Acordes del Corazón (libro 1. зоrа)

Cap. 01 Recuerdos

Mientras corría, sentía bajo sus pies descalzos la suavidad de la verde hierba y en su rostro infantil la caricia de la brisa primaveral del florido mes de mayo. Escuchó a lo lejos un sonido musical y cuando elevó la vista, vio una parvada de aves surcando veloces el cielo azul. El aire olía a limpio y los colores danzaban ante sus ojos como graciosas bailarinas sobre un escenario.

  • ¡Dèjan!  --  escuchó no muy lejos pero decidió no prestar atención

Su tutor tenía la odiosa costumbre de interrumpir sus paseos en los momentos más inconvenientes. Sin embargo, la voz insistía y de pronto todo a su alrededor cambió. El olor a humo, a polvo y a sangre amenazaba con ahogarlo, a donde quiera que miraba había cuerpos destrozados y sentía una enorme desesperación, tenía que encontrar a Nadja antes de que fuese demasiado tarde.

  • ¡Dèjan!  -- escuchó de nuevo

Se debatió de la mano que intentaba apresar su hombro pero bruscamente sintió como si estuviese cayendo por un precipicio y cuando abrió los ojos…

  • Calma hombre, estás en casa  --  dijo una tranquilizadora voz harto conocida
  • ¿Qué hora es?  --  preguntó él al ver al sujeto al lado de su cama completamente vestido
  • 6,45  --  le contestó
  • ¡Diablos!  --  exclamó él haciendo a un lado las mantas  --  ¡Es condenadamente tarde!
  • Lo sé, por eso vine a ver qué te sucedía pero cuando entré…  --  hizo silencio como evaluando si valía la pena agregar más
  • Dame diez minutos, Ioan  --  dijo él
  • Mejor quince, necesitas un buen afeitado  --  dijo el individuo al que había llamado Ioan con aspecto risueño  --  No hay necesidad de correr, aun tenemos tiempo suficiente  --  dicho esto abandonó la habitación

Dèjan entró al cuarto de baño, se miró al espejo, se pasó la mano por el rostro y concluyó que Ioan tenía razón.

 

Dèjan Zazvic era un sujeto de treinta y cuatro años, complexión atlética por su afición al polo y a la natación, cabellos y ojos negros cual noche sin luna, y aunque nadie habría podido decir que calificaba en la categoría de hombre bello, sus rasgos varoniles, su expresión dura y su intensa mirada que enviaba una clara señal de peligro, parecía atraer de forma irremediable a cualquier miembro del sexo femenino.

Dèjan había nacido en Belgrado, la capital Serbia. Los Zazvic habían pertenecido desde siempre a las altas esferas del poder social y económico de su país, y según los archivos oficiales, eran descendientes de la dinastía Karadordevic. Dèjan era el único hijo varón del último Zazvic, motivo por el cual a pesar de ser el menor después de cuatro hermanas, tenía el estatus de semidios en su núcleo familiar. Recibió la mejor educación y a pesar de que sus padres pertenecían a la Iglesia Ortodoxa de Oriente, el chico fue enviado a estudiar a la anglicana Inglaterra y posteriormente a Harvard, donde obtuvo una maestría en finanzas. Aquella decisión le había atraído a Admir – el padre de Dèjan – la silenciosa desaprobación de sus coterráneos, pero nadie se atrevió a expresarla en voz alta, ya que Admir seguía siendo un importante e influyente individuo con el que era mejor no buscarse problemas.

No era que a Admir y a su esposa Zara les entusiasmase especialmente enviar lejos a Dèjan, pero aquel necio muchachito aparte de haber dado toda clase de dolores de cabeza a sus tutores por su falta de disciplina y adecuado comportamiento, tenía tendencia a relacionarse con personas que a juicio de sus estirados progenitores no estaban a su altura, pero la gota que colmó el vaso y terminó por enviarlo al exilio, fue su relación con una jovencita de origen Bosnio de nombre Nadja Izadik y prima de uno de aquellos sospechosos amigos de Dèjan. Aunque Admir invertía una fortuna tanto en la educación de su hijo como en su seguridad y vigilancia, cuando tuvieron noticias de aquella relación ya era demasiado tarde, pues para horror de los padres, su hijo que apenas acababa de cumplir catorce años, había embarazado a la mencionada criatura. Admir sufrió un paro cardíaco y Zara tuvo que ser recluida en una clínica privada por un largo período de tiempo, de manera que Dèjan quedó bajo la custodia de los abogados y fue trasladado a la casa de campo de los Zazvic hasta que su padre salió de la clínica y estuvo en condiciones de hacerse cargo.

Como Dèjan sabía que no había ninguna posibilidad de que sus padres aceptasen la situación, había tomado sus previsiones y había acudido a la única persona en el mundo que se habría atrevido a ayudarlo, el hermano menor de su madre, su tío Tarik.

 

Tarik Besevic había sido execrado de la familia por sus ideas, que según éstos estaban en total contraposición con el comportamiento tradicional, y el chico simplemente había escapado de una sociedad donde se sentía asfixiado. Tarik quería ser músico y desde luego aquello no era de ninguna manera una profesión en opinión de su familia, de manera que Tarik agarró su guitarra, unas cuantas prendas y poca cosa más y puso la mayor distancia posible entre él y los suyos, yéndose a vivir a América.

Los polémicos años 60’ a pesar de que contribuyeron enormemente a crear toda una cultura, no fue la mejor época para que un inmigrante serbio encontrase terreno fértil para establecerse. Estaba en pleno apogeo el movimiento hippie y Tarik fue absorbido por este.  Si bien hizo música, no alcanzó ningún nivel de éxito, de modo que se pasó los primeros años yendo de un lugar a otro con aquellos grupos de chicos protestatarios e inconformistas, pintando la señal de la paz en paredes y espacios gubernamentales, haciendo manifestaciones de protesta por la guerra de Vietnam y drogándose como la mayoría de sus nuevos amigos.




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