Después que habían dejado a Samir con los suyos y se habían subido al auto, Jesse se había quedado dormido casi de inmediato y no se había enterado de nada más.
Después de eso no discutieron más, Charlie se dirigió hacia el edificio donde vivía Nick y una vez allí Nick se bajó mientras Jack llamaba a Jesse, pero el chico estaba rendido, así que Nick lo alzó, les dijo a sus amigos que se verían más tarde y entró al edificio.
Jesse despertó con un sobresalto, pues solía tener un sueño recurrente que siempre lo despertaba del mismo modo, pero una vez que se tranquilizó recordando que ya no estaba en Tillbrooke, registro otro asunto muy alarmante. Por empezar no estaba en su cama y ciertamente no estaba en el almacén, pero su cerebro poco a poco fue colocando los recuerdos en su lugar. La noticia del secuestro de Samir, su escape de Inside Hill, el tobillo lastimado, la casa de David, la de Nick, el depósito abandonado, los disparos, y la última imagen que le llegó fue la de Dèjan y la de Mihailo, pues después de eso le parecía que Mihailo le quitaba la chaqueta y le decía que necesitaba un baño, pero que eso tendría que esperar, que lo había metido en la cama y que el tobillo le dolía horrores. Cayó de nuevo en lo que pareció un breve y agitado sueño y volvió despertar sobresaltado incorporándose en la cama.
Nick estaba sentado en un sillón y le devolvía la mirada, los ojos de Jesse normalmente grandes, en ese momento parecían dos enormes canicas azules.
Nick abandonó la habitación y Jesse comenzó a preguntarse cómo había llegado allí, y sobre todo qué había estado diciendo en sueños, pero tuvo poco tiempo para llegar a una conclusión, pues Nick volvió a entrar con un vaso de leche que le ofreció junto con una pastilla.
Aunque Jesse odiaba aquella bebida, pensó que no estaba como para ponerse exigente, así que se tragó la pastilla con un sorbo de leche y colocó el vaso en la veladora.
Jesse salió de la cama, probó su estabilidad y aunque aun le dolía bastante el tobillo, caminó tan a prisa como pudo hacia el baño recogiendo la ropa de paso. Se demoró un poco más de lo usual bajo el agua, pues le parecía que tenía toneladas de mugre, y aquel condenado olor a alcohol parecía que se le quedaría para siempre encima. Terminó con eso y procedió a vestirse, los pantalones le iban solo un poco largos, la remera era un par de tallas superiores a la suya y echó en falta su vieja chaqueta que estaba seguro había quedado inservible. Antes de salir se miró al espejo y arrugó el entrecejo, ya que tenía un par de cortes en la frente, uno en la mejilla y otro muy cerca del ojo, así que se preguntó cómo era que no había sentido todo eso, porque también en los brazos había notado largos rasguños y casi parecía que hubiese atravesado aquella ventana sin romperla, de manera que concluyó que no había hecho un agujero tan grande como había pensado si había resultado tan lastimado.
Editado: 24.10.2021