Cuando sonó el despertador, y aunque Dàmir tenía la impresión de que acababa de acostarse, hizo las mantas a un lado y corrió hacia el baño. A pesar de que aun no cumplía los diecisiete años, ya Dàmir necesitaba rasurarse por lo menos a días alternos, pero pensó que ese día tendría que saltarse ese paso o no llegaría a tiempo. De modo que se dio una rapidísima ducha y se vistió a toda prisa, recogió el material que necesitaba para la exposición, su portátil y corrió hacia las escaleras. Apenas si se detuvo por un café y siguió hacia el edificio donde tenía clases.
Aunque Dàmir ciertamente dedicaba mucho de su tiempo a componer y a ensayar sus composiciones, no era menos cierto que preparaba sus clases con igual cuidado, porque sabía que si fallaba aunque solo fuese un poco, su padre se pondría muy difícil y era lo que menos le convenía, de modo que como de costumbre y como había sido en la preparatoria, la exposición le salió impecable.
Abandonó el aula y se encaminó a la siguiente clase, pero arrugó el ceño al recordar que esa clase la veía con Eillen y como la pasada noche había cancelado su cita, con toda seguridad la chica estaría de un humor maligno. Ya los chicos le habían advertido que Eillen era una mala elección, pero como en realidad, y aunque le gustaba Eillen, aun no tenían nada y no estaba muy seguro de que fuesen a tenerlo, con su característico espíritu práctico decidió no preocuparse por eso. No obstante, efectivamente la chica apenas si le dejó prestar atención a la clase y cuando salió de allí, lo único que quería era alejarse lo más rápidamente posible y lo hizo en dirección a Kerim y a Ajle a quienes había divisado conversando al inicio del pasillo.
Sin embargo, la sonrisa se le borró con rapidez al ver avanzar por el pasillo a un individuo trajeado de oscuro y que tenía pocas dudas acerca de quién podía tratarse y por qué estaba allí.
Siendo que los otros dos tenían como lengua original la misma que él, entendieron el calificativo
Si bien no tenían mucho tiempo de amistad, hasta el momento Dàmir no se había mostrado tan poco agradable con nadie a menos que lo molestasen mucho, pero Ajle llegó a la conclusión de que por algún motivo aquel sujeto molestaba a su amigo.
Entre tanto, en cuanto Dàmir había salido había visto el automóvil negro estacionado al pie de las escaleras, y por un momento deseó que su padre se hubiese tomado la molestia de mandarlo a llamar con Paulo y con algo más de discreción. No era que fuese especialmente extraño ver automóviles de lujo en las inmediaciones del campus, pero un Rolls-Royce parado justo a la salida de uno de los edificios donde veían clases, no era precisamente discreto y proclamaba a gritos una condición social que él se había esforzado en no evidenciar. Sin embargo, se subió lo más a prisa posible y sin darle tiempo al sujeto de abrirle la puerta. Unos minutos después entraban a un exclusivo local y Dàmir rio para sus adentros, porque sus jeans, su remera y su chaqueta, desde luego no era la indumentaria más adecuada para un lugar como aquel. Aun así, entró sin preocuparse, y aunque al individuo que estaba en la entrada se le atragantó el saludo, se recompuso enseguida.
Mientras se dirigían al lugar donde lo esperaban, Dàmir sintió el peso de las miradas de reprobación y realmente lo estaba disfrutando, porque pensaba que su sola presencia allí era considerada casi un insulto por aquellos estirados sujetos y con toda seguridad haría que la comida les sentara muy mal. Cuando su padre lo divisó se puso de pie al igual que Ioan, y apenas llegó, Dèjan lo abrazó antes de decir nada.
Editado: 21.09.2021