Jade no supo precisar lo que pasó después, cuando volvió en sí estaba en el hospital, unas enfermeras le tomaban la presión y los signos vitales.
—¡Vini! ¿Dónde está Vini? —inquirió con desespero.
—Lo están atendiendo, Jade, lo están atendiendo —respondió Aleix intentando tranquilizarla. Una enfermera se acercó y le pasó una pastilla junto con un vaso con agua.
—¿Qué es? No quiero nada, solo a mi hijo…
—Señora, le hará bien —dijo la enfermera. Aleix tomó la pastilla en la mano y se la dio en la boca, ella la tomó sin decir más y la enfermera salió. Quedaron en silencio un rato, hasta que Aleix habló.
—Te desmayaste, lo trajeron rápido… está estabilizado, me dijo el doctor. Perdió bastante sangre porque se cortó el brazo, además tiene un golpe importante en la cabeza, pero el médico cree que se pondrá bien pronto —explicó.
—Dios, Aleix… ¿Qué he hecho? —inquirió—. Casi pierdo a mi hijo por el recuerdo de mi marido… casi pierdo lo único que me queda de él, lo único que me queda en el mundo. Soy una madre horrible.
Aleix no respondió, agachó la cabeza sintiéndose cansado y confundido. Ya no tenía ganas de luchar contra el fantasma de Leandro, ya no le quedaban fuerzas para hacerlo.
—No soy padre —comentó de repente—, como tú misma has dicho, Vini no es mi hijo y por más que lo ame nunca lo será, sin embargo, estoy seguro que ningún padre o ninguna madre tiene un manual de instrucciones. Mi mamá solía decir que cuando te conviertes en madre dejas de ser quien antes eras para ser la mamá de alguien, siempre me pareció que eso no debería ser así, nadie debería dejar de ser quien es ni siquiera por sus hijos. Creo que tú debes encontrarte a ti misma, ser esa persona que quieres ser o que alguna vez fuiste y con eso, será suficiente para ser una buena madre. No creo que existan madres buenas o malas, todas las madres y los padres son humanos y pueden equivocarse. Tú te has equivocado con Vinícius, pero si salimos de aquí, si él sale de aquí, tendrás otra oportunidad de hacer bien las cosas.
—¿Y si no salimos? —inquirió ella con un sollozo.
—Quiero creer que sí, quiero creer que sí saldremos, Jade —añadió.
—Perdón por mi reacción de hoy, hacía mucho que no me sentía de esa manera, Aleix. Hacía mucho que no perdía los estribos por una emoción desbordada, por un recuerdo de Leandro. Pensé que ya había terminado, pensé que había acabado —susurró.
—No es sencillo, tú tienes tus fantasmas y yo los míos. Enfrentarme a esa multitud y repetir aquella historia fue… horrible, puedo entenderte, Jade —añadió—. Pero sin embargo, pienso que Vini te necesita, y necesita una madre estable, una que le dé seguridad, no alguien que un día se desborda haciéndole sentir que necesita huir… porque eso es lo que hizo, huyó…
—Lo sé, sé que tienes razón —dijo Jade suspirando.
—Siento ser así de duro, pero es lo que pienso. Te amo y amo a Vinícius, pero hoy me di cuenta que no soy parte de esta familia aunque durante todo este tiempo sentí que sí. Los amo, y estaré para ustedes siempre, pero no puedo seguir luchando con el fantasma de Leandro, Jade. Lo siento…
—¿Qué quieres decir, Aleix? —inquirió Jade sintiendo que su corazón se detenía.
—Lo que estoy diciendo, que creo que lo nuestro no puede ir más allá…
—Yo sé que te dije cosas duras hoy, sé que te lastimé y te pido perdón. Prometo seguir intentándolo, Aleix. Te amo, por favor no me dejes —sollozó.
—No lo haré, no te dejaré ni a ti ni a Vinícius, solo… no puedo seguir así —añadió. Se sentía dolido, confundido y frustrado.
Un médico ingresó a la sala.
—¿Son los padres de Vinícius? —inquirió y ambos asintieron—. Está fuera de peligro, se ha roto el brazo derecho, pero los golpes en la cabeza no revisten demasiada gravedad. Sin embargo, es probable que necesitemos hacerle una transfusión de sangre porque ha perdido bastante, quisiera saber si alguno de ustedes puede donar, se le hará algunos estudios para comprobar que todo esté en orden.
—Yo puedo —dijo Jade y el médico asintió.
—Yo también —asintió Aleix.
—Bien, la enfermera vendrá en un rato y les hará algunas preguntas para ver si son compatibles o posibles donantes. En un rato podrán pasar a ver a Vinícius, pero él está dormido, lo mantendremos así por un rato.
***
Unas horas después, Jade y Aleix se encontraban en silencio a los pies de la cama del niño que dormía en la pequeña cama del hospital. El niño tenía la cabeza vendada, el brazo enyesado y algunos cables que salían y entraban de su cuerpo.
—¿Se pondrá bien? —inquirió Jade mirándolo y Aleix asintió.
—Estoy seguro que sí, él es fuerte y sano —añadió para dar ánimos a la mujer.
—Gracias por estar aquí a pesar de todo —dijo ella observándolo.
—Que no forme parte de tu familia no quiere decir que yo no me sienta parte de ella. Él es lo más cercano a un hijo que he tenido en toda mi vida —susurró.
Una enfermera llegó para llamar a Jade, el médico quería hablar con ella.
—¿Te quedas aquí? —preguntó ella mirando a Aleix.
—Por supuesto, ve tranquila —respondió.
Aleix se acercó a Vinícius y le acarició el brazo sano.
—Ponte bien, chiquito, tu mamá te necesita, yo te necesito. Por favor, ponte bien —sollozó.
Entonces pensó en Nuria y en Leandro, incluso en su bebé, y pidió al aire por la salud del niño.
Un rato después, Jade ingresó a la habitación, todo el color se le había ido del rostro y se veía asustada. Observó la cama de Vinícius y luego miró a Aleix, entonces caminó velozmente hasta él y lo abrazó con fuerza.
—¿Estás bien? —inquirió el hombre, pero ella no respondió. Aleix la contuvo con cariño y le acarició la espalda intentando calmarla, no sabía qué le había dicho el médico pero ella estaba alterada—. Jade, me estás asustando —añadió—. Dime, ¿qué sucede?