Acompáñame a estar solo

Capítulo 23

Jade se vistió y se levantó a prepararle algo de comer a Vinícius, estaba algo conmovida por el sueño y un poco pensativa.

—¿Estás bien, mae? —preguntó el niño y ella sonrió.

—Sí, hijo… no es nada —respondió acercándose para besarlo en la frente.

—Ma… ¿Estás feliz? Ha sido un buen viaje, Aleix es un buen hombre y nos quiere mucho —dijo con su voz dulce, Jade sonrió.

—Estoy feliz, hijo —respondió. El niño asintió y se concentró en su comida, Jade pensó acerca de la felicidad, incluso con Aleix al lado, ¿podría ser de nuevo feliz? ¿Realmente feliz?

El timbre sonó un rato después, ella fue a abrir sabiendo que se trataba de su vecino. Aleix la besó en la frente y enredó sus manos en su cintura.

—Ya te estaba extrañando —murmuró.

—También yo —respondió Jade escondiéndose en su pecho donde siempre hallaba descanso a sus pensamientos.

Se sentaron en la sala entre los tres y se dispusieron a ver una película, después jugaron un juego de mesa que a Vini le gustaba mucho hasta que el niño se despidió para ir a dormir, al día siguiente debía volver a la escuela.

Aleix se sirvió una copa de vino mientras Jade acostaba al niño. Mientras lo hizo pensó en lo bien se sentía con ellos, siendo parte de ellos. Observó un calendario que colgaba de la pared, estaba marcado con corazones, cruces y flechas. No pudo evitar pensar que había pasado mucho tiempo desde que Nuria se había ido de su lado, sin embargo durante todos esos años, todo había quedado congelado, su vida, sus emociones, sus sentimientos. No era hasta ese momento que estaba comenzando a vivir de nuevo.

—Ya durmió. —La melodiosa voz de su compañera lo sorprendió observando aquellos números por la pared.

—¿Por qué no me dijiste que en una semana cumples años? —inquirió volteándose a verla.

—No me preguntaste —respondió ella sonriendo—. Además, ya son demasiados —agregó.

—Luces como si tuvieras veinte, no digas eso —añadió abrazándola y dándole un beso.

—Sabes a vino —murmuró aún en su boca.

—Encontré esta botella y la abrí, ¿te molesta? —inquirió. Jade observó aquello y se mordió el labio, era el vino favorito de Leandro, una bebida que ella solía comprar de vez en cuando para ahogar la melancolía.

—No… —respondió dubitativa y bajando la vista.

—¿Jade? ¿Era suyo? —inquirió Aleix levantando con un dedo el mentón de la mujer, ella negó.

—Era su favorito —comentó. Aleix asintió abrazándola.

—Sé que no es fácil, pero si vamos a hacerlo juntos, si queremos intentarlo, amor —añadió mientras le prodigaba pequeños besos en la base del hombro y el cuello—, tenemos que tratar de soltar, de cerrar las puertas del pasado, Jade.

—Lo sé, pero no es fácil, Aleix. Todo en esta casa me recuerda a él…

—Es porque aún tienes sus cosas, porque aquí todo está como si él fuera a regresar, Jade. Ya en la terapia te dijeron que eso no es bueno, no te permite avanzar.

—Siento que si me deshago de sus cosas, terminaré por olvidarlo para siempre —admitió con pesar—. Tengo miedo de olvidarlo…

—No lo olvidarás, Jade. Está en ti, está en Vinícius. Pero esto no te hace bien, no te permite avanzar. No fue fácil para mí deshacerme de las cosas de Nuria, juro que no lo fue, quizás haya sido una de las cosas más difíciles que tuve que hacer en la vida… pero llegar a casa era hundirme en arena movediza y pesada, me faltaba aire, no podía respirar, la veía en todas partes… En su cepillo de dientes en el baño, en su camisa de seda sobre la butaca, la misma que pensaba ponerse al día siguiente… —Se detuvo un momento para tomar aliento—. En sus botas, en sus vestidos colgando en el armario, en la ropa sucia que había quedado en el baño aquel mismo día antes de que se bañara y saliéramos para el concierto.

—¿Cuánto tardaste en deshacerte de todo? —preguntó Jade.

—No fue demasiado, sentía que si no lo hacía moriría, no me levantaría más de la cama… me dejaría ir allí —explicó—. Tú llevas demasiado tiempo atrapada en esto, por eso no quieres estar aquí, por eso un halo gris te cubre cada vez que estás en tu casa. Quiero que seas esa mujer libre que conocí allá en Puerto Rico…

—Ahí era fácil…

—Porque nada te recordaba a él… pero ese recuerdo está en tu mente, Jade. Cuesta entender pero él ya no está aquí, sé que cuesta aceptar pero las pertenencias que guardas aquí no son nada sin él… solo un recuerdo que duele a diario —añadió, la mujer asintió.

—Sé que debo hacerlo, en terapia también me lo han dicho… pero no consigo el valor…

—Mira, hazlo por Vinícius, él merece tener una madre que vive en el presente, Jade. Lo nuestro puede o no funcionar, pero él será tu hijo por toda su vida y merece una madre, no un fantasma —dijo acariciando su espalda con cariño.

—Lo sé… Hablaré con Marcela para que me ayude con esto… no creo que tú seas la persona…

—Lo entiendo, lo entiendo perfectamente —sonrió abrazándola.

—Gracias por la paciencia que me tienes, Aleix —murmuró Jade besando el pecho del hombre—. Si salimos adelante… si salgo adelante… seremos felices…

—Ahora soy feliz, en este momento, aquí a tu lado lo soy, de verdad —dijo tomando el rostro de la mujer entre sus manos—. Soy feliz aquí contigo, con Vinícius, cuando vemos una película, cuando hablamos o cuando hacemos el amor. Soy feliz siendo parte de ustedes. No esperes que sucedan grandes cosas para ser feliz, amor… eso es solo una utopía. Sé feliz ahora mismo —murmuró abrazándola—. Porque ya no estás sola, porque me tienes a mí, porque tienes a Vinícius, a Marcela. Porque estás viva y lista para vivir tu vida.

—Soy feliz contigo, Aleix, pero tengo miedo. Miedo a no poder lograrlo, a nunca soltar del todo y que eso… influya en lo que tenemos o podemos llegar a tener. Tengo miedo de no poder amarte como… —Se silenció.

—Lo amaste a él —completó Aleix y ella escondió su cabeza avergonzada en el pecho masculino—. No tienes que tener ese miedo, Jade. Esto no es una carrera, yo no quiero ser él ni ocupar su lugar, tú no eres ni serás Nuria. Tenemos un pasado, uno que duele y que no olvidaremos. Solo somos un hombre y una mujer con ganas de volver a vivir, de amar de nuevo, de sentir. El amor no es algo cuantificable, no hay más o menos, y no me importa si lo hubiera, yo no puedo compararme con alguien a quien no conocí, si existe una comparación es porque tú la haces, pero eso es injusto para mí, para él, para ti, para ambos…




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