Las oficinas de la Corporación Zazvic en Londres, estaban ubicadas en un imponente edificio que parecía todo vidrio y acero como todos los edificios propiedad el grupo y que se encontraban en cada ciudad importante del mundo o donde tuviesen mayores intereses.
Como Dèjan pasaba en realidad poco tiempo allí y en los últimos tiempos iba más que todo para ver a Dàmir, lo primero que había hecho al llegar el día anterior después de su encuentro con los niños, había sido mandar a llamar al jefe de seguridad. Aquel individuo llevaba varios años trabajando allí y nunca había sido llamado al despacho del señor Zazvic, de modo que apenas recibió la orden, se dio la mayor de las prisas, aunque iba preguntándose qué cosa tan grave podía haber sucedido para que solicitasen su presencia.
Si al hombre le extrañó la orden y así era, no mostró ni el más mínimo signo de ello y se apresuró a informar a todo el personal de vigilancia. Dèjan por su parte y siendo que no se quedaría mucho tiempo, había hablado con Jeff Anderson ordenándole que cuando los niños se presentasen y si él ya se había marchado, se pusiese en comunicación inmediata con él. Sin embargo, eso no fue necesario, porque al día siguiente y poco después de que Dèjan llegase a su despacho, su secretaria le avisó que Mihailo y Jesse estaban siendo conducidos en aquel momento hacia allí, Dèjan sonrió y se preparó a recibir a aquel par.
Evidentemente su pregunta obedecía a que consideraba al par de chicos de lo más inadecuados para estar en un lugar como aquel y quizá hasta peligrosos.
Dèjan había asumido en forma automática que los jovencitos eran hermanos, porque aunque no había una gran semejanza entre ellos que así lo indicase, la forma como se conducía Mihailo y el aire protector que despedía en relación al más pequeño, fue lo que contribuyó a que se formase esa opinión. Mihailo por su parte, decidió no aclarar el asunto y de hecho le tapó la boca a Jesse cuando éste iba a hablar estando seguro de lo que iba a decir.
Dèjan ya se había imaginado algo así, pero decidió no agregar nada más en aquel sentido y en cualquier caso ya Jesse estaba hablando de nuevo.
Jesse miró la foto y luego a él pensando que había sido muy tonto al preguntar, porque había mucho parecido, pero se dijo que como el niño de la fotografía estaba sonriendo y no había visto a aquel sujeto sonreír, era por lo que quizá no lo había notado, aunque también se fijó en que si bien existía el mencionado parecido, los ojos del niño eran azules mientras que los de Dèjan eran negros como una noche sin luna.
Dèjan se levantó y caminó hacia otra área del espacioso despacho donde había unos sillones de aspecto muy cómodo.
Mihailo lo hizo en seguida, pero Jesse primero miró con atención los muebles como si estuviese decidiendo que no iban a atacarlo antes de sentarse, pero finalmente lo hizo en la orilla de uno con lo que a Dèjan le quedó claro que mientras Mihailo, aunque más silencioso, tenía más confianza, Jesse no y por algún motivo se sentía amenazado. Esto le produjo un sentimiento de pesar, ya que era indicativo de que aquel pobre chico tenía que haber sufrido mucho maltrato y tenía una natural reserva hacia los demás, aunque se mostrase parlanchín y desinhibido. En ese momento se abrió la puerta y entró un sujeto acarreando una mesita de ruedas, colocó una bandeja de rosquillas sobre la mesa junto con una jarra de café y otra de leche.
Editado: 21.09.2021