Acero Inquebrantable

Promesas Bajo Fuego

El viento soplaba con furia en la azotea del edificio abandonado donde se desarrollaría el enfrentamiento final. Desde allí, la ciudad parecía un tablero de ajedrez iluminado por las luces nocturnas, un reflejo de la estrategia que Valeria e Isaac habían trazado para llegar hasta ese punto.

Pero esta no era una simple operación. Era personal.

Adrián estaba allí, esperándolos. No estaba solo. Sus hombres, fuertemente armados, se movían entre las sombras, listos para atacar. Pero Valeria no tenía ojos para ellos. Solo veía a Adrián, su antiguo amor, el hombre que la había traicionado y que ahora amenazaba todo lo que ella había construido con Isaac.

Isaac, a su lado, sintió la tensión en su cuerpo. Sabía lo difícil que era para ella enfrentar a alguien que una vez significó tanto. Sin embargo, no había dudas en su mirada.

—¿Lista? —susurró él.

Valeria asintió, apretando el mango de su arma.

—Siempre.

Isaac tomó su mano por un instante, algo poco habitual en medio de una misión, pero necesario en ese momento.

—Estamos juntos en esto, Valeria. Pase lo que pase.

Ella lo miró, sorprendida por el gesto. Por un momento, el ruido del viento y la tensión del combate inminente se desvanecieron.

—Lo sé, Isaac. Y no lo olvides: no voy a dejar que te pase nada.

Él sonrió, con esa mezcla de confianza y ternura que siempre lograba desarmarla.

—Eso va en ambos sentidos.

El Inicio del Caos

El primer disparo rompió la quietud de la noche.

El equipo de Valeria e Isaac se dispersó, enfrentándose a los hombres de Adrián con precisión letal. El sonido de las balas resonaba en el aire mientras las sombras se movían en un mortal juego de caza.

Valeria avanzó con agilidad, derribando a dos enemigos en cuestión de segundos. Su mente estaba enfocada en un solo objetivo: llegar hasta Adrián.

Isaac, por su parte, cubría su avance, disparando con precisión mientras esquivaba los ataques enemigos. Su entrenamiento y experiencia en situaciones de alto riesgo lo mantenían en control, pero no podía evitar mirar a Valeria con preocupación.

Ella estaba desatada.

Cada golpe, cada disparo, cada movimiento tenía una rabia contenida que solo podía estar dirigida a una persona.

Finalmente, llegó hasta él.

Cara a Cara con el Pasado

Adrián la esperaba con una sonrisa arrogante, sosteniendo un cuchillo en una mano y una pistola en la otra.

—Sabía que vendrías por mí, Valeria. Siempre fuiste predecible cuando se trataba de emociones.

Valeria apretó los dientes.

—Y tú siempre fuiste un maldito traidor.

—No lo veas así —dijo él, con una risa burlona—. Solo hice lo necesario para sobrevivir.

—A costa de los demás. A costa de mí.

Adrián dio un paso adelante.

—Sabes que alguna vez me amaste.

Valeria no dudó. Disparó.

La bala rozó su brazo, haciéndolo soltar la pistola. Adrián gruñó de dolor, pero su sonrisa no desapareció.

—Sigues igual de feroz.

—Y tú igual de despreciable.

Adrián se lanzó hacia ella con el cuchillo, pero Valeria estaba preparada. Esquivó el ataque y lo golpeó con fuerza en el rostro. Él tropezó, pero se recuperó rápidamente, contraatacando con una serie de movimientos que Valeria bloqueó con facilidad.

Era una pelea entre pasado y presente. Entre lo que una vez fue y lo que ahora era.

Pero Valeria ya no era la misma mujer que Adrián había traicionado.

Con un giro rápido, lo desarmó y lo lanzó al suelo. Colocó su rodilla sobre su pecho y apuntó su arma a su cabeza.

—Hazlo —susurró Adrián, con una sonrisa desafiante—. Demuestra que eres como yo.

Valeria respiró hondo. Su dedo tembló sobre el gatillo.

—No —dijo finalmente, con voz firme—. No soy como tú.

En ese momento, Isaac llegó, habiendo terminado con los últimos hombres de Adrián. Se acercó a Valeria y puso una mano en su hombro.

—No necesitas hacerlo. Ya ganaste.

Valeria cerró los ojos un instante, dejando que su furia se disipara. Luego, sin apartar la vista de Adrián, habló con frialdad.

—Te entregaremos a las autoridades. No volverás a lastimar a nadie.

Adrián rió, aunque con dolor.

—Crees que esto ha terminado, pero apenas comienza.

Isaac se inclinó sobre él y susurró:

—Si vuelves a acercarte a ella, no habrá un segundo perdón.

Los hombres de su equipo llegaron para llevarse a Adrián, y con eso, la batalla terminó.

Un Momento de Paz

Horas después, cuando todo había acabado, Valeria e Isaac se encontraban en la terraza de su departamento. El aire era fresco, y por primera vez en mucho tiempo, la tensión había desaparecido.

Isaac tomó la mano de Valeria y la acarició con suavidad.

—Lo hiciste bien.

Ella suspiró.

—No sé si lo siento así.

Isaac la miró con ternura.

—Elegiste no convertirte en él. Eso es lo que importa.

Valeria lo observó en silencio antes de acercarse más.

—Si no hubieras estado ahí… no sé qué habría hecho.

Isaac sonrió y la atrajo hacia él, envolviéndola en un abrazo cálido.

—Siempre estaré aquí.

Valeria cerró los ojos, disfrutando la sensación de seguridad que él le daba.

—Lo sé.

Se separaron solo lo suficiente para que sus miradas se encontraran. Isaac deslizó una mano por su mejilla antes de inclinarse y besarla. Fue un beso lento, lleno de todo lo que habían pasado juntos. De dolor, de lucha, de amor.

Cuando se separaron, Valeria apoyó su frente contra la de él.

—¿Qué sigue ahora?

Isaac sonrió.

—Lo que queramos. Juntos.

Y por primera vez en mucho tiempo, Valeria sintió que el futuro no era una batalla constante.

Era una promesa.



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En el texto hay: amor celos traicion, humor aventura

Editado: 29.01.2025

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