Acordes del Corazón (libro 2. жена)

Cap. 22 Preocupación

 

Dèjan estaba sentado en un sillón frente a la chimenea con una copa en la mano, pero solo parecía jugar con ella, pues hacía más de media hora que solo la mecía en su mano sin beber su contenido.

Desde aquel ahora lejano día en el que Nadja había muerto en sus brazos, era como si un puñal se hubiese clavado en su pecho y aquella herida no había dejado de dolerle ni un solo día.

Aunque Dèjan era un sujeto exitoso, atractivo, rico, y joven aun, pues solo tenía treinta y cinco años, seguía soltero a pesar de la insistencia de su familia en aquel sentido. Admir Zazvic no quería y nunca había querido a Dàmir y actuaba como si el chico no existiese, y a pesar de que Dèjan había dejado claro que Dàmir era su hijo y heredero legal, ni Admir ni el resto de la familia lo aceptaba y habían seguido insistiendo en que Dèjan debía casarse y tener un heredero de verdad.

Dàmir no tenía ningún contacto con su familia y estaba perfectamente al tanto de su posición con respecto a él, pero eso no lo mortificaba en lo más mínimo y Dèjan lo sabía. Sin embargo, esa noche habían estado cenando en un exclusivo local de Londres cuando inesperadamente se habían topado con Mirjana, hermana menor de Dèjan, con su hija Izkra y otros individuos que Dèjan no tenía idea de quienes eran ni le interesaba tampoco.

  • ¡Dèjan!  --  había exclamado su hermana al verlo
  • Mirjana  -- dijo él sin la menor emoción ignorando a su sobrina y a sus acompañantes
  • Ioan querido  --  saludo Mirjana  --  ¿Ya se marchan? ¿Por qué no nos acompa…?

Ella había dicho todo esto de corrido al  ver que parecían a punto de abandonar el local, sin embargo, se detuvo al tropezar con los azules ojos de Dàmir.

  • ¡O Bože!  [1] --  exclamó

A Dèjan se le había dibujado una perversa sonrisa en los labios mientras que Ioan casi sintió pena por Mirjana y solo esperaba que mantuviese la boca convenientemente cerrada, pues él mejor que nadie sabía lo muy maligno que podía ser Dèjan con aquellos que tan solo intentasen maltratar o herir a su hijo de cualquier manera, y aunque aquella era la hermana de Dèjan que más unida había estado a él, si a Dèjan no le había importado casi matar a su padre de un infarto, ciertamente tampoco iba a importarle destruir a Mirjana si decía algo desagradable a Dàmir.

El centro de todo aquello, es decir, Dàmir, se preguntaba qué estaba sucediendo y por qué su padre tenía expresión del gato que acaba de comerse al canario, su tío de atenta expectativa y las dos mujeres una de enorme impresión.

  • ¿Querías decirme algo, Mirjana?  --  preguntó Dèjan
  • No  --  dijo ella  --  imagino que como siempre tienes prisa

Dèjan no se molestó en despedirse, aunque Ioan sí lo hizo, pero mientras esto sucedía y Dèjan caminaba hacia la puerta, Dàmir cayó en la cuenta de quién era aquella mujer, pues sabía que una de las hermanas de su padre llevaba el nombre por el que él se había dirigido a ella, pero como nunca en su vida había visto a nadie que se apellidase Zazvic, era por lo que había tardado en identificarla.

En el caso de Mirjana y su hija, lo que había producido el shock, había sido que si bien jamás habían visto a Dàmir, y aunque lo hubiesen visto por casualidad en cualquier otro lugar, lo habrían reconocido de inmediato, pues era la misma cara de Dèjan y más importante aún, la de Admir, y la única diferencia consistía en que mientras los Zazvic tenían los ojos negros, aquel chico los tenía azules. Aunque era improbable que Dèjan o Dàmir lo supiesen algún día, aquel encuentro desataría una discusión entre madre e hija debido a que estaban muy impresionadas por aquel parecido que en cualquier caso era más bien normal, pero siendo que Admir estaba seguro que aquel chico no era  hijo de Dèjan y que él estaba siendo muy necio al pensarlo, toda la familia había creído aquello al menos hasta ese momento, pues después de lo que acababan de ver, no había ninguna posibilidad de duda y sería eso lo que se pasarían la velada discutiendo.

Como a Dàmir nunca le había interesado nada que estuviese relacionado con una familia que no se había interesado por él, no hizo ningún comentario, y cuando llegaron a casa se despidió de su padre y se fue a dormir. Ioan prefirió no hacerlo tampoco y había dejado a Dèjan solo al verlo dirigirse a su estudio.

Aunque en principio Dèjan estaba muy satisfecho recordando la cara de su hermana y su sobrina, después se olvidó de ellas y el recuerdo de Nadja ocupó su mente. Dèjan nunca había podido perdonar a su padre por haberlo separado de Nadja, ni por haberle impedido estar presente en el momento del nacimiento de su hijo y lo hacía directamente responsable por los años de dolor y angustia que había vivido separado de Dàmir, así como por haber estado a punto de perderlo. También lo responsabilizaba por la muerte de Nadja, porque aunque no había sido Admir quien la matase, Dèjan opinaba que si no los hubiese separado y él hubiese podido casarse con ella como quería, nada de lo que ocurrió con posterioridad y que terminaría de forma tan trágica, habría ocurrido.

Los que habían conocido a Dèjan después de su tragedia personal, no podrían imaginarse de ninguna manera que en algún momento él había sido un chico tan alegre, simpático y vital como Dàmir, mientras que en el caso de Ioan y sus padres que sí lo habían conocido mucho antes, sabían las razones por las que Dèjan se había vuelto un ser aparentemente frío, desagradable y obsesivo, pues habían vivido en primera fila aquella transformación y sus motivos. Los antes mencionados sabían que Dèjan sí tenía sentimientos y que los mismos eran tan intensos que podían resultar devastadores, especialmente para él mismo; sabían que si era desagradable era porque lo que había vivido lo había hecho desconfiar de todo y de todos, y el principal responsable de ello era su propio padre; y sabían que su obsesión se limitaba a todo lo relacionado con su hijo, algo lógico teniendo en cuenta que había estado a punto de perderlo; pero aparte de todo lo anterior, esa experiencia sumada a la pérdida de Nadja, lo había hecho muy sensible a cualquier pérdida y era lo que posiblemente lo había alejado de las relaciones más cercanas con las personas haciéndolo parecer frío y distante.




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