntó directamente a su cabeza.

—Dime dónde está Adrián.

Viktor sonrió con calma.

—¿Y si te digo que él también te está buscando?

Valeria no dudó. Disparó a la pared junto a su cabeza, haciendo que el hombre saltara en su asiento.

—No estoy de humor para juegos.

Viktor suspiró.

—Está en la ciudad. Pero no está solo.

Isaac frunció el ceño.

—¿Qué significa eso?

Viktor sonrió de nuevo.

—Significa que esto es más grande de lo que creen. Y que están en más peligro del que imaginan.

Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Dímelo todo.

Viktor tomó un sorbo de su whisky y la miró con diversión.

—Con mucho gusto. Pero primero… ¿qué tan lejos estás dispuesta a llegar para detenerlo?

Valeria apretó los dientes.

—Tan lejos como sea necesario.

Isaac la miró de reojo. Sabía que hablaba en serio.

Y sabía que esto apenas estaba comenzando.



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En el texto hay: amor celos traicion, humor aventura

Editado: 29.01.2025

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