Acordes del Corazón (libro 1. зоrа)

Cap. 09 Cumpleaños

Ioan Besevic había hecho la carrera de leyes, y aunque era el jefe de la división legal de la Corporación Zazvic, hacía mucho que no se inmiscuía en las discusiones contractuales o en los juicios y demandas, ya que evidentemente se había ocupado de tener en su división a los mejores abogados del mundo, de  modo que su labor se resumía más que todo a estar enterado y especialmente a apagar los fuegos que estuviesen directamente relacionados con Dèjan. Ioan era seis meses mayor que Dèjan, y había sido arrastrado a aprender a marchas forzadas todo lo relativo a los negocios familiares y que su primo parecía llevar en la sangre, y aunque él podría haberse dedicado a ejercer su profesión y a tener una vida más tranquila, en verdad amaba a Dèjan como al hermano que sus padres no le habían dado y no se sentía capaz de abandonarlo,  ya que aparte de lo anterior, sabía que su primo profesaba verdadero afecto a muy pocas personas y afortunadamente él se encontraba entre ese reducido grupo. Aunque Dèjan jamás le habría impedido hacer otra cosa con su vida, si esa hubiese sido su decisión, él sabía que después de la traumática experiencia vivida, a lo que más le temía Dèjan era al abandono y habría percibido su alejamiento en cualquier sentido como uno.

La otra obligación de Ioan – tal vez la más importante – era mantenerse al corriente de cada paso dado por Dàmir, porque si bien era cierto que para Dèjan no había nada más importante en el mundo que su hijo, también lo era que necesitaba ocuparse de conducir un imperio financiero, de manera que Ioan se hacía cargo de ese importante aspecto.

Él le había jurado a su primo que siempre haría hasta lo imposible por asegurarse de que Dàmir estuviese protegido y adecuadamente vigilado, lógicamente pensaba que había cosas en las que debían darle cierta libertad y con esfuerzo había conseguido que Dèjan cediese, recordándole lo mal que él lo había pasado cuando Admir lo mantenía casi incomunicado.

Mientras Dàmir estuvo pequeño no hubo tantos inconvenientes, porque a pesar de que a Dèjan le costó muchísimo separarse de él para ir a hacer su maestría y especialización en Harvard, la madre de Ioan se había hecho cargo del pequeño Dàmir y Dèjan viajaba tanto como le era posible, lo que en opinión de Ioan, si su primo hubiese sido un viajero ordinario, habría cubierto horas de vuelo suficiente como para ganarse millas libres de por vida en cualquier aerolínea del mundo, pero siendo que viajaba en su propio avión no calificaba para eso.

Una vez que Dèjan había concluido con la etapa de formación, se había sumergido en una frenética actividad laboral que lo había llevado a posicionarse como uno de los industriales más poderosos del mundo, pero se estaba dejando la vida en ello y Ioan junto con él.

Tanto Tarik como su madre, estaban realmente preocupados y le preguntaban cada vez que lo veían si entraba en sus planes casarse y tener una familia, pero aunque Ioan había tenido innumerables relaciones amorosas, nunca había formalizado nada con nadie y ya él miso comenzaba a dudar que eso fuese posible. La última chica con la que había estado saliendo y que había durado más tiempo del usual, terminó por hartarse de sus constantes ausencias y dio por finalizada la relación.

Ioan era un individuo extraordinariamente atractivo, porque a diferencia de su primo cuyos rasgos, aunque varonilmente atractivos, eran duros, Ioan había heredado las finas facciones de su madre y el color de sus ojos verde mar. Tenía el cabello rubio oscuro y lucía una barba al ras en forma de candado. Así que este sujeto si algo no había tenido, eran problemas  para conseguir chicas cómo y cuándo las quisiese, el asunto era que ninguna parecía haber llegado a su corazón. Otra cosa que lo diferenciaba de su primo, era que a él no le gustaba tanto como a Dèjan la formalidad en el vestir, de manera que aunque en muchas ocasiones debía lucir formal, siempre que podía se decantaba por los jeans, aunque en mejor estado que el que aparentaban los de su sobrino, lo que la mayor parte del tiempo lo hacía parecer más joven que Dèjan.

Como cabía esperar, ellos visitarían mucho a Dàmir durante el tiempo que durase su estadía en Londres. La segunda visita que le habían hecho, se habían encontrado con él de nuevo a solas, habían ido a un espectáculo después de cenar y Dàmir se había encontrado con unas compañeras de clase, pero si bien las chicas se mostraron muy parlanchinas con Ioan, a Dèjan lo miraron con la mayor de las reservas.

Para el cumpleaños número diecisiete de Dàmir, el chico casi estaba en estado de shock, porque Dèjan le había dicho que no podría ir a verlo, algo que a Dàmir le había parecido de lo más insólito, porque hasta donde podía recordar, su padre había estado con él todos y cada uno de sus cumpleaños desde el momento en el que habían vuelto a reunirse, y sin importar dónde o qué estuviese haciendo e independientemente de la importancia del asunto en cuestión, Dèjan lo dejaba para volar a casa y lo primero que veía Dàmir al despertar en cada cumpleaños, era el rostro de su padre. De modo que su consternación era lógica, por lo que sus amigos que habían planeado la celebración para el día siguiente teniendo en cuenta que él les había dicho que pasaría el día con su padre, actuaron con rapidez y movieron todo el asunto para el día que correspondía. Martha, Maggi, Eillen y Anne se habían encargado de acondicionar el pub y los Mitchell habían acordado cerrarlo para la clientela habitual después que Edvin y Ajle los marearon con el asunto. Martha también se ocupó del pastel, mientras que los chicos se encargaron de mantener a Dàmir distraído durante la mañana para que no extrañase tanto la presencia de su padre y hablando hasta por los codos de lo genial que iba a estar la fiesta de la noche.




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