Acompáñame a estar solo

Capítulo 5

Unos días después de aquel episodio, Jade despertó como siempre, sintiendo que la culpa la ahogaba. Odiaba cuando se adentraba en ese submundo oscuro y desolado plagado de desesperanza y tristeza, pero no podía salir de allí tan fácilmente, y empezaba a notar que cada vez lo controlaba menos y cada vez duraba más. Se levantó de la cama suspirando y atajándose la cabeza, todo le daba vueltas y se sentía algo aturdida, era por los días que había pasado en cama, en la oscuridad y bajo las frazadas.

Observó la mesa de noche, tazas de té, vasos de agua, pastillas desparramadas y galletas dulces. Las últimas las había traído Vini para que comiera algo. Cerró los ojos y lloró, se sentía una mala madre, una malísima madre, la peor madre del mundo. Quién sabe qué estaba comiendo su hijo, cómo estaba subsistiendo esos días, era solo un niño pequeño y no tenía la culpa de nada. Se regañó a sí misma por no poder controlar su cabeza y sus pensamientos.

Vini iba todas las noches a casa de Aleix donde este lo esperaba con la cena lista, no le preguntaba nada, aunque no podía dejar pasar que el pequeño devoraba todo como si fuera que no había comido en horas, que era lo que en verdad ocurría. Además, en una de las noches, cuando Aleix se levantó a buscar algo, le vio guardar un pedazo de pan en el bolsillo. Se preguntó por qué lo hacía pero no quiso incomodarlo, quizás era para más tarde, quizás era para su madre.

A Jade no la había visto salir en días, según Vini estaba con mucho trabajo, sin embargo Aleix no le creía, y se prometió a sí mismo averiguar lo que estaba sucediendo. Esa mañana, vio a Vini salir para la escuela, sin embargo él no iría a trabajar porque se había tomado el día libre. Dejó la puerta de su departamento abierta solo para observar si veía a Jade salir hacia su trabajo, pero cuando eran ya cerca de las nueve, entendió que no saldría.

Iba a cerrar la puerta y dedicarse a lo suyo, pero entonces un temor se cruzó por su mente. ¿Y si le había sucedido algo y el niño lo ocultaba por miedo? ¿Si lo había abandonado a su suerte en esa casa? Miles de hipótesis se le pasaron por la mente y ninguna era demasiado alentadora.

Salió de la casa y caminó hasta el departamento de al lado, tomó aire y entonces llamó a la puerta. Jade acababa de salir de la ducha, llevaba días sin bañarse y aquello le había sentado bien. Se puso la bata e iba secándose el cabello a medida que iba caminando hasta la puerta, no tenía idea de quién podía ser, quizás algún cobrador, no había pagado aún ninguna cuenta ese mes.

Abrió la puerta y se encontró con el vecino, estaba vestido de forma informal, una bermuda y una camiseta de color crema con cuello en V. Jade se sorprendió al verlo allí, ¿qué deseaba?

—Hola —Aleix saludó sin poder evitar perder el aliento ante su figura. Esa mujer era bella por donde se la mirara, su piel era oscura como el chocolate, su cabello húmedo caía hacia un lado de su hombro y algunas gotas de agua brillaban en su brazo. Tuvo que contener un suspiro, no se esperaba encontrarla así, tan… natural, tan… hermosa. Sacudió su cabeza a modo de espantar aquellos pensamientos, no podía traicionar así la memoria de Nuria, ni siquiera con los pensamientos.

—Hola… —saludó la mujer—. ¿Deseas algo? —inquirió.

—Yo… estaba preocupado porque… son varios días que no se de ti y… ¿estás bien? —preguntó sintiéndose extrañamente incómodo. Movió las manos nervioso sin saber dónde meterlas, sintiendo que comenzaban a sudarle las palmas, ¿qué estaba sucediendo?

—Estoy bien… gracias por preocuparte —respondió la mujer de forma cortante. Aleix asintió nervioso y se volteó como para salir de allí de inmediato. Esa mujer de pronto lo intimidaba y ya no recordaba cómo lidiar con eso.

—Bueno… entonces… me voy —añadió.

—Pasa, Aleix —dijo Jade apartándose de la puerta para dejarlo entrar—. Quisiera preguntarte algo —añadió. La verdad es que necesitaba disculparse por lo sucedido e intentar explicarle que de alguna forma esa no era ella.

—Yo… bueno… —dijo el hombre dubitativo—. ¿Estás… segura? —inquirió mirándola de arriba abajo. Jade se sonrojó al percatarse que lo había atendido envuelta en una toalla pero sonrió.

—Entra, iré a cambiarme, siéntate —añadió y él asintió.

Observó a la mujer adentrarse en una de las habitaciones mientras él tomó asiento en un sofá, movía una pierna de forma nerviosa y se hacía sonar los nudillos. Quizás era porque salir de lo que era conocido para él e interactuar de forma tan natural con otra persona le hacía sentir incómodo; o quizás era porque ella, de alguna manera, le estaba haciendo sentir extraño, como si tuviera un intenso temor a perder el control que tanto le había costado recuperar.

Observó a su alrededor, había fotos de ella y Vinícius por varios lugares de la casa, y en un rincón, una especie de altar en donde había una foto grande de un hombre muy parecido al niño. Era de piel oscura, cabello corto, mirada bondadosa y sonrisa agradable. Aleix dejó de pensar para levantarse y caminar hasta ese sitio y observarlo mejor. Había fotos, velas, más fotos de ella junto al hombre y algunas cartas viejas. Aleix tomó una de las fotos que llamó su atención, se veía al mismo muchacho con una guitarra en mano, aparentemente cantando.

—¡Deja eso! —La voz de Jade sonó tajante y Aleix reaccionó soltando la foto de inmediato y volteándose a verla.

—Lo… lo siento… —susurró alejándose de allí. Jade lo observó desafiante y el hombre se sintió fuera de lugar, nervioso, ansioso y con ganas de salir de allí.

No sabiendo qué más hacer ni qué decir, caminó nervioso hacia la puerta como para retirarse. Jade sintió que debía detenerlo, no había hecho nada malo y ella de nuevo estaba equivocándose.

—¡Espera, Aleix! —susurró y se acercó de forma apresurada colocando una mano sobre su brazo justo cuando él estaba ya cerca de la puerta. El contacto de su mano sobre su piel se sintió extraño para él, cálido, agradable. Se detuvo—. Por favor, empecemos de nuevo —dijo Jade con voz dulce y a Aleix aquellas palabras se le colaron bajo la piel.




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