Jesse despertó cuando sintió que una mano acariciaba sus cabellos y lo primero que vio fueron unos ojos negros y sonrió.
Nick no era como Donatello, es decir, del tipo empalagoso como decía Jesse cuando se quejaba del mayor por la manía de este de ir por ahí abrazándola y besándola, pero si el amor pudiese ser medido, ella habría apostado su vida a que Nick la quería más que nadie, de manera que aquella inusual caricia la hizo reaccionar de forma igualmente inusual, pues se incorporó y aferrándose a él, comenzó a llorar.
La expresión obedecía a que Giuliana tenía la necia idea, en opinión de Jesse, de que tenía que empezar a prepararse muy temprano, así que ya se veía teniendo que pasar por un montón de ridiculeces, así que Nick sonrió y, aunque pensaba igual que Jesse, encontró más prudente abandonar la habitación. Sin embargo, cuando entró al comedor, la sonrisa se le borró muy de prisa, pues se había pasado los dos últimos días escuchando las protestas de Giovanni primero, y luego su firme campaña para convencerlo de cederle su puesto, porque si bien Giovanni se había unido a la cruzada iniciada por Mihailo, Donatello y Charlie, al igual que Vinnie y Al con relación a que la pareja celebrase una boda eclesiástica, y si bien Jesse había terminado por ceder más por fastidio que por nada más, el único que podía entregarla era Nick. Cabe destacar que aquella era la última cosa que él quería hacer, y como sabía que de ningún modo ella habría pensado en Giovanni, le había dicho que quien debía hacerlo era Donatello que era el mayor, pero no había conseguido nada en ese sentido y ni habría intentado sugerirle pensar en Giovanni a menos que repentinamente hubiese decidido que quería morir a manos de su hermana, razón por la cual había tenido que aguantarse la misma canción de su padre los días previos.
Donatello en cambio no estaba nada preocupado o molesto por la decisión de Jesse, pues a diferencia de Giovanni, él no era su padre y entendía las razones de su hermana, de modo que de lo que se encargó fue de hablar con Dèjan acerca de esto y no tuvo mayores inconvenientes, pues a Dèjan lo único que le interesaba era casarse con independencia de dónde o cómo. No obstante, si bien Ioan tenía bien aprendido el no inmiscuirse cuando Dèjan conversaba con alguien, y de hecho se marchaba cuando llegaba Don, en aquella ocasión no había podido hacerlo debido a que estaban comiendo cuando Don se había presentado. Sin embargo, esa noche conversó con Dèjan con relación a las posibles consecuencias de aquella decisión.
Dèjan casi se ahogó con su bebida cuando comenzó a reír, y cuando dejó de hacerlo, miró a Ioan todavía con diversión.
Aunque a Dèjan en verdad lo traía sin cuidado si Admir, el patriarca, o toda la organización religiosa de su patria sufrían un colapso los primeros o se derrumbaba la última, lo que sí hizo a primera hora fue hablar con su madre, pero sería Pitja la que diría lo más importante confirmando que como decía Dàmir, la sencillez era lo más auténtico.
Como cabía esperar, Pitja tuvo razón, porque Admir no solo protestó, gritó y amenazó, porque ni su mujer ni Mirjana lo escucharon, y con su hijo ni siquiera pudo hablar. Unos días antes de la boda, se había encontrado con Boris Jacov y su hijo Jovan, y la brevísima conversación lo dejó de peor humor aún, pues el individuo aquel estaba perfectamente al tanto de dónde se efectuaría la próxima boda como todo aquel que había sido invitado a la misma.
Dicho esto había colocado una mano en el hombro de su hijo y se habían alejado dejando a Admir echando espuma por la boca y no contra Dèjan, pues él podía enfurecerse y pelearse con su hijo, pero ciertamente nadie tenía el derecho ni siquiera a pensar mal de Dèjan y menos aquel infeliz que era padre de un probado loco como Mirko Jacov.
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Editado: 01.07.2022