Acordes del Corazón (libro 7. надати се)

Cap. 9 Nuevas preocupaciones

 

Ioan se había pasado toda la noche al lado Denisse, de modo que en un momento en el que ella había ido a conversar con los Kocevic, según entendió Ioan, porque la madre de Edvin había pedido hablar con ella, él se acercó a la mesa donde estaba su propia familia.

  • Casi tengo miedo de preguntar – dijo Tarik
  • ¿Qué cosa?
  • Vamos Ioan, aún somos tus padres – dijo su madre
  • Créeme, mamá, no lo he olvidado
  • ¿Entonces nos lo dirás o no? – preguntó Tarik
  • Aun no has preguntado nada
  • ¿Esa linda chica te atrapó?
  • ¡Tarik! – exclamó su mujer mientras Ioan se ahogaba con la bebida

Aunque ellos siempre le decían que ya habían perdido la esperanza de que él se casase y sentara cabeza, especialmente su madre, en realidad no era así y seguían esperando. Pero como también se daba el caso de conocerlo bien, lógicamente les llamó la atención que se hubiese pasado toda la velada al lado de una misma chica y no revoloteando por el salón tras todas. Después de decirles unas cuantas inconveniencias a sus padres, se puso de pie alejándose.

  • Paulo…
  • Sería arriesgado aventurar una respuesta, señor Besevic – dijo Paulo que a su vez había pasado casi toda la noche en aquella mesa – y si bien es cierto que nunca lo había visto interesarse por una misma mujer por tanto tiempo, Ioan sigue siendo Ioan

Mientras Tarik suspiraba con resignación, pues él sabía lo mismo que Paulo acababa de decir, Katrina ya estaba escuchando campanas nupciales.

Dèjan que en aquel momento se dirigía a la mesa de sus tíos, casi colisiona con su primo, algo que había estado evitando para no tener que escuchar sus pesadas bromas, y si bien Ioan inició las mismas apenas lo vio sin Jesse, no podría avanzar mucho, porque Dèjan escuchó una voz y le hizo un gesto para que hiciese silencio.

  • Es que ya no puedo seguir ahí
  • Jeff…
  • Me siento como un prisionero, Nick. Además, necesito un trabajo
  • Ese no era el trato, Jeff
  • Por si no lo has notado, ya no tenemos el centro, así que, aparte de habernos quedado sin hogar, al menos yo, también me quedé sin trabajo
  • Solo necesito un poco más de tiempo y habré solucionado todo. Ten un poco más de paciencia
  • Voy a enloquecer si pasó un día más allí encerrado

Dèjan apartó a Ioan y comenzó a caminar, pero su cerebro trabajaba a toda marcha intentando recordar lo que sabía de aquel personaje. Ioan por su parte, no tuvo ninguna oportunidad como sabía que no la tendría, pues él también había escuchado y habría apostado su cabeza a que la de Dèjan estaba maquinando cómo meterse en otro lío.

Jeff había sido el hijo no esperado del matrimonio Rosentok, una pareja de polacos que tenían un pequeño restaurant en el barrio cercano al centro de actividades, y Jeff había comenzado a asistir a éste más por curiosidad que por otra cosa, pues siempre había sido igual de entrometido y cuando vio que parecían estar reparando el salón que estaba al lado de la iglesia, un domingo al salir de la misa se le había escapado a sus padres acercándose a los chicos.

  • ¿Señor? – dijo haciendo que Nick, que era el señor, se girase
  • Dime – le dijo examinándolo con rapidez – ¿Te puedo ayudar?
  • No necesito ayuda, solo me preguntaba qué están haciendo ahí – dijo señalando el edificio

Nick había llegado a varias conclusiones rápidas, entre las que destacaba que aquel no era un niño abandonado, porque los que lo eran, se mostraban mucho más cautelosos con casi todo el mundo, y su apariencia general le recordó a la propia, pues sus ropas estaban muy limpias y su cabello en orden. También determinó que por su forma de expresarse, era obvio que estaba recibiendo una educación, y al ver sus ojos, el brillo de los mismos le indicó que era muy despierto. Para aquel momento, Jeff tendría alrededor once o doce años, y a partir de ese día iba cada vez que salía de la escuela, y los domingos después de la misa se quedaba por allí incordiando con Charlie o enloqueciendo a Nick preguntando mil cosas, lo que hizo pensar a éste que en la escuela a la que asistía Jeff o bien no enseñaban mucho, o la maestra era malísima, aunque después de un tiempo de lo que se convenció era de que aquel pequeño individuo era en extremo curioso y muy entrometido. Eventualmente, Jeff comenzó a ayudar con los trabajos, aunque fueron varios los accidentes que sufrió en su empeño, como por ejemplo, la vez que se lastimó seriamente un dedo con un martillo, o aquella en la que se cayó de un andamio, y aunque no se fracturó nada, tuvieron que inmovilizarle el brazo por unos días.

En una ocasión, los chicos de Nick se peleaban con los de la catorce, y el condenado muchachito casi se rifa un balazo por estar donde no debía, pero Nick se había lanzado sobre él y la bala terminó en su brazo. A partir de ese momento, Jeff pareció considerar su deber ir tras Nick tanto tiempo como le era posible, y Nick no podía decir nada sin que el chico casi se cayera en su precipitación por conseguir o hacer lo que Nick había pedido o lo que hubiese dicho que había que hacer, de manera que cuando notaron esto, Nick se sentó con él y le explicó que no era necesario aquel comportamiento, pero si bien Jeff se lo tomó con más calma, nadie lo hizo cambiar de opinión y siempre diría que le debía la vida a Nick.




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